MADRID -- Ausente sin previo aviso en el entreno del jueves, a Ousmane Dembélé le mandó al gimnasio el viernes Ernesto Valverde y a la grada este sábado, apartándole de la convocatoria del partido frente al Betis, queriendo negar con la palabra que su decisión fuera un castigo pero escudándose en cuestiones “de orden interno” lo sucedido dentro del vestuario.
Y el vestuario, empezando por sus compañeros y acabando por el cuerpo técnico, ya ha comenzado a hartarse del jugador francés, hasta el punto que el entrenador, cansado de darle oportunidades, perdió la paciencia y le mandó un recado envenenado.
A veces anárquico en su juego dentro del campo, lo que se le disculpa por su forma de desenvolverse en el césped y hasta aplaude por atrevimiento, es su desordenada vida personal, lo que ocupa en el club a todos los niveles. Hace dos semanas viajó, sin saberlo nadie, a París para visitar al dentista y no son desconocidos sus desplazamientos a Marrakech.
El Barça entendió que el fichaje de Abidal significaría un cambio para Dembélé, pero el secretario técnico no ha podido enderezar su personalidad y apenas sus compatriotas Umtiti y Lenglet le ofrecen cierto apoyo entre la plantilla.
Así, decepcionado con su actitud, Valverde, personaje que suele tratar con mucha mano izquierda su relación con los futbolistas, solventó ya cortar por lo sano. Le defendió cuando llegó tarde al Camp Nou con ocasión del Barça-Inter, como había restado trascendencia a su tardanza en prepararse para sustituir a Messi la noche del Sevilla; disculpó sus retrasos en acudir a los entrenamientos y hasta miró a otro lado cuando se le inquirió en una tardanza a una charla técnica... Pero esta vez dijo basta.
El “orden interno” es la manera en que el técnico quiso apartar del plano la crisis que se vive alrededor de un jugador que ha empezado a perder el favor de sus compañeros, que de las bromas han pasado al hastío y pasotismo. Si se le considera un futbolista especial, con un talento extraordinario, también se le afea, ya sin disimulo, el nulo compromiso que muestra con el equipo.
El comportamiento de Dembélé fuera del césped provoca tanta preocupación en las altas esferas del Barcelona como enfado entre los profesionales. Disfrutó de un último perdón en el Clásico pero su actitud, a pesar de los avisos continuados por parte de sus compañeros, no ha cambiado. Y ello es lo que cansa a un Valverde harto de apostar por él.
Ya en agosto, antes de comenzar la temporada oficial, el entrenador no se atrevió a dar por hecha su continuidad en el club, cuando se especulaba con una posible marcha. Y este sábado, trasladando que el jugador tiene “un talento increíble”, tampoco constató que su continuidad esté fuera de toda duda.
Se sabe que en agosto el Barça descartó negociar con el Arsenal, que mostró interés en su fichaje y estaba dispuesto a acercarse a los 120 millones de dólares pagados en su día al Borussia Dortmund, y se sospecha que perdió una ocasión de oro para recuperar buena parte de una inversión que a estas alturas se considera en peligro máximo.