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Analizamos el efecto dominó Neymar-Barcelona-PSG

Justo cuando Neymar deja la Ligue 1 para jugar en la Saudi Pro League, todo parece indicar que el cuantioso fichaje del brasileño hace seis años no funcionó para ninguna de las partes involucradas. Mohammed Saad/Anadolu Agency via Getty Images

Seis años después de la sorprendiente transacción, todo parece indicar que el cuantioso fichaje de Neymar no funcionó para ninguna de las partes involucradas.


Hace poco más de seis años, todo parecía indicar que el mundo del fútbol había cambiado para siempre. Aproximadamente dos meses después de protagonizar la mayor remontada de la historia de la UEFA Champions League, vistiendo la camiseta del Barcelona enfrentándose al Paris Saint-Germain, Neymar dejaba el Camp Nou para jugar con el PSG.

Como era obvio, el precio de su ficha saltaba a la vista de todos. ¿Y cómo no iba a ser así? El PSG pagó €222 millones para activar su cláusula de rescisión, luego de que el Barça había fijado una cifra supuestamente impagable durante sus negociaciones contractuales. Después de todo, el récord previo para un fichaje era de "apenas" €105 millones, pagado por el Manchester United para contratar a Paul Pogba el verano anterior.

Luego de varios años de aumentos graduales de €5 millones, €10 millones o €15 millones, el récord mundial en fichajes se duplicó de la noche a la mañana. Anteriormente, el mayor incremento registrado fue de €60 millones a €77.5 millones. Ambos hitos fueron impuestos por el Real Madrid: primero con Luis Figo y después con Zinedine Zidane. Hablamos de un aumento de €17 millones. El pase de Neymar al PSG incrementó la marca en... €117 millones. El hecho de que ahora existiera un club de fútbol capaz y dispuesto a hacer un desembolso semejante significaba que los fundamentos del futbol habían, pues, cambiado drásticamente.

En aquel momento, no estaba del todo claro cómo habían cambiado. Pero en el pasado, se tenía por sentado que los mejores futbolistas del mundo eventualmente llegarían al Barcelona o Real Madrid. A veces, no había suficiente espacio para todos, y obviamente no todas las superestrellas del fútbol querían vivir en España, pero así solían funcionar las cosas en el mundo del fútbol.

Con Neymar, el Barcelona había fichado al segundo mejor futbolista del mundo para que hiciera dupla con el mejor jugador del mundo en la actualidad: Lionel Messi. Llegó a Cataluña con 21 años, ganó la Champions League a los 23 y se esperaba que se mantuviera allí por el resto de su carrera. Pero partió a los 25. Las superestrellas no solían hacer eso cuando jugaban con el Barcelona o Real Madrid. Habíamos arribado a un mundo nuevo.

¿O no? Seis años después de la que probablemente sea la transacción individual por un futbolista más sorprendente de todos los tiempos, y justo cuando Neymar deja la Ligue 1 para jugar en la Saudi Pro League, todo parece indicar que su cuantioso fichaje no funcionó para ninguna de las partes involucradas.

Neymar

Luego de pactar con el Al Hilal de Arabia Saudita, la relevancia de Neymar al máximo nivel del fútbol global ha llegado a su fin. Lo siento mucho, pero así son las cosas. Decidiste tomar el dinero: no puedes actuar como si siguieras persiguiendo algún tipo de excelencia deportiva.

Disfruto mucho ver a Neymar jugando al fútbol y por eso, esto me causa cierta tristeza. Nunca he visto a nadie moverse como él. Se supone que el fútbol debe verse difícil: regateas un balón con los pies, y sólo hay una cantidad limitada de posiciones corporales que te permiten controlarlo con cierta seguridad. Perfeccionas los fundamentos en tu niñez, y avanzas con esa base. Al menos, ese es el caso de la mayoría. Para Neymar, no importaba que el balón fuera redondo y que tu pie fuera una cosa rara, huesuda y deforme con dedos y que tus rodillas solo pueden doblarse hacia adelante, con las caderas abiertas hasta 90 grados.

En cuanto a la habilidad pura de controlar un balón en diversas circunstancias y llevarlo hacia la portería contraria, Neymar es el mejor de la historia.

Sin embargo, el gol que pudieron ver anteriormente simboliza su carrera de cierta forma. Fue una corrida increíble y una definición tremenda. Toda suya, ya que es el único capaz de hacerlo. Faltando pocos minutos para el final de la prórroga de un encuentro de cuartos de final de una Copa del Mundo, debería haberse convertido en uno de los mejores goles de la historia del torneo. Debería haber preparado la escena para una épica semifinal contra Messi y la selección argentina, la eterna rival de los brasileños. En vez de ello, Croacia no tardó en empatar gracias a un desvío sortario con poco tiempo en el reloj, para después imponerse en tanda de penales.

Ese gol ocurrió. Todos lo vimos y percibimos su magnitud mientras se producía. Fue real… y todo lo sucedido desde entonces parecía mentira. No dista mucho del camino recorrido por Neymar en sus 10 años jugando en Europa.

No tiene sentido poner en contexto lo ocurrido en el Barcelona: fue brillante y punto final. El plantel culé de la temporada 2014-15 puede ser el mejor de todos los tiempos, y el de 2015-16 está muy cerca. En sus tres años como titular a tiempo completo con el club blaugrana, promedió 20 goles y 11 asistencias por cada temporada de LaLiga. Y jugó algo más del 80% de los minutos disponibles en liga.

Estuvo allí cuando el club lo necesitaba... una, otra y otra vez. En particular, en sus dos últimas campañas en el Camp Nou, asumía la responsabilidad cada vez que Messi se lesionaba o tenía un raro día libre.

Esta remontada ocurrió en 2017. Tenía 25 años, y pudo haber sido su último triunfo al máximo nivel del fútbol europeo. Cuando fichas por el PSG, aceptas que solo vas a tener un par de oportunidades para jugar partidos realmente importantes. Tu equipo tiene mucho más dinero que el resto del circuito francés, al punto de que iba a ganar el título de Ligue 1, fiches por ellos o no. Pero Neymar llevó ese argumento al extremo. Mientras estuvo en París, apareció en el 48% de los minutos jugados en liga, una cifra que raya en lo risible. El PSG duplicó el récord mundial de fichajes por un jugador que ni siquiera estuvo en la cancha la mitad del tiempo.

Claro que eso no les importaba mucho. Sin embargo, en sus últimas tres temporadas con la camiseta del Barça, Neymar jugó el 89% de los minutos posibles en Champions League. A pesar de soltar el acelerador en la Ligue 1, su participación europea también disminuyó al 71% de los minutos disponibles en Champions.

Esto nos deja con esta carrera a medias, increíble pero poco satisfactoria. Por una parte, Neymar fue el prospecto con más expectativas desde Messi, fichó por el Barcelona a los 21 años, encendió LaLiga casi de inmediato, superó todas las expectativas casi imposibles y ganó todos los trofeos posibles.

Desde el punto de vista de su productividad por minuto, es el jugador que más se acerca al mejor de la historia del fútbol:

Por otra parte, pues, Neymar podría ser mejor en el mero acto de jugar al fútbol: quizás no haya nadie mejor a la hora de manipular el balón con cualquier parte del cuerpo distinta a las manos. Pero rara vez lo vimos jugar después de que cumpliera 25 años.

Paris Saint-Germain

El PSG fichó a Neymar para que les ayudara a ganar la Champions League. Durante su paso por el club, clasificaron a una final (aunque fue en aquella temporada abreviada por el COVID que obligó a escenificar un minitorneo en Lisboa) y una semifinal. De resto, nunca lograron avanzar más allá de octavos de final. En todas las cuatro campañas previas a la llegada de Neymar, clasificaron a cuartos de final.

Eso no significa que los fracasos del equipo sean todos culpa de Neymar. Por el contrario, cuando tu único objetivo es ganar una competición futbolística que se decide en rondas eliminatorias increíblemente dependientes del azar, quizás no sea astuto invertir tanto dinero en un solo jugador incluso a pesar de que tienes recursos prácticamente ilimitados, en comparación con tus rivales. No obstante, de haber ganado la final de 2020 contra Bayern Munich, quizás todo el punto de la presente sección sería discutible. Si un par de rebotes hubiesen tenido otra trayectoria, quizás habrían ganado ese encuentro:

Sin embargo, en términos generales, el PSG aparentaba estar listo para asaltar el fútbol europeo en el verano de 2017. No se olviden de que habían fichado a Kylian Mbappé por lo que habría sido un récord mundial antes de la operación Neymar en esa misma temporada baja. Tenían sus camisetas marca Jordán. Después de todo, jugaban en París, por todos los cielos.

¿Se convertiría el PSG en el nuevo equipo por el que las jóvenes superestrellas quieren fichar? ¿Podían seguir arrebatándole la excelencia a los Barcelona y Real Madrid del mundo?

Pues no. La verdad, no.

A pesar de que su presidente Nasser Al-Khelaifi ha acumulado cada vez más poder dentro de la burocracia del balompié europeo y fueron capaces de utilizar a Lionel Messi justo cuando éste, finalmente, acarició esa esquiva Copa del Mundo con el seleccionado albiceleste, es probable que la posición actual del PSG dentro del orden jerárquico del fútbol sea menor a la que tenían antes de la llegada de Neymar. Juegan con su quinto técnico en seis años y siempre tienen alguna implosión patética y masiva cuando caen eliminados en la Champions. Siempre es culpa del otro.

Y aunque aparentemente Mbappé (a quien le queda un año de contrato) se quedará en el club parisino, no puedo imaginar que toda esta novela de "renueva con nosotros o comes banco" les convierta en un destino atractivo para la nueva generación de figuras del fútbol.

En la temporada 2023-24, aparentemente el PSG intenta formar algo semejante a un equipo de verdad por primera vez: rodear a Mbappé con múltiples piezas complementarias capaces de cubrir los vacíos causados al tener un jugador que no defiende mucho y necesita que sus compañeros le alimenten con el balón. Pero aún están muy lejos de alcanzar ese objetivo que tanto ansían.

Actualmente, cinco clubes (Manchester City, Bayern Múnich, Real Madrid, Arsenal y Barcelona) tienen mejores posibilidades de alzar la Champions este año. El PSG está más cerca del Manchester United (séptimo) que del puntero Manchester City.

Barcelona

En los dos años transcurridos desde la salida de Neymar, el Barcelona alzó dos títulos consecutivos de LaLiga. Sin embargo, sufrieron dos implosiones colosales en partidos de vuelta de Champions: primero contra la Roma y luego ante Liverpool. No volvieron a alzar el trofeo de LaLiga hasta el año pasado. Oh, también perdieron a Messi y se vieron obligados a vender progresivamente varias porciones importantes de sus ingresos futuros para financiar sus fichajes del presente, todo con la finalidad de mejorar su plantilla en el corto plazo.

Al menos por los momentos, el Barcelona no es el destino obligatorio de las jóvenes figuras del fútbol. Ese título lo comparten Real Madrid y Manchester City. El primero es el odiado eterno rival de los culés; el otro está gestionado por todos aquellos que ayudaron a formar las grandes plantillas barcelonistas de finales de los 2000 y principios de la década de 2010.

Cuando perdieron a Neymar, el Barcelona se mantenía en la cima del balompié europeo junto al Madrid, y quizás al lado del Bayern y la Juventus. No esperaban dejar ir a Neymar; sin embargo, su salida repentina les hizo embolsillar más de $200 millones para fichar prácticamente a quien quisieran. Messi, Luis Suárez y la mayoría del núcleo de aquella ilustre plantilla del torneo 2014-15 seguían allí. Considerando que ningún jugador había salido por la mitad del dinero involucrado en la operación Neymar, era lógico creer que esos ingresos podían reinvertirse en un grupo de jugadores que pudieran aportar más valor al club colectivamente que Neymar por sí solo.

Intentaron hacerlo, o algo así. La verdad, intentaron fichar a dos Neymar: el primero era el delantero francés de 20 años Ousmane Dembélé, por quien pagaron €105 millones al Borussia Dortmund. Luego vino Philippe Coutinho (25 años) a cambio de €145 millones traspasados al Liverpool. Entre los jugadores parecidos a Neymar (capaces de marcar y crear goles, a la vez que llevan el balón al área contraria) ambos probablemente eran las mejores opciones disponibles entre prospectos menores de 25 años. En vez de repartir el riesgo, el Barça lo apostó todo por dos jugadores capaces de ayudar a exprimir al máximo el juego de Messi después de que este cumpliera 30 años y tomar el relevo tras la partida del argentino.

Excepto que el Barça fracasó estrepitosamente en ambos casos.

Coutinho, siendo un volante/delantero que gusta de dominar el balón, demostró ser demasiado similar a Messi, bien sea desplazando al mejor jugador de todos los tiempos o privando de los movimientos sin balón necesarios para aprovechar las habilidades de Messi. Solo jugó el 32% de los minutos de su club y fue cedido tras su primera temporada completa en España.

Por su parte, el veloz Dembélé era el jugador perfecto para que hiciera dupla con Messi y aportara a un plantel del Barça cada vez más viejo y que perdía habilidades atléticas... o al menos, lo era en teoría. Pero tampoco jugó mucho. En sus seis torneos vistiendo la camiseta blaugrana, laboró en el 37% de los minutos jugados por su club en torneos domésticos. En vez de ser un problema de rendimiento, como Coutinho, el caso fundamental de Dembélé era que no pudo mantenerse sano. De todos modos, el resultado fue esencialmente el mismo.

En realidad, el único equipo que parece haberse beneficiado tangiblemente del fichaje de Neymar (y cuya trayectoria cambió de forma evidente y significativa) es el Liverpool.

Luego de que los Reds traspasaron a Coutinho al Barcelona en plena temporada 2017-18, primero adquirieron al central Virgil van Dijk (proveniente del Southampton) y no tardaron en avanzar hasta la final de la Champions League. Luego de perder 3-1 ante el Real Madrid, ficharon al volante defensivo Fabinho (que dejó el Mónaco) y al portero Alisson Becker (Roma). Ambas operaciones fueron financiadas con los recursos producto del traspaso de Coutinho. Con todos estos jugadores como titulares, el Liverpool venció al Barcelona en semifinales de la edición siguiente de la Champions, antes de imponerse en la final al Tottenham.

Ese tridente formó la médula de un equipo que ganaría todos los trofeos posibles en las cuatro temporadas siguientes. ¿Quién sabe si eso habría pasado si Coutinho se hubiera quedado en Anfield?

Por su parte, Neymar ganó un montón de dinero durante una carrera que no durará mucho tiempo, por lo que tampoco podemos considerarlo "perdedor". No obstante, creo que estaría mejor valorado por el público de haber seguido en el Barcelona, porque creo que el Barça estaría mejor con Neymar presente. La mala gestión del club había empezado antes de su partida pero, si consideramos el nivel de juego de Neymar en España (y como Coutinho y Dembélé terminaron brillando por su ausencia), es probable que Neymar hubiera elevado el rendimiento del club a un nivel superior al visto en las temporadas posteriores a su salida.

En el caso del PSG, no estoy tan seguro de que no habrían fichado a otro jugador al estilo de Neymar de no haber podido concretar al brasileño en 2017. Persigue a las grandes figuras. No importa si encajan con el resto de la plantilla. TSu historial general no sugiere que habrían encontrado a alguien mejor y, a veces, el equipo tuvo muy buen nivel con Neymar y Mbappé juntos en Champions. El mayor problema radica en la formación de un equipo en torno a ambos.

Pero quizás, si Neymar no hubiese venido, el club se habría dado cuenta de que Mbappé podría ser mejor jugador y una figura mucho más relevante... y así dedicarse a armar una plantilla en torno a sus fortalezas y debilidades. Lo dudo, pero no podemos saberlo con certeza.

Por el contrario, tenemos un proceso que bien podría no haber ocurrido nunca. Ni Barcelona ni PSG han ganado otro título de Champions League y sólo han clasificado a una final entre ambos. Con apenas 31 años, Neymar se apresta a poner punto final a su carrera en Arabia Saudita. Coutinho es suplente en la plantilla del primer técnico de Neymar en el PSG (Unai Emery) en el Aston Villa de la Premier League.

Y quizás el colofón más apropiado es que Dembélé, el primer jugador fichado por el Barcelona para reemplazar a Neymar, ahora juega en el PSG.