Real Madrid comenzó sufriendo este sábado ante un Girona que lo dominó en los primeros 15 minutos, hasta que la diferencia de jerarquía para definir se hizo patente en el marcador.
El dato no es novedoso: todos saben que el Merengue tiene mayor calidad en su plantel. No obstante, pocas veces quedó tan de manifiesto como en este duelo que se disputó en el Estadio Municipal de Montilivi.
Porque Girona no solamente manejó la pelota en el primer cuarto de hora, sino que generó dos ocasiones realmente muy claras pero, casi de manera insólita, las desaprovechó.
En cambio Real Madrid soportó el vendaval y, en las dos primeras chances que tuvo, anotó dos goles que sentenciaron el destino del encuentro.
A los 2 minutos, el venezolano Yangel Herrera cabeceó solo en la entrada al área chica, desde una posición inmejorable porque estaba en el centro. Con Kepa Arrizabalaga, el arquero de Real Madrid, ya vencido, el sudamericano envió su testazo por arriba del travesaño.
Un minuto después, Girona generó un buen centro frontal de izquierda a derecha y el brasileño Yan Couto ganó por el segundo palo, pero su cabezazo desde una distancia menor a un metro de la línea de meta se fue ancho de manera incomprensible.
Y es sabido que, normalmente, cuando se perdona a un gran equipo, el castigo es fuerte.
Así lo fue.
El dominio del balón siguió siendo de Girona pero Real Madrid se asentó mejor en cancha y, a los 17 Jude Bellingham metió un pase precioso desde la izquierda, por bajo y con la parte externa del botín, para que Joselu, solo, la empuje hacia el gol.
Lo dicho: la diferencia de jerarquía.
Cuatro minutos después, la confirmación.
El alemán Toni Kross ejecutó con precisión un córner, la defensa local dejó escapar a Aurélien Tchouaméni y el francés cabeceó totalmente solo desde el centro del área. No perdonó: la colocó con sutileza a la derecha del argentino Paulo Gazzaniga, que nada pudo hacer para evitar la anotación.
Fue un golpe duro para el local y, hasta esta fecha, único escolta de LaLiga. Bajó mucho el ritmo, le costó sostener la posesión del balón y perdió peligrosidad.
Enfrente tuvo un equipo con oficio, que detectó esa merma y se dedicó a tener la pelota con tranquilidad.
Así terminó el primer tiempo y empezó al segundo.
Luego vino lo acostumbrado. El conjunto de Carlo Ancelotti se hizo dueño del desarrollo y fue solo cuestión de tiempo que ampliara la ventaja.
Fue a los 76 y de la mano del mejor jugador que tiene el Merengue en lo que va de temporada: el británico Bellingham, que aprovechó la asistencia de Joselu.