En enero de 1994 el Barcelona de Cruyff goleó al 5-0 al Real Madrid en el Camp Nou, y hoy se cumplen 30 años de que se cobró revancha en el Bernabéu
BARCELONA -- Un Clásico Real Madrid vs Barcelona siempre es un partido de máximos. Suele referirse a él como el 'partido del año' y en ocasiones su resultado, de no ser una final, puede marcar tendencia durante una temporada.
De los últimos quince Clásicos, el Barcelona solo ha ganado cinco y tal como fue goleado hace un año en Arabia (4-1), también fue doloroso el 0-4 de Copa en abril de 2023, pero en su defensa tiene sendos 0-4 en el Bernabéu.
Nadie olvida, claro, en clave culer, el 2-6 de 2009 o el 2-3 del 23 de abril de 2017, la tarde en que Lionel Messi mostró su camiseta en territorio enemigo.
Pero la historia de los Clásicos tiene en este mes de enero dos fechas especiales, que marcaron sendas temporadas y de las que se cumplen ahora treinta años, cuando el Real Madrid de Jorge Valdano destrozó al Barça de Johan Cruyff, lo que quedaba del Dream Team, por 5-0 en un Bernabéu explosivo.
Fue, aquella 'manita' del 7 de enero de 1995, la carta de devolución de la humillación que un año antes, el 8 de enero de 1994, le propinó el Barça en el Camp Nou al Madrid de Benito Floro.
La 'Cola de vaca' de Romario, su hat-trick, el obús de Koeman, Bruins Slot saludando con sus cinco dedos (imagen que repitió Piqué en 2010). El último grito del Dream Team que enlazó su cuarto título de liga y despidió la temporada arrodillado en Atenas por el AC Milan de Fabio Capello.
La 'manita' azulgrana de 1994, jornada 18, significó la práctica expulsión del Real Madrid de la pelea por el título, que se encaminó a un mano a mano entre Barça y Deportivo de La Coruña. Y marcó la caída del equipo merengue, humillado dos semanas después por el Tenerife en la Copa del Rey y eliminado en marzo (ya bajo la dirección de Del Bosque) por el Paris Saint-Germain en la Recopa de Europa.
Aquel 5-0 llegó veinte años después de un 0-5 legendario, el del Cruyff futbolista, en el Bernabéu y encendió el ánimo barcelonista en la misma medida que provocó la depresión madridista. En una época que poco o nada tiene que ver con este presente globalizado.
Y que apenas un año después, 7 de enero de 1995, la euforia cambió de acera. Laudrup había cambiado Barça por Madrid; Valdano, entrenador que con el Tenerife había hundido al Real dos veces en la isla, dirigía al equipo merengue, donde goleaba Zamorano y empezaba a brillar un jovencísimo Raul.
La era Cruyff ya había pasado sus mejores días y aquel era el momento del Real Madrid, que no tuvo un excelente futuro pero se bastó para acabar con el Barça, con Laudrup de protagonista y también con Luis Enrique, autor del 4-0 y que poco debía sospechar el futuro que le aguardaba de azulgrana.
Iván Zamorano respondió en apenas 39 minutos al hat-trick de Romario un año anterior y el brasileño, hoy idolatrado por el barcelonismo, tardó dos días en abandonar Barcelona para regresar a Brasil en plena depresión azulgrana, que apenas un mes después enlazó un terrible 1-4 ante el Atlético de Madrid en la Copa y un humillante 5-0 en Santander.
Treinta años, en un suspiro de dos manitas de ida y vuelta.