Franck Kessié era tan indispensable en el Milán como invisible en el Barcelona. Su papel, con el transcurso de la temporada, se fue apagando a la sombra de los cuatro casi intocables (Busquets, De Jong, Gavi y Pedri) y apenas era un simple recurso de refresco en los últimos minutos o limitado protagonista en partidos, de Copa, de segundo orden... Hasta este domingo. Se lesionó muy pronto Busquets, Xavi le señaló y el marfileño respondió con solvencia.
Le costó habituarse a su rol en el terreno de juego. No entró para colaborar con De Jong en el medio centro pero sí para acompañarle en las tareas ofensivas y poco a poco, con un trabajo físico encomiable, se hizo notar, ya fuera como volante ofensivo, como recuperador o, incluso, apoyando en las bandas y en el área.
Y acabó obteniendo premio. Premio porque si el Barça goleó fue a partir de romper la muralla de un Sevilla muy ordenado en defensa pero que no supo adivinar su magnífica asistencia para que Jordi Alba anotase el 1-0. Las felicitaciones que recibió de sus compañeros demostraron que, siendo el último en llegar, su papel en este equipo no debe ser de simple relleno.
No es Jordi Alba un futbolista de moda en el Camp Nou. A pesar de su soberbia carrera en azulgrana, la eclosión de Alejandro Balde y un cierto descenso en su rendimiento durante los últimos años le han puesto en la diana de varias críticas.
Pero aunque, no es un secreto, le ha costado habituarse a su nuevo rol, a pasar de indiscutible a suplente habitual, cuando sale al campo lo hace con todo el ánimo, utilizando su veteranía y sin perder un ápice de su ritmo. Tanto como para ser decisivo en la goleada al Sevilla, abriendo el marcador y asistiendo a Raphinha en el 3-0.
A cada partido que pasa su presencia se contempla más indiscutible. Si llegó en silencio y se le llegó a considerar el último central de la plantilla, con el paso de los meses ha ido ganándose el respeto y admiración de la hinchada, para alcanzar un rol que nadie discute.
Ante el Sevilla redondeó una noche soberbia. Controlador, eficaz en el corte, pulcro en la salida de balón, nunca fue superado por los rivales.