BARCELONA --Cuando Ronald Koeman, el día de su presentación como entrenador azulgrana, proclamó que solo quería en la plantilla a quienes quisieran jugar en el Barça nadie sospechó, o se atrevió a sospechar, que ese aviso pudiera tener a Leo Messi como probable destinatario.
Pero con el paso de los días empieza a parecer que ya entonces Koeman sospechaba que Messi, horas después, le trasladaría personalmente que no veía futuro para él en el club.
Cinco días después del burofax más famoso de la historia del Barça, solo Bartomeu se mantiene firme en que no hay nada que negociar y que su único escenario es que Messi siga en el club. Por lo menos hasta el final de su contrato. Pero... Nadie, nadie, parece que esté por la misma labor.
En todo este conflicto llama la atención que nadie del llamado entorno, ningún aspirante a la presidencia en las próximas elecciones, haya ido más allá de la crítica descarnada, con más o menos razón, contra Bartomeu pero, en cambio, no haya dicho ni media palabra de sus intenciones respecto a Messi.
Ni Laporta, mudo, ni Font, Rousaud, Freixa, Benedito o Farré han mostrado un mínimo interés en darle a conocer públicamente a Leo que en sus planes de futuro su figura es indiscutible. No han manifestado que ellos, en caso de ganar las elecciones, le facilitarán todos los mecanismos necesarios para que sea feliz en el Barça ni, tampoco, lo principal, le han pedido que recapacite en su idea de marcharse inmediatamente, espere a las elecciones en marzo de 2021 y entonces, tras conocer el proyecto del presidente ganador, tome una decisión.
De hecho, ninguno de ellos ha levantado el teléfono para hablar con Leo o con su entorno más cercano e interesarse directa y discretamente por la situación. No han preguntado si existe una mímima posibilidad de hacerle cambiar de opinión al menos hasta las elecciones. Nada. Cero.
¿No quieren a Messi acaso? Daría la impresión que a quien deba mandar en el Barça del futuro la ausencia del argentino le supone un alivio, por extraño y descabellado que parezca y por más que en todas sus manifestaciones públicas sus elogios hacia Leo sean tan sentidos como su crítica hacia el actual presidente por el fracaso de su gestión con el capitán.
A Koeman se le presenta un desafío inmediato monumental inmediato y a Bartomeu le aguarda una pesadilla diaria. Merecida, seguro, pero convertida en la mejor noticia, o eso parece, para su sucesor. Con el conflicto en pleno estallido, cuando Messi ya ha dado el paso definitivo y se multiplican en las redes reacciones de todo tipo suena curioso, cuanto menos, que ningún aspirante a la presidencia del Barça haya proclamado que él, en primera persona, quiere que el capitán lidere su proyecto de futuro.
Más aún que ni se lo haya dicho directamente. ¿Quieren a Messi? ¿De verdad?