BARCELONA -- Al cabo de 4 mil 326 días, cerca de 12 años, desde que debutase en el Estadio Olímpico de Montjuïc en un derbi frente al Espanyol, Leo Messi inició este sábado su 13ª temporada liguera con el Barcelona.Lo hizo presentándose en el Camp Nou con el brazalete de capitán para recoger junto a Iniesta la Copa conmemorativa del último título conquistado y de forma inmediata puso en marcha la fiesta habitual.
Quiso el Betis y pudo el Barça. Probablemente porque a nivel colectivo el campeón está muy por encima del equipo andaluz. Pero con absoluta seguridad porque el ‘10’ del Barcelona lo luce un tal Leo Messi, que de manera sobrenatural se convirtió como quien no quiere la cosa en el dueño de la fiesta. Nada nuevo.
Es difícil echar la vista atrás, o dejarla en el presente, y encontrar un profesional que en un deporte de equipo mantenga una longevidad al primer nivel, primerísimo, como lo hace Messi.
Viene a la memoria de forma inevitable el nombre de Michael Jordan, un deportista singular… Que hizo una pausa en su carrera pero que ocupó de manera invariable el escenario mundial desde su eclosión con los Chicago Bulls en 1984 y hasta su despedida con los Washington Wizards en 2003. Leo es el Jordan del fútbol, el Tom Brady, el Wayne Gretzky, el Manel Estiarte… Un deportista inclasificable por su significado y el legado que, con no pocos años por delante, ya ha dejado para este deporte.
Barcelona, el Barcelona, no sería lo mismo sin Messi y a cada partido que juega alimenta su voracidad y su leyenda con una calidad nunca vista en el Camp Nou. Probablemente no vista en toda la historia del fútbol.
El Barcelona comenzó la temporada en modo aplastamiento bajo la dirección de un ‘10’ cuya magia ha crecido con el paso de los años, capaz no de reinventarse, sino de mostrar al mundo entero que es el mejor ‘todocampista’ que se ha visto en el fútbol moderno, que tanto ejerce de extremo como de punta, de interior o de organizador.
Ocho títulos de Liga en doce temporadas le contemplan, una colección de trofeos a nivel colectivo e individual que acaban con cualquier debate y que, doce años después de que asomase por primera vez en un partido de Liga, le han convertido en un personaje por si mismo. Leo Messi es fútbol.
Bendito fútbol que elevó a la categoría de arte y que mantiene como un desafío inacabable a la lógica. Es el mejor regalo que pudo cualquier hincha del Barcelona imaginar que disfrutaría. Y que sigue disfrutando…