Colombia resistió 116 minutos en la final de la Copa América hasta el gol de Lautaro Martínez para el bicampeonato de Argentina. Terminó agotada, sin control de la pelota y desordenada en defensa.
Después del dominio en el primer tiempo, las señales iniciales de desfallecimiento aparecieron a los 60'. Con Ángel Di María por su costado natural en la izquierda, la Selección cedió terreno, defendió más cerca de su área. James perdió contacto con el balón por el desgaste físico de Richard Ríos, mientras que Luis Díaz nunca encontró cómo desequilibrar. Lo anularon por la banda, por el medio.
Aún así, mantuvo el orden. Davinson Sánchez despejó todo y Carlos Cuesta cubrió a Johan Mojica en su zona. Con esa aplicación se sostuvo. El técnico Néstor Lorenzo hizo cambios para el tiempo extra que parecieron demorados. Sin la chispa de Díaz, parecía más lógico poner a Luis Sinisterra. Lo mismo con el reemplazo de Jhon Córdoba. Insistió con Rafael Borré de discreta participación, mientras Jhon Durán se quedó en el banco.
El cansancio también afectó. Equivocó decisiones en ataque, dio pases tardíos y perdió concentración. Mucha ventaja contra un campeón del mundo. El gol lo retrata. Perdió el balón en salida, el retroceso para ocupar espacios fue lento, con Sánchez adelantado, Cuesta se desubicó y Martínez castigó con el 1-0. Se escapó por detalles.
“Es una pregunta con respuesta muy ambigua", respondió Lorenzo cuando le consultaron "¿Qué le faltó a Colombia para ganar?" Añadió que "era un partido en el que hacía el primer gol ganaba. Estábamos los dos equipos agotados. Le tocó a Argentina. Errores cometimos, pero no se me da para reprocharle nada a los muchachos”
Le faltó la potencia de otros partidos en juego aéreo. Sus cabezazos no fueron tan efectivos y perdonó cuando fue superior. La ausencia de Daniel Muñoz se sintió. El equipo resignó explosión por la derecha y tal vez, más control sobre Di María.
El balance es bueno. Estuvo muy cerca.