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Barcelona en crisis: Fútbol horrible, afición enojada, espiral de deudas y Koeman contra Laporta

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El FC Barcelona estaría buscando sustituto para Koeman; Xavi Hernández podría ser opción (3:16)

Información de Moisés Llorens sobre el sinuoso presente que vive el conjunto catalán con Ronald Koeman al frente. (3:16)

Barcelona está en crisis, de eso no cabe duda. Podría llegar a ser la mayor crisis en la historia del club -incluyendo las cuatro décadas durante las cuales España estuvo gobernada por un dictador de derecha con un profundo desagrado por la cultura catalana, quien prohibió la lengua y encarceló o "hizo desaparecer" a muchas personas de dicha ciudad y sus alrededores. Pero si le preguntas a una docena de personas, seguramente obtendrás una docena de respuestas diferentes sobre cuál creen que es la verdadera crisis del club.

Pregúntales a las 28.000 almas valientes que presenciaron el pésimo empate local 1-1 ante un Granada hasta entonces renqueante y fácilmente vencible, y te dirán: "El partido del lunes por la noche alcanzó el nivel de crisis".

El equipo de Ronald Koeman, con un par de excepciones, mostró una notable alternancia entre la ingenuidad, la vergüenza, la falta de confianza y la total falta de ideas. Fueron 90 minutos del peor fútbol en la memoria del Camp Nou. Tan pobre fue que Koeman pronto podría estar buscando empleo. Aunque eso es dudoso, en parte porque Barcelona realmente no querrá resarcirlo, y también porque están justo en medio de una serie de partidos, y despedir al actual entrenador y tomar una decisión precipitada sobre otro, incluso sobre uno interino, sería un riesgo enorme.

Para algunos seguidores de Barcelona, el titular es cómo se las arreglará este club, este plantel y, sobre todo, este equipo sin Lionel Messi por primera vez en 17 años. Otros señalarán que el asombroso nivel de deuda a corto, mediano y largo plazo del club es suficiente para acabar con muchos negocios fuera del idiosincrásico y autocomplaciente mundo del fútbol. Eso es una verdadera crisis.

Y después de la última semana de tijeretazos y discordias entre el presidente Joan Laporta y el entrenador Koeman, seguramente habrá quienes se inclinen por la idea de que la "crisis" se refiere a los problemas que evidentemente están haciendo daño aquí y ahora.

Si bien no es terminal aún, la situación evidentemente está muy lejos de ser ideal entre Laporta y Koeman. Y, no te preocupes, aún hay otra "crisis" por destacar.

Cuando Laporta se hizo con el poder del Camp Nou en 2003, Barça nunca había tenido un patrocinador de camiseta en toda su historia. No sólo utilizó la campaña electoral para ensayar su respaldo al patrocinio de camiseta, sino que él y su junta directiva optaron por revalidar el cambio radical con otra votación en la primera Junta General Anual tras ganar las elecciones presidenciales. Asustados por la idea de poner el nombre de una empresa de apuestas en la camiseta blaugrana, en 2006 optaron por invertir dinero en la organización de beneficencia humanitaria UNICEF para que el primer patrocinio fuera único en el fútbol mundial. Cuando Gerard Piqué llevó a Rakuten a la mesa en 2016-17, los patrocinadores japoneses inyectaron sumas de dinero inmensamente valiosas.

Sin embargo, hay dos cosas que sugieren que el club pronto podría poner la camiseta de Barcelona en el mercado, ya que su acuerdo con Rakuten finaliza en 2022. Un video en el que se ve a Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé burlándose del personal de un hotel japonés durante la gira de pretemporada de Barcelona en 2019 enojó a muchas personas, entre ellas el presidente de Rakuten, Hiroshi Mikitani, quien inmediatamente exigió explicaciones y disculpas. Y Barcelona hoy es una marca significativamente menos atractiva de lo que era cuando Piqué la vinculó con el equivalente asiático a Amazon... mucho menos.

Pocos esperan que Rakuten renueve el contrato. Un momento brutal. Si el agujero negro financiero es la crisis principal, se sumirá en un espiral catastrófico si Barcelona debe vender los derechos de patrocinio de su camiseta por debajo del valor de mercado o no consigue atraer a un inversor.

Y no hay que olvidar otra crisis: La ruptura gradual pero cada vez más ruidosa entre el club y sus fans. Mientras el ayuntamiento eleva el cupo de espectadores que Barça puede tener dentro del Camp Nou en medio de la pandemia de COVID-19, al club le está costando atraer a la misma cantidad de socios. En un momento que el equipo realmente necesitaba sentir el rugido de la fe y la rebeldía de los hinchas, el público del lunes por la noche fue lamentable: 13.000 personas menos de lo permitido.

Sin embargo, esto no tiene que ver exclusivamente con el disgusto de los aficionados. La pandemia ha cambiado hábitos, reducido los ingresos de muchas personas e hizo que algunos aficionados previamente incondicionales, sobre todo las personas mayores, se sientan menos seguras en grandes multitudes. Pero el hecho ineludible es que Barcelona debe trabajar para convencer a parte de su afición de que merece la pena hacer la visita, que el entretenimiento será bueno independientemente de que puedan festejar o no una victoria.

La situación es tan grave que el presidente Laporta publicó un video personal antes del partido de la Liga de Campeones contra Bayern Munich la semana pasada rogando a los seguidores del club (el video estaba subtitulado en inglés, pero se emitió en catalán) que asistieran y alentaran con positividad. La versión corta: "Ésta es una noche de Champions. Les pido que motiven a nuestros jugadores y a nuestro entrenador más que nunca. Es una de esas noches en las que hay que venir al estadio con fuerza, ilusión, orgullo y con la camiseta de Barça para dejarlo claro: ¡Barça ha regresado! #BarcaBayern".

Koeman armó un equipo para defender, para evitar una paliza y para que no se repitiera el 8-2 del último encuentro entre estos equipos. (Algunos podrían decir que para evitar el tipo de derrota humillante que habría amenazado su continuidad en el puesto).

Sin embargo, lo que no evitó fue la ira de su empleador. No sólo hubo una prolongada reunión de emergencia de la directiva tras la amplia derrota por 3-0 -la única queja de Julian Nagelsmann fue que su equipo de Bayern no marcó más goles-, sino que la transmisión partidista de Laporta a los culés fue notablemente diferente al día siguiente. La versión abreviada del video: "Un mensaje a todos los culés: confíen y apoyen a nuestro equipo. No tengan dudas de que resolveremos esta situación. '¡Visca el Barca!'"

¿Ven la diferencia? Antes del partido con Bayern, fue un pedido en nombre del equipo y del entrenador. Tras la amplia derrota, el video de Laporta no pidió apoyo para Koeman. Pueden leer de eso lo que quieran, pero hay dos cosas que son fundamentalmente ciertas sobre Laporta: no le gusta que la gente no siga sus órdenes y es un comunicador con talento innato y bien planificado. La omisión del apoyo a Koeman fue deliberada.

La semana anterior, durante las charlas que mantuvieron con respecto a la extensión del contrato del holandés, que expira en junio de 2022, Laporta le dijo que el nuevo acuerdo iba a depender del tiempo de juego que tuvieran Riqui Puig y Samuel Umtiti, y de que Barcelona hiciera un juego más enfocado en el ataque y más atractivo. Laporta, desacertadamente, luego se lo comunicó a los medios. "Le dije a Koeman que siguiera las directivas", fue lo principal del mensaje. Koeman se opuso en público – alegando que Laporta había hablado demás. Ese ajuste de cuentas en público entre dos de los hombres con más poder y más influyentes en el equipo nunca termina siendo algo positivo para el club, el entrenador o el equipo.

Lo que todo esto está tapando es que la mayor crisis que Barcelona enfrenta en este momento es la gradual, pero desastrosa, pérdida de su identidad de fútbol moderno. El valor central durante los últimos 20 años, en los que el club supo levantar más trofeos que cualquier otro en cualquier período comparable en su historia y con el que supo ser reconocido a nivel mundial por su estilo de juego, ha sido la manera en la que Barcelona creía que debía jugar.

Messi, Xavi, Andrés Iniesta, Ronaldinho, Dani Alves, Sergio Busquets, Samuel Eto'o, Luis Suárez, Gerard Piqué y Carles Puyol han sido individuos excepcionales, pero lo que siempre elevó a su equipo por encima de la suma de sus partes fue el concepto de cómo tenían que jugar. El concepto Johan Cruyff-Pep Guardiola de un fútbol posesional y posicional ha ido erosionándose de manera consistente con el paso de los años y, recientemente, ha sido abandonado por completo.

Así es, el lamentable espectáculo de los defensores centrales, Ronald Araujo y Piqué convirtiéndose en las mejores opciones de anotación de Barcelona contra Granada el lunes mientras que el resto del equipo lanzó la pelota al área como si esto hubiese sido Inglaterra en la década de 1980, dejó al descubierto el completo abandono del fútbol Cruyff-Guardiola. Pero esto no es algo nuevo.

Los principales equipos europeos como París Saint-Germain, Juventus, Liverpool, Bayern, ahora esperan poder superar a Barcelona sin demasiadas dificultades. ¿Por qué? Porque, tal como Xavi solía explicar en su mejor momento personal y también del equipo, Barcelona juega en absoluta desventaja con sus jugadores con mayor inteligencia, pero de mejor contextura física.

El maestro del mediocampo, que en este momento debería estar entrenando a este equipo en vez del escuadrón de la Qatar Stars League, Al Sadd, e inculcando otra vez los valores perdidos, siempre señaló que eran los ideales futbolísticos de "conserva la pelota, haz que el rival persiga la pelota, no cometas errores, recupera la posesión rápidamente cuando la pierdas, vuele locos a tus rivales”, los que hacían que ellos superen e incluso a veces humillen a equipos muy buenos que por lo general tenían la ventaja en cuanto a la altura, la potencia o el atletismo.

Los espacios en la cancha, la posesión de la pelota y los pases han sido empleados de forma diferente a lo que Koeman apostó contra Bayern – y radicalmente diferente a la formación 3-5-2 de la temporada pasada. Y una vez que estos conceptos, alguna vez brillantes, comienzan a empalidecer, aunque sea un poquito, los equipos más grandes, más veloces y más trabajadores dejan a un lado a Barcelona. Y esto ha estado sucediendo hace algunos años.

Ahora, en medio de la tormenta perfecta de jugadores entrados en edad, la partida de su genio, la catástrofe económica y la lucha interna, Barcelona corre peligro de quedar absolutamente desprovisto de todo. No puede con la mayoría de los equipos físicamente hablando, ya sea en España o en Europa, porque está poblado con astros diminutos como Pedri, Jordi Alba, Eric García, Gavi, Nico, Yusuf Demir, Sergi Roberto y futbolistas más esbeltos y elegantes como Frenkie de Jong, Busquets y Piqué.

Lo que solía suceder es que hacían que la pelota se convirtiera en su jugador número 12. Era más bien su "amiga", era su arma secreta. Pero ya no. Los cánticos en Europa alegando que "el emperador no tiene ropa", también se están escuchando en España. Athletic Bilbao cantó esa canción en la semana dos y podría haber superado a Barcelona con facilidad; Getafe también entonó la misma canción en una ajustada derrota por 2-1 en el Camp Nou en la semana tres.

Para otros clubes también será una melodía pegajosa. Entonces, ¿Cuál podrá ser el remedio?

Barcelona tiene un equipo que, una vez que todos estén bien físicamente, podría pelear por el título en España. Es algo posible. Algo que preocupa más en el corto plazo a Laporta, Koeman (si es que sigue a cargo en ese momento) y a todos aquellos que han prestado plata al club para ayudarlo a sobrevivir a esta dramática crisis financiera, es si el equipo podrá evitar una derrota en Lisboa, en su segundo partido de Champions League la próxima semana. Tras perder duramente ante Bayern, y probablemente volver a caer en Múnich, hay potencialmente sólo 12 puntos para ganar en el Grupo E. Una derrota ante Benfica sólo dejaría nueve puntos en juego – un total con el que un club puede, sin garantías, clasificar a la fase de eliminación donde los esperan las vitales remuneraciones.

Pero una derrota en Lisboa requerirá que Barcelona produzca una seguidilla 100% sin fallas sumando los puntos contra Dynamo Kiev en casa y de visitantes, más una victoria en casa contra Benfica. ¿Cuáles crees que serán sus chances?

Laporta se encuentra en una posición odiosa. Regresó al poder diciendo que iba a lograr que el equipo regresara no sólo a los buenos tiempos, sino a los tiempos de "Cruyff". En este momento, la situación financiera es tal que el equipo, de alguna manera, tiene que clasificar a la fase de eliminación de la Champions League y luego permanecer en la competencia tanto tiempo como le sea posible. Una eliminación en la fase de grupos, por primera vez desde 2000-01, sería catastróficamente desastrosa en términos financieros.

Koeman, evidentemente, está ofreciendo un fútbol de porcentaje. Las formaciones y las selecciones de los equipos apuntan a asegurar su puesto intentando mantener competitivo a un emparchado XI titular hasta que, gradualmente, Alba, Pedri, Sergio Agüero, Ansu Fati y Dembélé regresen.

Pero Laporta, con Jordi Cruyff en su staff, encuentra a su estilo de fútbol, particularmente lo que estuvo en exhibición en la lamentable performance contra Granada, perjudicial para su presidencia, su ego, su devoción a Johan Cruyff y, en última instancia, su reputación.

Necesito una respuesta a esto: ¿Qué harías tu si estuvieras en su posición? ¿Serías fiel a tus principios, despedirías a Koeman e irías a implorarle a Xavi que acepte dirigir al club? ¿Despedirías a Koeman e intentarías convencer a Jordi Cruyff para que se haga cargo o seguirías su recomendación de ir por Roberto Martínez? ¿O en última instancia olvidarías los principios a los que adhieres y dejarías a Koeman dónde está y comenzarías a rezar para que logre resolver esta crisis?

Quizá podamos pasarle las mejores respuestas al presidente Laporta, que sin dudas necesitará toda la ayuda posible para poder resolver esta cuestión.