Cargando con el paso del tiempo. Más años pero el mismo espíritu indomable. Y otra vez el mundo habla de la bestia. Jamás se puede subestimar y mucho menos dar por muerto a Luis Alberto Suárez.
Lo silbaron en Nacional. Lo trataron de gordo en Groningen. Se peleó contra toda Inglaterra. Derrotó los tiempos de la medicina en el Mundial de Brasil 2014. Lo expulsaron como un delincuente. Recibió una histórica sanción que llegó a poner en riesgo su pase a Barcelona. Y cuando era ídolo en el club catalán, lo echaron de la peor forma. Pero jamás claudicó. Luis Suárez, como ayer, como siempre, ¡otra vez de pie!
Una pregunta de su hija Delfina lo puso en apuros: "Papi ¿por qué vos no estás con tus compañeros?", preguntó con la inocencia propia de la niñez. Se le hizo un nudo en la garganta. El silencio gobernó la escena. La niña lo miraba esperando respuesta. Salió del paso diciendo que era por la rodilla.
"Hasta que en un momento me dijeron que le dijera a mi hija la verdad, para que no pensara que tenía un padre perfecto, para demostrarle que podía cometer errores. Tuve que ser fuerte y decírselo y tratar de enseñarle que de los errores se aprende", rememoró de aquel hecho que marcó su carrera.
La FIFA había terminado con su vuelo. Se le aplicó la pena más grande de la historia. Lo dieron por muerto. Como el pájaro al que le cortan las alas.
Pero su vida fue una pelea constante.
El dolor de los silbidos
Año 2005. Allá andaba Luis Suárez discutiendo con los habitantes de las tribunas del Parque Central que lo silbaban. "Me acuerdo de una mala racha donde no hacía goles y se lo cuestionaba", rememoró en una conferencia el Maestro Oscar Tabárez.
Luis tampoco olvida aquellos tiempos ni los gritos recibidos. "Desde que empecé en Nacional y la gente me chiflaba porque no hacía goles, del 'sacalo que este es un perro'".
Pese a todo, lo citaron a la selección juvenil. Una mañana, en la que Tabárez observaba el entrenamiento, se le arrimó el técnico de la Sub 20 de entonces y le comentó que Suárez perdía muchas pelotas. "Yo le dije que miraran todo lo que hacía Suárez", recordó el técnico de la selección mayor.
Antes del Sudamericano juvenil el delantero fue negociado a Groningen de Holanda. Allá cargó con otro estigma. "En Groningen me decían que estaba gordo", recordó.
Pero Luis silenció a todos. Sus goles despertaron el interés del Ajax que se lo llevó para el inicio de la temporada 2007/2008. Fue emblema, capitán y goleador. Lo vendieron a Liverpool de Inglaterra.
La lucha contra los ingleses
Un 15 de octubre de 2011 los ingleses despertaban con los nervios en el cuerpo. Se jugaba el clásico: Liverpool – Manchester United. En la cancha, el hombre del espíritu indomable. El duelo terminó en tablas: 1 a 1. El tema fue al día siguiente. El francés Patrice Evra declaró al diario The Guardian que Suárez le había dicho la palabra "negro" en varias oportunidades.
Y ardió la Premier. El respaldo de Liverpool no fue suficiente para que la FA (Asociación de Fútbol de Inglaterra) sancionara al uruguayo con ocho partidos y una multa económica.
Pero, mire lo que son las cosas, unos meses después los rivales se volvieron a cruzar por la fecha 25 de la Premier. Los ojos del mundo estaban mirando a Suárez. Y el diablo volvió a meter la cola. En el acto previo al partido, cuando los jugadores cumplen con la ceremonia de darse la mano, el uruguayo ignoró a Evra. Otra vez en el ojo de la tormenta.
Todo esto fue desgastando a Suárez que entró en un tira y afloje con Liverpool para cambiar de club. Llegó incluso a estar separado del plantel por unas declaraciones donde pidió a los dirigentes que cumplieran dejándolo salir.
Pese a los golpes, Luis se volvió a poner de pie. Terminó siendo máximo goleador de Liverpool en 2012 y 2013 y votado como el mejor jugador del club en 2013 y 2014.
La pelea contra los tiempos de la medicina
A tres semanas del Mundial de 2014, en pleno entrenamiento con la selección uruguaya, Luis acusó un dolor en la rodilla izquierda. El golpe en el último partido de la Premier le pasaba factura. Los estudios confirmaron lo peor: lesión de meniscos. La sanidad de Uruguay decidió someterlo a una artroscopía.
Los tiempos de la medicina claramente no daban. Era imposible. El país envuelto en un drama. ¿Cómo jugar el Mundial sin Suárez?
Otra batalla. Otra vez levantarse y volver a empezar. "Yo no te prometo pero tenemos que luchar el día a día", le dijo Walter Ferreyra, el kinesiólogo que jugó un rol vital. Por esos tiempos el hombre peleaba la vida contra una dura enfermedad.
"Dos días antes del partido con Inglaterra hablamos lo que teníamos que hablar. Lo integramos al plantel y fue una manera de limpiar la cabeza. Los ingleses hablaban mucho, mucha presión. Había mucha plata de por medio. A mí me importaba un carajo todo lo que decían", reveló Ferreyra en el programa Efecto Mariposa de Radio Uruguay.
La celeste había perdido en el debut. Urgía la victoria contra Inglaterra por la segunda fecha del grupo que compartían con Costa Rica e Italia.
Luis entró a la cancha. Y terminó con los ingleses. Memorable. Salió corriendo a abrazar a Walter.
"Si le preguntás a los doctores, la recuperación de mi lesión demanda un mes y medio en adelante, y yo en dos semanas estaba jugando. Hice un gran esfuerzo. En el segundo gol contra Inglaterra llegué tambaleando y la rodilla me temblaba", reveló Suárez el 13 de noviembre de 2014 en una nota colectiva con los medios.
Expulsado como un delincuente
Y llegó la última fecha del grupo. La poderosa y temida Italia en el camino de la celeste. Partido duro y en determinado momento, Suárez no puede con su genio y muerde al italiano Giorgio Chiellini. Uruguay gana con gol de Godín. El escándalo estalla con el equipo en camarines. Al otro día la noticia inesperada. En pleno entrenamiento el técnico Tabárez reunió al grupo y comunicó que Suárez no solo se tenía que ir del Mundial sino de Brasil.
"No me puse a llorar porque estaba el maestro adelante. Pero los días siguientes me pasé llorando. Fue una sensación muy rara la de abandonar la concentración", contó Suárez a los medios en noviembre de 2014.
El pueblo uruguayo se volvió a embanderar con Luis. Mucha gente lo fue a recibir al aeropuerto y le hizo el aguante en la puerta de su casa. Luis salió a saludar al balcón con su hija en brazos. Hasta el presidente José Mujica sacó la cara por el salteño insultando a los dirigentes de la FIFA.
Recibió la pena más dura de la historia. Cuatro meses inactivo. Pero no fue lo único, la sanción puso en riesgo su pase a Barcelona.
"Cuando se confirmó la suspensión estaba en una casa en el medio del campo y me largué a llorar porque se me caía todo. Si el pase no se hacía, era volver a Inglaterra. Bancarme todo de nuevo, volver a dar vuelta todo de nuevo después de lo que pasó en el Mundial", recordó el delantero.
Pero Luis se volvió a poner de pie. Y, vaya paradoja del destino, regresó a la selección a nivel oficial jugando contra Brasil en Brasil, el país de donde lo habían echado. Y fue lo peor que le pudo haber pasado a los brasileños, porque les hizo el gol del empate definitivo 2 a 2.
Echado de Barcelona
Nadie le regaló nada a Suárez. Cuando desembarcó en Barcelona surgió la incertidumbre de que no encajaba en el juego colectivo del equipo. Es más, en un momento, en Uruguay se puso en duda que Messi no le pasaba la pelota.
Suárez contó su experiencia en el programa La Caja Negra de TV Ciudad: "Yo sabía que iba a un club donde las figuras son Leo (Lionel Messi), Ney (Neymar) o (Andrés) Iniesta. Hay quienes dicen que Messi hace la jugada, yo me desmarco y no me la da. Pero yo hablo con él o con Ney para decirles que les arrastro la marca y que lo aprovechen".
Suárez lo volvió a lograr. Ganó todo en Barcelona. Llegó a la cresta de la ola. Se convirtió en ídolo. Pero, inesperadamente, en 2020 el club de su vida le pegó una patada. No le renovaron el contrato.
Los dirigentes y el nuevo entrenador, el holandés Ronald Koeman, lo dieron por terminado a Luis.
Con el dolor en el alma armó la valija y se despidió de su amigo Messi entre lágrimas. Después de innumerables rumores que lo involucraban en varios clubes, terminó sellando contrato con Atlético de Madrid.
Nuevo equipo y nueva ciudad, requieren tiempo de adaptación. Y cuando lo daban por muerto, otra vez Luis le pegó una bofetada a todos.
El cuadro del Cholo Simeone multiplicó los hinchas que tenía desde la época de Diego Godín. Los colchoneros no imaginan la cantidad de uruguayos que fin de semana tras fin de semana aguardan con expectativa el gol de Suárez. Despierta rebeldía. Por estas tierras se toma como una venganza.
Alguna vez el Maestro Tabárez dijo que le sorprende que se sorprendan con Suárez. "Luis siempre estuvo a prueba y cada vez que vuelve trae cosas incorporadas de sus equipos, desafíos conseguidos", expresó el entrenador de la celeste.
Y Luis asume: "Es muy difícil que un jugador de fútbol pase todo lo que pasé yo y siga adelante".
Jamás imaginó Pablo Estramín que la letra de la canción que dedicó a los uruguayos, "Estamos acostumbrados", aplicaría a la perfección con la carrera de Lucho Suárez.
"Estamos acostumbrados, a volver siempre a empezar.
Caernos y levantarnos, y volver a tropezar.
Estamos acostumbrados, estamos acostumbrados, los hijos del Uruguay.
A tener al juez en contra y en el descuento empatar".
