Las luces del estadio iluminan el Parque Independencia. El entusiasmo y la expectación del público podrían iluminar toda la ciudad de Rosario. El año es 1993. Es el 7 de octubre y miles de personas desbordan la cancha de Newell’s para ver un amistoso contra Emelec. El único motivo para que esto suceda es que Diego Maradona vuelve al fútbol argentino. Tres meses antes, otra vez sin él, Argentina había vuelto a ganar la Copa América. Aquel hecho no generó tanta alegría como este partido. Ni reunió a tanto talento. Adentro y afuera de la cancha.
En las tribunas hay cientos de padres que llevan a sus hijos para que vean al que consideran el mejor jugador de todos los tiempos. Nos interesa uno de ellos, Jorge. Su pequeño hijo se llama Lionel Messi, tiene 6 años. "La verdad que muchos videos de Pelé, Di Stefano, Cruyff no ví. De Diego si, vi todo. Vi todo y hasta lo llegué a ver jugar en vivo. Era chiquito pero lo fui a ver. No me acuerdo nada, pero sé que estuve", dice Lio.
Maradona nunca defrauda. El amistoso termina 1-0 con un golazo de Diego que patea, de derecha, al ángulo desde la medialuna del área. Será su único gol con esa camiseta. Dejará el club tras apenas 5 partidos oficiales. La misión estaba cumplida. Miles de niños recuerdan todavía hoy que estuvieron ahí. Uno sobre todos.
Los 90 comenzaron tumultuosos para Diego. Después del subcampeonato mundial en Italia vino la sanción por doping, la salida de Napoli y el alejamiento de la Selección. Tras la pobre Copa América de 1989 en Brasil, la última que jugó Maradona, Argentina, ahora con Alfio Basile como DT, ganó las dos ediciones siguientes: 1991, en Chile y 1993, en Ecuador. Diego, suspendido primero y alejado del equipo después, no pudo ser parte de esos festejos.
Como vimos en el capítulo anterior de esta serie, Pelé y Maradona nunca ganaron la Copa América. Ese sino trágico supo pasar de generación. Lo mismo le ocurrió a Messi, al menos, durante un largo rato. Tanto que él mismo llegó a pensar que jamás iba a ser campeón con Argentina. Pero no nos adelantemos.
Maradona-Messi, los primeros encuentros
La primera vez que Maradona y Messi pudieron charlar un rato, tranquilos, fue en un salón del Hotel Riviera, en el centro de Rosario. Habían pasado 14 años desde aquel partido en cancha de Newell’s. Diego intentaba encauzar su vida con el Showbol y Lio, de apenas 20 años, ya comenzaba a ser señalado como el mejor de todos.
Era agosto de 2007, Messi estaba en su ciudad natal para descansar en familia tras su primera gran frustración con Argentina. Tres semanas antes había perdido la final de la Copa América ante Brasil, por 3-0, en Venezuela. La Selección, otra vez con Basile como DT, fue una máquina que había dejado de funcionar en el momento menos indicado. Lionel no sufrió demasiado aquella derrota. Era su primera experiencia nacional en un torneo grande y, más allá del resultado, había sido muy satisfactoria. Todos reconocían su talento y se ilusionaban con el futuro de ese equipo.
Se juntaron para almorzar y charlaron durante algo más de una hora. A Messi, visiblemente nervioso por el encuentro con Maradona, lo acompañaron su padre y sus hermanos, Matías y Rodrigo. "Me temblaban las piernas antes de entrar”, admitió ante la prensa. “No me animaba por más que sabía que Diego me esperaba. Eso me pasa siempre con él", agregó.
Messi había conocido a Maradona en 2005, cuando participó del tercer episodio de su memorable show de TV: “La Noche del Diez”. El programa, que se emitió el 29 de agosto, se grabó unos días antes. Junto a Lionel, que acababa de ganar el Mundial Sub 20, estuvieron invitados Carlos Tevez y Enzo Francescoli. La timidez de Lio lo mantuvo bastante silencioso. Lo que más se recuerda de esa noche es que jugó al fútbol tenis en dupla con Diego. Era imposible dimensionar, en ese momento, lo que estábamos viendo.
Volvieron a jugar juntos, ahora en una cancha grande, a fin de ese año, en La Plata, en el estadio que hoy se llama Diego Maradona. “La fiesta de las estrellas”, organizado por una marca de gaseosas, reunió al mejor talento de estas tierras en una exhibición. Pocas veces en la historia del fútbol argentino tantas figuras determinantes compartieron cancha. En el equipo del fútbol local estaban el Kun Agüero, el Cholo Simeone y Marcelo Gallardo. En el del extranjero jugaron Martín Demichelis, Juan Sebastián Verón, Juan Román Riquelme y Lionel Scaloni, solo por nombrar a algunos.
La vergüenza de Lionel, a los 18 años, rodeado de esos monstruos, no lograba ocultar todo su talento. “Es tan espectacular Messi que, a veces, sus compañeros no pueden entenderlo”, dice el Bambino Pons en su relato, después de verlo jugar apenas 10 minutos. Si nunca tuvieron la chance, acá pueden disfrutar del partido completo. Con los que mejor conecta, porque lo entienden siempre, es con Verón, con Riquelme y con Maradona. Se pasan toda la noche tirando paredes. Todos juegan con la 10 en la espalda. Messi, en cambio, paga derecho de piso y lleva la 11.
Diego hace su entrada triunfal al estadio en el minuto 17. Dicen que llegó en el baúl de un auto. Lógicamente, el partido se detiene para recibirlo con honores. Los del público, que gritan su nombre. Y los de sus compañeros de oficio, que se entusiasman a medida que va a saludarlos uno por uno. Messi observa la escena desde el círculo central con las dos manos en la nunca y la mueca más tímida que encuentra.
Antes de volver a jugar, Maradona pide una foto grupal. Toma del hombro a Messi y lo ubica a su izquierda. Así queda inmortalizado en la imagen histórica. Detrás, Riquelme se abraza con Scaloni. Román aprovecha que Diego está hincado, e indefenso por la inmovilidad que requiere la foto, y le da pataditas en el culo. “La concha de tu hermana”, le dice Maradona y acepta la broma con una sonrisa. Cuando el árbitro Héctor Baldassi reanude el juego Diego intentará que Lionel haga un gol de todas las maneras posibles. Al final, ninguno podrá convertir. El Gato Sessa, entonces arquero de Vélez, será la inesperada figura y se quedará con los varios mano a mano que tuvo ante cada uno.
Quizás puteen juntos a Sessa dos años después, en 2007, cuando almuerzan en un hotel de Rosario. Sin dudas, Diego le habló a Lionel de la Selección. Lo poco que se sabe de ese encuentro es lo que ambos cuentan en esta entrevista por TV. “¿Vienen a verte, te piden consejo, es lindo, no?”, le pregunta Martín Arévalo a Maradona. Algo de este momento recuerda a la visita de Diego a Pelé, casi 30 años atrás.
Maradona aprovecha el micrófono para bancar a Messi. "Tendría que llevar la camiseta número 10 de la Selección”, afirma y en unos años se encargará de que suceda. “Es la esperanza de los argentinos para ganar cosas más adelante. No tiene techo y cuando entra a una cancha tiene que divertirse. Todos estamos pendientes de él", agrega.
Messi, con su pelo largo a dos aguas, escucha a su ídolo y se muerde los labios. Cuando le toca hablar, para confirmar lo que dice su padre, que de chico le había regalado videos de Maradona, ladea la cabeza a la izquierda y apenas puede decir: “A Diego de chiquito lo empecé a ver y ahora, cada vez que lo veo, es una alegría”.
Maradona sonríe orgulloso. Y con su eterna clarividencia hace el pronóstico más certero sobre el futuro de Messi: "Yo sé que Lio no tiene techo. Él tiene que pasar el tiempo divirtiéndose y cuando le vengan los campeonatos ganará en personalidad. Se hará más fuerte, más hombre y seguramente nos dará muchas satisfacciones".
Primero, hay que saber sufrir.
Messi, las frustraciones y la renuncia tras una Copa América
Maradona y Messi volverán a coincidir en una cancha como técnico y como jugador. En el primer partido oficial de Diego como DT de Argentina, Lionel vestirá, por primera vez, la camiseta número 10 de la Selección. Fue en marzo de 2009, en el Monumental, por las Eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica. Argentina goleó 4-0 a Venezuela, Messi marcó el primero gol a los 25 minutos.
La historia de ese equipo es conocida. Tuvo los altibajos de la vida de su entrenador. La agónica clasificación con gol de Palermo bajo un diluvio, la ilusión Mundial, las tardes en la Universidad de Pretoria donde Diego aconsejaba a Lio para mejorar su técnica en los tiros libres, y el 0-4 con Alemania en cuartos de final para arruinarlo todo. Como dijo Maradona, una y otra vez, "el que más lloró en mi habitación cuando quedamos eliminados fue Messi”.
Una de las veces que lo dijo fue en 2011, tras la eliminación de Argentina en la Copa América que organizó. Ya fuera del cargo de DT, Maradona aprovechó para criticar a Grondona, el presidente de la AFA, y al Checho Batista, que dejó de ser el técnico luego de ese fracaso. También, para defender a Messi: “Cada vez que hablan giladas del Himno o de que es español me da mucha bronca".
Esa derrota por penales ante Uruguay por cuartos de final, tras igualar 1-1 en Santa Fe, muy cerca de su Rosario natal, marcó el punto más crítico en la relación de Messi con los hinchas argentinos. “Me acuerdo que me putearon en todos los colores. A mí y a toda la Selección, fue duro”, contó hace unos días en el stream de su sobrino Tomás. Su éxito en Barcelona contrastaba con sus desilusiones en Argentina. Es la época en la que, de manera despectiva, se hablaba de él como: “El catalán”.
Messi recompuso el vínculo con su talento. El Mundial de 2014 hizo evidente que Argentina sólo podía volver a los primeros planos del fútbol porque su número 10 era el mejor jugador del mundo. Pero la ilusión se terminó en los pies de Goetze, que marcó el 0-1 en la final del Maracaná. Otra vez, los alemanes.
Lo que vino después fue una secuencia muy dolorosa. Al año siguiente, Argentina regresó a una final. En su tercera Copa América, Messi volvió a llevar a la Selección hasta el último partido. Esa vez, tras igualar 0-0, fue derrota por penales ante Chile, el organizador, que levantó el trofeo por primera vez.
En 2016, al año siguiente, pudo haber revancha para Messi y Argentina. El campeonato sudamericano cumplía un siglo y la CONMEBOL no dejó pasar la oportunidad. Organizó un torneo extra, la Copa América del Centenario, en Estados Unidos. El equipo de Martino arrasó y se hizo camino hasta otra final. Ganó sus 5 partidos con 18 goles a favor y solo 1 en contra.
De nuevo, el rival era Chile. En la previa al partido decisivo, Maradona estuvo en un programa de TV. Consultado por la periodista Luciana Rubinska sobre las chances de victoria, Diego afirmó: “El domingo ganamos, y si no ganamos que no vuelvan”. Ya sabemos lo que sucedió. Otro 0-0 y otra derrota por penales.
Tras el partido, completamente abatido por perder su tercera final en tres años, su tercera final de Copa América en cuatro participaciones, Messi sintió que nunca iba a ser campeón con Argentina. En la puerta del vestuario del MetLife de Nueva Jersey, donde volverá a enfrentar a Chile en esta Copa América 2024, Lionel renunció al equipo nacional: “Ya está. Se terminó para mí la Selección. Son cuatro finales, no es para mí. Lamentablemente lo busqué, era lo que más deseaba. No se me dio. Creo que ya está”.
La relación entre Messi y Maradona, que se había vuelto distante en el último tiempo, estaba en uno de sus peores momentos en ese 2016. Sobre todo después de que se filtró un audio en el que Diego, sin saber que su micrófono estaba abierto, le dice a Pelé, durante un Partido por la Paz, en París, que Lionel “es buena persona, pero no tiene personalidad para ser un líder”. Fue el comienzo de la Guerra Fría entre ellos.
Maradona lamentó que su vínculo con Messi se haya dañado por esa frase. Le causaba dolor perder la confianza de Lionel de esa manera. En los años siguientes, se encargó varias veces de rectificar ese registro y de intentar acercarse al rosarino. En 2019, Lio se enfrentó a la CONMEBOL tras la inmerecida eliminación de Argentina en semis de la Copa América. “Lamentablemente, esta Copa está armada para Brasil", denunció. "Me pareció un 'Messi Maradona', rebelde, diciendo lo que siente", destacó Diego.
Una de las últimas veces que se vieron cara a cara fue en octubre de 2017, en Londres, durante la entrega de los premios The Best, que organiza la FIFA y que ganó Cristiano Ronaldo. Maradona fue a ese evento con un objetivo claro: hablar con Messi. “Lo quiero saludar. Decirle que lo quiero mucho. Y que todo lo que dicen es cuento”, anticipó en la alfombra roja, al llegar.
La mejor postal de ese reencuentro es la foto que sacó John Sibley, de la agencia Reuters. Una imagen casi cenital donde se los ve a ambos con trajes impecables. Maradona es la viva imagen de su padre, don Diego. Sus dos manos enmarcan el rostro de un Messi con peinado moderno. La sonrisa de Maradona incluye algo de alivio. Lionel apoya su mano derecha en el brazo izquierdo de Diego en señal de confianza restituida. Todo es parte del pasado.
Tres años más tarde, el 25 de noviembre de 2010, Maradona murió. Messi, que aún estaba en Barcelona, lo homenajeó con un recuerdo de su infancia. “En el museo tenía camisetas de él y cuando fui a ver había una puerta abierta que siempre está cerrada. En una silla estaba la 10 de Newell’s que ni me acordaba que la tenía. Fue increíble: cuando la vi, no lo dudé. Era esa”, relató. Tras su gol, se sacó la camiseta catalana, mostró la leprosa que llevaba debajo y señaló al cielo.
Con la 10 de Argentina, Messi volvió a jugar poco después de la Copa América de 2016. El enojo le duró apenas 66 días. No llegó a perderse ningún partido oficial. Regresó para cumplir todos sus sueños. Aunque Maradona no estuvo ahí para verlo no hay dudas que hizo su aporte desde donde está. Pero ese es otro capítulo de la hermosa historia del fútbol sudamericano. Y viene a continuación.