Independiente del Valle se consagró campeón de la Liga Pro de Ecuador tras vencer a Emelec en la final y coronó una gran campaña, en la que tuvo varios puntos altos y una columna vertebral que se consolidó a lo largo del año.
Renato Paiva llegó a comienzos del año con un duro desafío: reemplazar a Miguel Ángel Ramírez, que había hecho un gran trabajo, con la Copa Sudamericana como principal logro. El portugués no necesitó demasiado tiempo para adaptarse y logró formar un conjunto que mantuvo varias de las virtudes mostradas los años anteriores.
El arquero Moisés Ramírez se afirmó en el arco y no solo fue el mejor guardavallas del campeonato y el dueño de la valla menos vencida, sino también se ganó un lugar en la Selección nacional con solo veinte años de edad. El guayaquileño terminó el torneo a toda orquesta, ya que fue la figura de la final de vuelta ante Emelec.
En la defensa, los centrales titulares fueron Richard Schunke y Luis Segovia. El argentino solo faltó a un partido en la temporada, mientras que el ecuatoriano se afirmó en la segunda etapa, el mejor momento de IDV. Tuvieron solidez y se entendieron a la perfección.
En el mediocampo hubo una mezcla perfecta entre experiencia, jerarquía y regularidad. El capitán Cristian Pellerano fue la voz de mando de siempre y a su lado Junior Sornoza y Lorenzo Faravelli, el hombre que más minutos jugó, fueron fundamentales para la creación de juego.
En la delantera, Jonatan Bauman llegó para la segunda etapa pero se ganó un lugar de forma inmediata por su extraordinaria capacidad de gol. Su incorporación le dio un salto de calidad al ataque. Convirtió 13 goles en 16 encuentros y terminó como el máximo artillero.
Independiente del Valle fue un campeón incuestionable, que mantuvo su nivel en los momentos de definición y contó con figuras en todas las líneas.