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Walter Gargano, el dueño del clásico entre Nacional y Peñarol

Peñarol venció a Nacional por 2-1 en la ida de octavos de final de la CONMEBOL Sudamericana y la figura más saliente del Carbonero fue el "Mota" Walter Gargano en la mitad del campo, moviendo los hilos y siendo gran responsable de la superioridad visitante en el Gran Parque Central.

Mayo de 2010. Fecha en que Gargano se presentó ante el mundo a través de la FIFA. “Soy un jugador más técnico que el clásico mediocampista central uruguayo. Me gusta anticipar la jugada y luego facilitar la recepción por parte de mis compañeros, clarificar el juego”.

Parece mentira pero, pese a que ya pasaron más de 10 años de aquella nota en el sitió web del máximo organismo del fútbol, el Mota mantiene intactas sus características.

Gargano no tuvo reparos en manifestar en aquella entrevista que miraba al Canario Pablo García y que, por provenir de la escuela futbolística de Danubio, no temía desprenderse y jugar unos metros más arriba.

“De los uruguayos siempre miré a Pablo García: él también era técnico pero si había que raspar, raspaba. Vengo de la escuela de Danubio, que siempre ha sacado futbolistas de buen pie. Por eso no le temo a jugar suelto algo más arriba. De hecho, ahí lo hago en el Napoli”, expresaba el 16 de mayo de 2010.

Sus declaraciones quedaron claramente reflejadas en la cancha el 15 de julio de 2021 en el Parque Central.

Dijo que le agradaba facilitar la recepción y clarificar el juego, como lo hizo a los 10 minutos cuando, con la cancha de frente, lo vio picar a Giovanni González por derecha. Gargano le metió la pelota profunda, a contrapierna de su marcador, pero Giovanni no pudo conectar bien lo que era una clara incidencia de peligro para el arco tricolor.

Gargano se pareció más a un 10 que al 5. Se mostró siempre en los lugares libres, tocó y se mostró y, como dijo en 2010, no temió jugar suelto algo más arriba. Así lo hizo a los 36 minutos de juego cuando aprovechó un pase del Canario y encaró rumbo al área al mejor estilo de un 10. Allí, con los ojos bien abiertos, cedió a Joaquín Piquerez, que obligó a Rochet a una gran tapada.

El capitán de Peñarol jugó e hizo jugar. Fue abanderado a la horade manejar el momento adecuado para tirar la presión.

En el complemento se multiplicó. Cortó juego y recuperó balones. El Mota realizó una marca adecuada sobre sus rivales. De hecho, la planilla indica que apenas cometió dos faltas hasta que estuvo en cancha.

El ingreso de Andrés D’Alessandro pudo haberle complicado las cosas, pero lejos estuvo de ello. El Mota siguió jugando de la misma manera.

En ese segundo tiempo se mandó otra gran jugada individual limpiando el camino hasta recibir una dura falta de Armando Méndez.

A poco del final entregó su brazalete de capitán. La misión parecía cumplida. El Mota había dejado todo en la cancha y terminó disfrutando desde el banco el golazo del Valentín Rodríguez para celebrar un triunfo añorado por Peñarol.