BARCELONA -- Una Liga que no decidió su campeón hasta el último suspiro, que condenó al descenso al único equipo que dependía de sí mismo para salvarse y que vio como los aspirantes a la Europa League iban intercambiando de la manera más inverosímil su suerte definitiva. Una Liga que sobrevivió con solvencia a la pandemia del coronavirus, de la que sale más reforzada y esperando el regreso de los hinchas a las gradas. Esta es LaLiga por la que apostó ESPN.
Se estrenará la próxima temporada con el Atlético como campeón, nada más apreciable en un torneo a menudo, muy a menudo, reservado a los dos grandes que estarán más obligados que nunca a reforzar sus apuestas para recuperar el trono. Para un Real Madrid penalizado por la irregularidad y un Barça que por primera vez en 13 años quedó desplazado de las dos primeras posiciones.
La rebelión de Leo Messi, si permanece en el Camp Nou, la revolución que viene en el vestuario azulgrana que demanda a gritos ese cambio de ciclo esperado desde hace dos, o más, años. La continuidad, o no, de Ronald Koeman en el banquillo y, con todo, la posibilidad de asistir un curso más a la excelencia que personaliza el crack argentino, máximo goleador por octava temporada y alcanzando por séptima los 30 goles... Que se dice pronto.
LaLiga en ESPN asistirá tan expectante a esos cambios en el Barça como a lo que pueda suceder en un Real Madrid que sigue adelante con la remodelación monumental de un Santiago Bernabéu llamado a ser el mejor estadio del mundo y preparándose para acoger en no muchos meses a un equipo al que Florentino Pérez, su presidente plenipotenciario, quiere dar un empujón. El mandatario merengue siempre fue amigo de proyectos galácticos y no cuesta imaginar que su sueño de fichar a Mbappé o Haaland (inaccesible hoy por hoy para el Barcelona) no es en absoluto una utopía.
La misión de ambos será convertir el reinado del Atlético en efímero... Y no se adivina, de entrada, un reto sencillo. El rojiblanco se dibuja a través de la resiliencia que personaliza el Cholo Simeone, el entrenador más longevo en los banquillos de los grandes de toda Europa y que ha imprimido su carácter a un equipo decidido a mostrar que no es campeón por errores ajenos, sino por aciertos propios. Por saber resistir y no ahogarse cuando el agua le llegaba al cuello y que confirma que, al fin y al cabo, la suerte se decide en el área: la que defiende Oblak y la que ataca Luis Suárez.
Diez de las últimas 17 Ligas las conquistó el Barça, sumando la mitad el Real Madrid y dos el Atlético, la anterior en 2014 y esta última que sirve como presentación a esa alianza que mostrará al público de Estados Unidos, a través de las pantallas de ESPN, el crecimiento de un torneo capaz de tutear a cualquiera en todo el mundo.
IGUALDAD Y PASIÓN
A quien se empeñe en calificar a LaLiga como mediocre la respuesta es sencilla: nadie la calificó de esta manera cuando las dos temporadas anteriores la ganaron Barcelona o Real Madrid con 87 puntos, solo uno más que los sumados este curso por el Atlético. Nadie se refería a ello cuando también sumó 87 puntos el Barça de Guardiola en 2009, 82 el de Rijkaard y Ronaldinho en 2006 o 74, sí, 74, en la temporada 1997-98 bajo el mando de Van Gaal.
El Real Madrid de Capello fue campeón en la temporada 2006-07 imponiéndose por el goal average al Barcelona con un empate a 76 puntos. Y en aquel momento a nadie se le ocurrió tratar a LaLiga como un torneo devaluado, tocando ahora reivindicar la igualdad de un campeonato en el que es momento de elogiar la capacidad de un Cádiz capaz de arrancarle cinco puntos al Barça o de ganar a domicilio al Real Madrid, derrotado también en Valdebebas por Alavés o Levante y frenado en Elche o Getafe... O goleado en Valencia.
La igualdad se dibuja con el empate de un Celta en el Metropolitano después de ir perdiendo por 2-0 o del asalto que protagonizó el Levante, tanto como del descaro y crecimiento de ese Sevilla capaz de mantener el pulso de los tres grandes hasta las últimas jornadas.
Pero, también, en la pelea por un descenso que no quedó sentenciado hasta el último suspiro, cuando un gol del Huesca que no llegó, habría condenado al Elche y le habría salvado. Con ese Valladolid de Ronaldo que mantuvo la confianza, signo de una normalidad que ya no existe, en su entrenador hasta el último día y que abrazó por unos instantes el milagro de la salvación.
Del orgullo del Eibar, descendido pero con la cabeza alta hasta el último día y capaz de empatar en el Camp Nou o vencer en el Pizjuán para añadir ese picante que contra la mediocridad que algunos dicen es, en realidad, la salsa que convierte a LaLiga en un campeonato desbordante de pasión.
Esa pasión, esa igualdad, esas estrellas y esas sorpresas son las que explican la apuesta indisimulada de ESPN por LaLiga, que a partir del mes de agosto trasladará todas esas imágenes a Estados Unidos.