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El Barcelona provocó en Luis Enrique el mismo efecto que en Guardiola

BARCELONA -- Pep Guardiola anunció su decisión de abandonar el banquillo del Barcelona el 27 de abril de 2012, tres días después de ser eliminado por el Chelsea en las semifinales de la Champions y argumentando su marcha en una saturación. "Me he vaciado y necesito volver a llenarme; recobrar la pasión", afirmó el catalán en un escenario que guarda ciertas similitudes con el actual de Luis Enrique.

"Vivo mi profesión de una manera muy intensa y con muy pocas horas de descanso y ese es el motivo", argumentó este miércoles el asturiano, que dio a entender que está, también, saturado. Vaciado, en otras palabras. Diferentes en las formas pero similares, muy similares, en el fondo, la despedida de los dos entrenadores conducen al mismo lugar.

Luis Enrique anunció su marcha con cuatro meses de plazo y dándole tiempo, de sobras, al club para encontrarle un sustituto en el que ya trabaja Bartomeu. Con Sampaoli y Valverde en el primer plano, las especulaciones van a multiplicarse.

La presión del banquillo del Barcelona, como de cualquier gran club en los últimos años, ha vuelto al plano. Tres años se mantuvo Antonio Conte en la Juventus, como Blanc en el PSG, Pellegrini en el Manchester City o Mourinho en el Real Madrid...

Con mayor o menor éxito, la presión en los banquillos se ha convertido en absoluta en el fútbol moderno y en el caso concreto del Barça la despedida de Luis Enrique recuerda indiscutiblemente a la de Guardiola. El asturiano se ha cansado, está saturado y falto de esa pasión que siempre entendió necesaria para entrenar. Y ante un futuro que adivinaría sombrío, sin la electricidad de antaño y las dudas en el campo, prefiere dar un paso al lado.

El Barcelona busca entrenador con un perfil deportivo determinado... Pero también con una personalidad lo suficientemente fuerte como para aguantar la presión que se adivina alrededor del club. No solo en la relación con los medios o con el vestuario, sino, en general, con el desgaste que se conoce provoca el cargo.

El fútbol ha cambiado y los ciclos de los entrenadores también. Arsene Wenger es el último de una estirpe que puede acabar este mismo verano, después de dos décadas en el mismo banquillo. Porque en la actualidad la excepción la personaliza cualquiera que se mantenga en un mismo club durante más de tres años.