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Argentinos, Vélez, Once Caldas: del barrio a la gloria

Sacan pecho en la tribuna. Cada tanto cuelgan alguna bandera que hace referencia a su paso por Japón, la sede de la tan anhelada Copa Intercontinental. En sus hits tribuneros hacen referencia a aquella Libertadores ganada y los más afortunados, que también le sacan lustre a la Intercontinental, suelen entonar muy fuerte “para ser grande hay que ser campeón mundial”. El orgullo de haber llevado los colores tan lejos como el mejor de los sueños.

El primero en lograrlo fue Argentinos Juniors. Cuna de cracks en la historia del fútbol argentino el equipo de La Paternal. Argentinos en 1984 apostó a lo mejor de su escuela formativa, contrató a Roberto Marcos Saporiti como entrenador y este a un tridente ofensivo temible: José Pepe Castro, Pedro Pablo Pasculli y Carlitos Ereros: dos wines bien abiertos que convirtieron a su centrodelantero en goleador de la temporada con la friolera suma de 30 goles en el año (21 solamente en dicho torneo). Sin olvidarnos que los tres volantes eran todos de pie exquisito: el Nene Emilio Commisso, el Checho Sergio Batista, el Panza Mario Videla. Y que cada tanto le daban minutos a un crack incipiente Como El Bichi Claudio Borghi.

Eso les abrió la clasificación a la Libertadores del 85. Y Argentinos mantuvo la base (fue ganando minutos Borghi en el equipo titular y sólo cambió el timón. Se fue Saporiti (una oferta económica irrechazable lo tentó desde Colombia) y llegó el Piojo José Yudica que mantuvo la esencia del juego que los había llevado hasta allí.

El sorteo no fue nada agradable, compartió zona con Fluminense, Vasco Da Gama y el Ferro de Griguol comandado por el Beto Márcico. Tras conseguir ganar sus dos partidos en Brasil, igualmente apenas consiguió empatar en puntos con Ferro, pero terminó venciéndolo en un desempate mano a mano en cancha de Vélez.

La fase semifinal lo cruzó con el Blooming de Bolivia y el campeón defensor (también había ganado la Intercontinental) Independiente de Avellaneda. Llegaron al último choque, donde Argentinos debía vencer a Independiente en su cancha. E iba a derrotarlo 2 a 1 con el detalle que su arquero Enrique Vidallé le atajó un penal a Claudio Marangoni a falta de dos minutos.

La final lo puso frente a frente con el América de Cali liderado por los argentinos Julio Falcioni y Ricardo Gareca y el paraguayo Roberto Cabañas. Ambos defendieron su localía con idéntico resultado: 1 a 0 (el Nene Comisso en la Paternal y Willington Ortíz en Colombia). Con lo cual se jugó un tercer partido en el Defensores del Chaco .

Otra vez la igualdad que incluyó dos tiempos extras (1 a 1 Comisso y Gareca) obligó a los penales. Después de 4 penales convertidos por lado, “Quique” Vidalle detuvo el quinto ejecutado por Antony De Ávila, dejando en los pies de “Panza” Videla la chance de consagración. Y Videla, con su habitual tranquilidad, no falló.

Al ser considerado el máximo logro deportivo del club, el 24 de octubre fue la fecha elegida para conmemorar el Día del Hincha de Argentinos Juniors.

Así el primero de los clubes de barrio de este repaso acariciaba la gloria, que meses más tarde lo llevaría a enfrentar a la Juventus de Michel Platini, pero eso será otra historia.

Nueve años iban a pasar para que otro equipo de los denominados chicos, o club de barrio, se convirtiera en David en la Copa Libertadores. Y también fue argentino. Y también es reconocido por su trabajo en las divisiones formativas…

En el año 1992 Vélez había contratado como entrenador a Eduardo Luján Manera. Empezó a armar de atrás para adelante su equipo con José Luis Chilavert y Roberto Trotta. Y a mitad de año incorporó a José Basualdo y Walter Pico.

Ese equipo peleó el torneo Clausura mano a mano con el Newell’s Old Boys de Marcelo Bielsa pero pese a una gran campaña (10 victorias, 7 empates y 2 derrotas) finalmente sería subcampeón y luego perdió en la finalísima ante el conjunto rojinegro (1-0) la chance de entrar a la Copa Libertadores de 1993.

Después Manera no pudo sostener el funcionamiento (y sobre todo los resultados) y el martes 22 de Diciembre de 1992 Vélez Sarsfield hizo la presentación de su nuevo DT. Una vieja gloria del club: Carlos Bianchi, volvía a Liniers tras su segundo paso por Francia.

Bianchi no puso reparos en que emigraran su goleador: Ricardo Gareca se fue a Independiente ni su clave volante central: Alejandro Mancuso pasó a Boca. El técnico confió en dos jóvenes de la casa: Omar Asad y Marcelo Gómez para reemplazarlos. Y allí empezó a cambiar definitivamente la historia del Fortín de Liniers.

Como bien recuerdan varios integrantes del plantel, las primeras charlas de Bianchi eran una mezcla de francés y castellano. Pero eso no impidió llegarles de lleno a los jugadores. Mensaje claro, equipo compacto y práctico que se consagraría el 8 de junio del 93, tras empatar en una tarde lluviosa y fría ante Estudiantes en La Plata y a la noche el escolat Independiente también igualó con Belgrano. Ese título en el Clausura 93 le abrió la puerta de la Libertadores del 94.

Al igual que al Argentinos de Yudica, le tocaron dos equipos brasileños (Palmeiras y Gremio) y el Boca del Flaco Menotti, que tenía como gran objetivo de ese año justamente la Copa Libertadores….

La mayoría de la prensa especializada creía que el equipo de Liniers sería el eliminado, pero Vélez ganó la zona con autoridad, inclusive antes del último cotejo, quedando Boca (en el último lugar) y Palmeiras fuera de la competencia.

Los mismos puntos altos que lo habían llevado a ganar el torneo local de 1993 y ser considerado el mejor equipo de su país, se mantenían intactos para la competencia internacional. La personalidad y garantía de José Luis Chilavert en la valla, la solidez de la defensa liderada por Roberto Trotta, un medio campo equilibrado desde la experiencia adquirida en dos mundiales por José Basualdo y la potencia de José Flores y Omar Asad, dos delanteros temibles y goleadores.

En el camino a la gloria fueron quedando Defensor Sporting (octavos), Minervén (cuartos) y Atlético Junior en una angustiante semifinal definida por penales tras sendos 2-1.

La hora de la verdad era nada menos que ante Sao Paulo, doble campeón campeón de América y del Mundo, bajo la conducción del inolvidable Telé Santana.

En la ida, Vélez se impuso como local 1-0 con tanto de Asad, en lo que fue considerado por muchos como una ventaja exigua.

Pero Carlos Bianchi armó un esquema con cinco defensores, tres medios y los conocidos dos hombres de punta para intentar aguantar el vendaval que se suponía sería San Pablo en el Morumbí.

Y el local se puso en ventaja a los 32 minutos con un penal que anotó Muller, pero luego no supo volver a anotar. Y así la cosa se fue a la definición desde el punto del penal.

Y entonces el paraguayo Chilavert escribió otra página de su gloriosa historia en la institución al contener el disparo de Palinha, el único malogrado en toda la serie. Vélez se abrazó a la gloria cuando Roberto Pompei clavó su zurdazo en el ángulo de Zetti y terminó la historia. Así se convirtió en el mejor equipo de América.

Y luego refrendaría su cronología de gloria venciendo a otro mítico equipo: el Milan de Baresi, Costacurta, Paolo Maldini, Desailly, entre otros primera línea, dirigido por Fabio Capello, en la Copa Intercontinental. Pero esta también será otra historia.

Otra década hubo que esperar para que otro equipo de los de menos nombre metiera el pleno de ganar la Copa Libertadores.

Once Caldas eligió al profesor Luis Fernado Montoya y le encomendó armar el equipo que se consagró campeón del Torneo Apertura 2003 y ese título le dio el ticket para la Copa del 2004. En ese torneo se consolidó la base de aquel equipo: Juan Carlos Henao, Vanegas, Cataño, Velázquez, Diego Arango, Valentierra, Dayro Moreno y Galván Rey. El Once hizo un magnífico torneo, quedó de primero en el todos contra todos, ganó su cuadrangular con 14 puntos y finalmente superó al Junior en la final.

A esta base, y a causa de una baja en el rendimiento en el arranque del Finalización 2003 y los resultados se sumaron el lateral Miguel Rojas, Herly Alcázar y Jhonatan Fabbro, un talentoso enganche argentino que venía de Boca.

El Once Caldas recaló en el Grupo 2 junto a Vélez, Fénix de Uruguay y Maracaibo de Venezuela, zona que terminó adjudicándose (sólo perdió de visitante ante Vélez) escoltado por el conjunto venezolano.

En octavos de final eliminó a Barcelona de Ecuador haciéndose fuerte en Manizales.

Y el premio fue el cruce con Santos de Brasil en cuartos…Fue 1 a 1 en Brasil con un tremendo Juan Carlos Henao y 1 a 0 en Manizales, con gol de Valentierra.

Ya en semis volvió a cruzarse con otro gigante continental: el San Pablo, que contaba en su plantel con Rogério Ceni, Cicinho y Luís Fabiano. Y otra vez volvió a hacerse fuerte de local (empate sin goles en Brasil y triunfo 2 a 1 en casa). En la instancia definitiva Once Caldas se enfrentó al defensor del título, Boca Juniors que venía de eliminar a su máximo rival River Plate en la semifinal.

Cero a cero en La Bombonera, 1 a 1 en Manizales y a los penales que supuestamente era la especialidad del Boca de Bianchi. Pero aquella Boca Juniors desperdició los 4 penales, y Once Caldas vivió su momento más glorioso.

Luego no pudo subir otro peldaño, ya que cayó ante Porto FC en la final Intercontinental, pero en Manizales aún retumban los festejos de su gran conquista internacional, la Copa Libertadores del 2004.