BARCELONA -- Bela Guttman es un nombre maldito y legendario a partes iguales en la historia del Benfica, y maldito a secas, en la del Barcelona.
Ambos equipos se reencontrarán este martes en un partido trascendental como no se recuerda en el Barça en cuanto a una fase de grupos de la Champions, acostumbrado a encarar la penúltima jornada con el billete a octavos en el bolsillo y apenas pendiente de saber si su pase sería como primero o segundo de grupo. Esta vez es distinto por cuanto no ganar le abocaría a una última fecha, en Munich, dramática frente al Bayern...
Y durante el duelo entre culés y lusos revoloteará la figura de Bela Guttman este martes por el Camp Nou por cuanto sigue provocando un amargo recuerdo en el barcelonismo, tan dado a dramas históricos y que mantiene el 31 de mayo de 1961 como una fecha maldita y de imborrable tristeza.
Conocida como La final de los postes, aquella primera aparición del Barça en la final de la Champions League, llamada en la época como Copa de Europa, no pudo ser más desgraciada para un equipo que cerró una época mítica estrellándose hasta tres veces contra los postes del rival, aquel Benfica que alumbraba bajo la dirección del entrenador húngaro y que ganando con una indiscutible dosis de fortuna colocó su nombre entre los grandes del continente.
En el Barcelona languidecía la figura de Kubala, se había vendido ya a Luis Suárez al Inter de Milán, se apagaban las estrellas de Kocsis o Czibor y Ramallets (especialmente desafortunado en la final) ya no era el portero inalcanzable de los años anteriores. Eliminar al gran Real Madrid de Di Stéfano (el primer KO continental de los merengues) y al poderoso Hamburgo en un dramático desempate de semifinales le dio un impulso moral al equipo azulgrana, pero no contaba con que enfrente, en Berna, le esperaba un equipo sin alardes pero de autor, de un entrenador especial.
Bela Guttman llegó al Benfica con 60 años cumplidos y una larga carrera en los banquillos, iniciada en Viena en 1933 y que le había llevado nada menos que por 15 clubes distintos de los que no siempre salió por la puerta grande. Superviviente en la 2ª Guerra Mundial (su padre y su hermana fueron asesinados en el campo de concentración de Auschwitz), salió mal parado del Ujpest Dosza, del Milan ("me han despedido a pesar de que ni soy un criminal ni soy homosexual... ¡Adios!" proclamó en su adiós al club lombardo), del Quilmes, del Peñarol y, claro, también del Benfica.
Estudioso del futbol y personaje similar a Helenio Herrera por su gusto en ocupar el escenario por encima de los futbolistas, fue uno de los pioneros en establecer el famoso 4-2-4 que catapultó al futbol húngaro a finales de los 40 y en los 50 del siglo pasado, fue el descubridor del después mítico Eusébio... Y fue quien lanzó su maldición sobre el Benfica al ser despedido por el club, tras ganar la segunda Copa de Europa consecutiva, en 1962 al Real Madrid.
60 AÑOS DE MALDICIÓN
El próximo verano se cumplirán 60 años de los 100 que pronosticó Gudman que tardaría, por lo menos, el Benfica en conquistar un título continental. Creyéndose intocable tras enlazar la segunda Copa de Europa al frente de las Águilas, el entrenador húngaro exigió un aumento de salario al club, que fue considerado desproporcionado por sus dirigentes. Lo que se pensó inicio de una negociación desembocó, en tiempo record, con su despido fulminante. Y una conmoción fuera de lo común en Lisboa.
"En 100 años desde hoy el Benfica sin mí no ganará una copa europea" pronosticó a modo de despedida el técnico... Y desde entonces el conjunto portugués ha perdido cinco finales de Champions (1963, 1965, 1968, 1988 y 1990) y otras tres de Copa de la UEFA/Europa League (1983, 2013 y 2014), la última de ellas especialmente cruel frente al Sevilla en Turín en la tanda de penaltis.
Dos meses después de que el Benfica golease (3-0) al Barcelona en Lisboa ambos equipos se reencontrarán en un partido clave para ambos equipos en su búsqueda del pase a octavos de final de la Champions. El Benfica no lo consigue desde 2017 (cuando fue eliminado por el Borussia Dortmund) y el Barça no falta a la cita desde su ausencia en el torneo en la temporada 2002-03.
Lo que ocurra en el Camp Nou marcará el futuro continental de ambos. Y sobre ambos, sobrevolará la figura de aquel entrenador húngaro, a quien en Lisboa le dedicaron a pesar de todo una estatua y de quien los más veteranos aficionados del Barcelona no se olvidan.