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Georgia y una noche en la Eurocopa que no olvidará jamás

GELSENKIRCHEN (Enviado especial) -- No caben dudas. En algunos años, una pregunta será recurrente en Georgia: "¿Dónde estabas aquel miércoles 26 de junio de 2024?". Un día que quedará para siempre guardado en la memoria del país que se independizó el 9 de abril de 1991 de la Unión Soviética.

Sí, claro. Para muchos es solo fútbol, un deporte con 22 jugadores corriendo detrás de la pelota, un mero entretenimiento. Para otros, lo más importante de las cosas menos importantes.

¿No es para tanto? Habrá que explicárselo a Giorgi Mamardashvili, que se tiró al suelo, agarrándose la cabeza, tratando de entender que se trataba de la realidad y no de un sueño. También a aquellos que salieron disparados desde el banco para abrazar a uno de los héroes de la histórica victoria por 2-0 sobre la Portugal de Cristiano Ronaldo, para meterse en octavos de final en su primera participación en una Eurocopa. A los miles que gozaron en el estadio de Schalke 04. Y a los millones que seguramente lo siguieron por televisión.

Un gol tempranero e inteligencia de principio a fin

El arranque no estaba en los planes de nadie. Después de un fallido pase hacia atrás, Georges Mikautadze lo dejó de cara al arco y Khvicha Kvaratskhelia definió cruzado a la red. Un 1-0 a los 2 minutos para ilusionarse con que era posible.

Mamardashvili, muy bien protegido, respondió cuando lo llamaron. Lo exigió Cristiano Ronaldo con un tiro libre desde lejos y para desactivar un remate de Joao Palinha. Fue un primer tiempo con disciplina, esfuerzo y solidaridad, a imagen y semejanza de Willy Sagnol, su DT desde 2021. Por eso no sorprendió que cuando Giorgi Gvelesiani interceptó a Cristiano Ronaldo en el área, se festejó como un gol.

Un 5-3-2 para cortar los circuitos de juego de Palinha, Joao Félix y Francisco Conceiçao, y tratar de aislar a CR7 al punto de fastidiarlo. En realidad, el capitán se enojó por un agarrón de camiseta que no se percibió como penal y se ganó la amarilla. La bronca no se le fue y camino al vestuario en el entretiempo, le dijo algo a uno de los líneas y gesticuló frente a otros asistentes.

En apenas dos minutos del complemento, Portugal metió a Georgia en su área y Cristiano estuvo a punto de gritar su primer gol en esta edición. Respondieron los de Sagnol con una contra por derecha, que terminó en centro atrás y un tiro mordido de Kvaratskhelia.

El partido se puso frenético. De la jugada que todo Georgia reclamó penal de Antonio Silva a Luka Lochoshvili, a la respuesta con remate desde afuera de Diego Dalot que Mamardashvili mandó al córner. Ahí llegó el aviso del VAR, la sanción de la pena máxima y el 2-0 de Mikautadze a los 57 para el delirio de su gente.

Se agrandó Khvicha, apiló rivales en mitad de cancha y fue más "Kvaradona" que nunca, como lo apodan al atacante de Napoli. Astuto, Roberto Martínez reemplazó a Cristiano a los 66. No sea cosa que se gane una segunda tarjeta y se quede afuera de los octavos. El Bicho, todavía enojado, pateó una botella al llegar al banco.

Con Portugal partido en busca del descuento, la diferencia pudo haber sido mayor. Aunque también se agigantó la figura de Mamardashvili, una muralla infranqueable.

Los jugadores no se querían ir de la cancha. El experimentado Giorgi Loria, arquero suplente de 38 años, volvió para dejarle un mensaje a su familia y regaló su buzo. Budu Zivzivadze también regresó y firmó banderas. En la zona mixta, pasaron bailando y cantando.

El 24 de junio ya quedó inscripto en su historia. Con la motivación por las nubes y el apoyo de su gente, ahora Georgia va por más. ¿Solo fútbol? Parece que mucho más que eso.