El Barcelona maduró con calma el partido, insistió, y acabó por encontrar el premio de la victoria. Le puso ocho puntos de peso sobre las espaldas al Real Madrid ante su partido con el Valencia y demostró que va muy en serio por esta Liga. No fue su noche más brillante pero mostró una imagen muy mejorada respecto a otras noches en las que sacó adelante el resultado sin más. O con menos que más. Esta vez supo esperar el momento sin precipitarse.
Y logró un triunfo que vale oro. Sufriendo, parece que es algo innato, en una recta final en la que tras el gol en propia puerta de Koundé, el Betis quiso convertir una derrota clara en un empate milagroso. Que no llegó.
Antes de ese autogol desafortunado del francés, el crecimiento del líder fue evidente. Y trabajó su victoria hasta que Balde, en su enesima excursión por la banda, le regaló el 0-1 a Raphinha... Después de que De Jong mostrase lo que es la agilidad y rapidez de reflejos para regalarle un balón avanzado al joven lateral. A partir de ahí, con el Betis desmoralizado y sin saber reaccionar, sentenció Lewandowski. Trabajado el partido en la primera parte, lo solventó en la segunda, con una superioridad manifiesta.
Le salió respondón el equipo de Pellegrini, presionándole arriba, peleando todos los balones y sin dejarle combinar con comodidad, pero la apuesta de los cuatro mediocampistas definida, una vez más, por Xavi, le dio el aire necesario y la robustez precisa para avanzar otros tres pases en busca del título.
Tuvo que remar y estrellarse contra un Rui Silva soberbio que aburrió hasta tres veces a Pedri. No habría sido una sorpresa que al descanso se llegase con ventaja azulgrana pero el meta verdiblanco estuvo descomunal en dos intervenciones ante el canario, primero con una mano al suelo que evitó el regate y después con los pies por delante a su remate cruzado y raso que rechazó milagrosamente.
Dominaba el Barça e intentaba, sin suerte, hacerse ver el equipo local arriba, fiando su suerte a un Borja Iglesias que apenas nunca pudo superar a Araújo o Christensen, convertidos en muros insalvables mientras por la banda derecha Koundé se las veía con la movilidad de Fekir (hasta que le faltó el aire) y en la izquierda el mando de Balde era cada vez más acentuado.
Del 0-0 en el descanso que daba a pensar que quizá esta vez no le saldría cara al Barça, se pasó a un segundo tiempo en el que su dominio fue cada vez mayor. Con un dominio enorme de la situación, con Busquets tan invisible como solvente y De Jong combinando con acierto tanto con un Pedri mejorado como con el incansable Gavi, el líder le fue comiendo el campo al Betis hasta encontrar el premio.
Acabó sufriendo, esta vez más por un error puntual que por un error de concentración. Pero se llevó los tres puntos y se marchó ocho por encima del Madrid, llamando al título a la espera de la respuesta del equipo de Ancelotti.