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El Barcelona, a 20 años del primer triunfo de Laporta: De Ronaldinho a las palancas

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"LaLiga va dedicada a los culés": Laporta (2:56)

El presidente destacó obtener el título cuatro jornadas antes y espera que sea el inicio de otro ciclo exitoso. (2:56)

BARCELONA -- Joan Laporta celebra este 15 de junio 20 años de su primera, y abrumadora, victoria en unas elecciones a la presidencia del Barcelona. Fue en 2003 y apoyado por el voto de 27 mil 138 socios, cerca de un 53 por ciento de los sufragios con los que el entonces joven abogado, cabeza visible desde cinco años antes de la plataforma opositora Elefant Blau, aplastó en las urnas a Lluís Bassat, junto a quien había concurrido, y perdido, tres años antes contra Joan Gaspart.

Arrasó en 2003 con una imagen desenfadada y desacomplejada, apoyado en la imagen de Ronaldinho para hacer frente a una situación económica y social que entonces se presentaba entre la frustración y la urgencia... Un escenario no demasiado diferente al de marzo de 2021, cuando volvió a arrasar, esta vez a Víctor Font, con más de un 54 por ciento de los sufragios, aumentando el apoyo hasta los 30 mil 184 votos, presentándose como el único capaz de lograr la permanencia de Lionel Messi y salvar una situación financiera desesperada tras la gobernanza de Josep Maria Bartomeu.

Laporta venció en 2003 después de perder en 2000 de la misma manera que ganó en 2021 tras ser derrotado en 2015. Hace veinte años se impuso a un rival que llevaba en su candidatura a Pep Guardiola, al que tiempo después reclutó para el club, y hace dos años superó al rival que apoyaba su proyecto deportivo en Xavi Hernández... Al que acabó, también, reclutando.

Primero lo hizo con Ronaldinho como estandarte y después con Leo Messi. Pero del famoso asado con el que se bastaba para convencer de renovar al argentino se pasó a su marcha imprescindible al cabo de cinco meses, "porque nadie, ni el mejor futbolista de la historia, está por encima del club", y a la activación de las palancas económicas (venta de activos) que fueran necesarias para evitar lo que afirmó "bancarrota" del Barça y que, en realidad, sirvieron, han servido, para mantener el carácter competitivo de la entidad. Aunque, en absoluto, para mejorar su situación económica.

En el verano de 2003 Laporta fue capaz de aglutinar la desesperanza de un barcelonismo deprimido por cuatro años sin títulos, que aún sufría la pesadilla por la huida de Figo al Real Madrid y que ya contaba once años desde que había ganado su primera, y única hasta entonces, Champions (la de Wembley en 1992). El escenario no era tan distinto en 2021, cuando se contaban seis años desde el éxito en Berlín (2015) y se encaminaba el club a dos años sin un título que celebrar.

El joven abogado de 40 años fue una aparición, a lo Kennedy, en aquel momento. No era un desconocido pero sí representaba a un barcelonismo de base que nunca había estado cerca del poder (al contrario) y por más que fuera solo un outsider cuando se convocaron las elecciones (un mes antes las encuestas apenas le concedían un 12 por ciento de la intención de voto), con el paso de las semanas su discurso franco, su atrevimiento y la compañía a su lado de Sandro Rosell (entonces colaborador íntimo y después enemigo irreconciliable) provocaron que el favorito, Lluís Bassat, se fuera hundiendo a pesar del apoyo con que contaba al comienzo de la carrera electoral.

Jugó la carta Beckham con maestría (el Manchester United nunca desmintió su fichaje por más que estuviera acordado con el Real Madrid) mientras Rosell, en la sombra, trabajaba la llegada de Ronaldinho. El "Daremos al Barça los mejores años de nuestra vida" fue un lema que caló entre una masa social que fue descubriendo a un equipo joven en el que también estaban Bartomeu y Moix, Ingla y Soriano... Con todos ellos se hizo realidad el 'Círculo virtuoso', se renegoció el contrato con Nike, se tuvo el apoyo implicito de Johan Cruyff, se apostó por un inexperto Txiki Begiristain como secretario técnico y se acabó fichando como entrenador a Frank Rijkaard, que acababa de descender en Holanda, después de no poder fichar a Ronald Koeman y Guus Hiddink.

Curiosamente a su regreso, en 2021, se encontró en el banquillo al propio Koeman con quien mantuvo una relación cada día más tirante hasta desembocar en su despido, cuando pasó de considerar a Xavi Hernández "demasiado inexperto" para ser el entrenador del primer equipo a darle el mando.

Pero antes, en 2003, su éxito fue un soplo de aire fresco que revolucionó al barcelonismo que empezaba a superar la etapa (1978-2000) de Núñez y había sufrido el ocaso con Gaspart. Nadie pensó en aquel momento que en apenas dos años aquella junta empezaría a resquebrajarse por la fuerte personalidad de un Laporta al que abandonaron primero Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu como principales actores y más tarde Ferran Soriano o Marc Ingla en una sucesión de guerras internas que no evitaron que, al final, cuando se marchó en 2010 y a pesar de que su sucesor fuera precisamente Rosell, su legado, deportivo, quedara impreso con letras de oro.

Hoy Joan Laporta está a una semana de cumplir los 61 años y aunque mantiene su tirón, una personalidad indestructible y una capacidad de seducción menor pero todavía muy acentuada entre el barcelonismo, se enfrenta a un futuro incierto en la presidencia del Barça. En esta segunda etapa las palancas han sucedido al círculo virtuoso personalizado en Ronaldinho y solo dos directivos (Josep Cubells y Alfons Castro) permanecen a su lado del primer equipo que ganó en 2003.

Laporta, con el título de Liga en el bolsillo, ya no duda públicamente de Xavi Hernández tal como en su momento pasó de considerar a Pep Guardiola un inexperto sin futuro a su entrenador fetiche. Y siendo el único presidente de la historia del club con dos títulos de Champions en su palmarés particular (2006 y 2009) navega como buenamente puede en las aguas revueltas, tormenta amenazante, en que vive el Barça.

Con una situación económica que no es mejor a la que encontró en 2021 (no son pocos los que dicen que es aún peor que entonces) y unas obras del Camp Nou en marcha, con un costo total de mil 500 millones de euros que también muchos estiman inasumible, el equipo de Xavi se apresta a emigrar a Montjuïc durante un año y medio en el que se pondrá a prueba la salud de un Barça al que Laporta, veinte años después, sigue convencido de sacar del pozo.