BARCELONA -- El Barcelona no quiso atender en agosto una llamada en nombre del Arsenal para estudiar el traspaso de Dembélé y no sabe en noviembre cómo encauzar al futbolista, tras descubrirse que la espantada que protagonizó saltándose un entrenamiento no es más que la confirmación de las sospechas de que su día a día no es, precisamente, el más adecuado para un profesional de primer nivel.
Desde Inglaterra se lanzó un interés de Jürgen Klopp en hacerse con el fichaje del jugador, estando el Liverpool, en teoría, dispuesto a pagar 109 millones de dólares por su incorporación, ya fuera inmediatamente en el mercado de invierno o esperando a final de temporada. De la noticia, publicada por el diario The Sun, no existe constancia en el Camp Nou donde, por ahora, se intenta mantener silencio.
Pero en el club se mezcla la calma con el hartazgo y la impaciencia, aumentan las voces favorables a su posible venta y ya no se disimula con él. Como si de un muñeco de trapo se tratase, la figura de Dembélé es descuartizada a diario. Moussa Sissoko, el representante del jugador, rechazó la acusación cursada desde Alemania según la cual dejó su vivienda de Dortmund en mal estado y con varias facturas pendientes de abonar.
Lo hizo después de mantener esta semana una reunión al más alto nivel con los dirigentes del club, con el propio presidente Bartomeu a la cabeza, en la que se puso de manifiesto la delicada situación personal del futbolista, su inadaptación, falta de compromiso y actitud que le han conducido a un momento que se entiende definitivo. O se reconduce o se corta por lo sano...
Mientras Valverde intenta navegar con tranquilidad y no tensar más la cuerda de lo necesario, como hizo dejándole fuera de la última convocatoria frente al Betis pero rechazando la opción del club de imponerle una fuerte sanción, desde los despachos ya se ha conminado tanto a Abidal como al agente del jugador a ponerse firmes con él, conminándole a una reacción urgente. ¿Amenaza? En toda regla.
Sissoko, el representante, recogió el mensaje comprendiendo que Dembélé ha perdido, incluso, el apoyo de buena parte del vestuario, cansado tanto de su pasotismo como de sus desplantes fuera del terreno de juego y que le ha lanzado diversos mensajes, ya fuera por parte de Rakitic o de Piqué... Y que tuvo incluso participación por parte del excapitán Puyol de manera tan sutil como evidente.
Este viernes se especificó, a través de otra información del diario As, que aquella espantada del entrenamiento de Dembélé, que se vendió como una indisposición, se debió a su afición desmedida por los videojuegos y que habría provocado que se pasase con sus amigos jugando hasta altas horas de la madrugada, quedándose dormido al día siguiente.
Es, de momento, el último capítulo alrededor de un futbolista al que su propio seleccionador, Didier Deschamps, ha puesto en alerta, sumándose a todas las voces que provocan todo el desasosiego existente en el Barcelona.
Y es que el tiempo se le acaba a Dembélé.