Durante la última década, la Ligue 1 pareció escrita con un solo protagonista. El dominio del PSG fue tan abrumador que cualquier intento de resistencia se desvanecía rápido. Pero en 2025, algo cambió: Olympique de Marsella empezó a mostrar señales concretas de recuperación, con una idea de juego moderna, una dirigencia más estable y un plantel competitivo que ilusiona a su hinchada con volver a desafiar al gigante parisino. Incluso a soñar con la UEFA Champions League, donde compite y da pelea.
La llegada de Roberto De Zerbi a la dirección técnica significó un golpe de timón. El técnico italiano, conocido por su propuesta ofensiva y su exigencia táctica, reordenó al equipo desde la base, entre los que se destacan los argentinos Facundo Medina, Gerónimo Rulli y Leonardo Balerdi. Y los resultados ya se ven: Marsella marcha en los primeros puestos de la Ligue 1 y fue capaz de vencer 1-0 al PSG en el Vélodrome el pasado 22 de septiembre, cortando una racha de 14 años sin hacerlo en casa. Ese triunfo, con gol de Nayef Aguerd, no solo tuvo valor deportivo: fue una declaración de principios.
El proyecto deportivo del Olympique de Marsella: estructura, ideas y fichajes clave
La reconstrucción de Olympique de Marsella no es casual. Detrás de De Zerbi aparece una estructura deportiva moderna liderada por Médhi Benatia, director de fútbol, quien dio coherencia al mercado de pases. En los últimos meses, el club incorporó refuerzos estratégicos como Benjamin Pavard, Facundo Medina y el propio Aguerd, todos apuntados a reforzar la solidez defensiva, un déficit histórico del equipo. “Perdimos a Rabiot, pero nos reforzamos en todas partes”, resumió Benatia en diálogo con Le Monde, dejando en claro el nuevo rumbo.
La otra gran apuesta fue mantener una identidad ofensiva sin renunciar al equilibrio. Con De Zerbi, Marsella prioriza la presión alta, la circulación rápida y los laterales con proyección. La adaptación fue rápida y los resultados acompañan: el equipo combina intensidad con efectividad, y su hinchada —una de las más pasionales de Europa— volvió a creer en un proyecto que mira hacia la Champions League como objetivo real.
Olympique de Marsella y el mensaje de las victorias
El 1-0 sobre el PSG fue la postal del cambio. No solo significó frenar la racha del campeón, sino que mostró un Marsella confiado, tácticamente ordenado y emocionalmente fuerte. Fue, además, la primera vez desde 2011 que el OM ganaba al PSG en casa, un logro que se celebró como un título. De Zerbi lo explicó con mesura: “No se trata de un milagro, sino de trabajo. Queremos que Marsella vuelva a ser protagonista todas las semanas”.
A esa actuación se sumaron otros resultados sólidos, como el 5-2 ante Paris FC en agosto, donde Pierre-Emerick Aubameyang marcó dos goles y confirmó su vigencia. La mezcla de experiencia y juventud, junto con un cuerpo técnico exigente, sostiene la idea de que Marsella no está de paso: está construyendo algo que puede sostenerse.
Los desafíos que persisten en Marsella
Aun con su progreso, Marsella enfrenta límites estructurales. El PSG sigue contando con un poderío financiero incomparable, una plantilla valuada en más del doble y un banco de suplentes que podría ser titular en cualquier otro club francés. Además, el OM todavía muestra cierta irregularidad: empates frente a Angers y Reims impidieron que se adueñara del primer puesto.
De Zerbi lo sabe: la pelea no será de un día. “Tenemos que aprender a ganar también cuando jugamos mal”, admitió tras el último empate. La consistencia es el siguiente paso. La dirigencia confía en que mantener al técnico y sostener la base del plantel será clave para que este renacer no sea apenas una primavera fugaz.
La ilusión de volver a ser el Olympique
En un campeonato dominado por la billetera del PSG, el Olympique de Marsella se presenta como la alternativa más seria y emocional: la de la historia, el orgullo y la pasión del sur de Francia. Con una gestión deportiva coherente, una hinchada que empuja y un entrenador que no teme desafiar la lógica, el OM vuelve a sentirse parte del debate grande.
¿Volvió un gigante? Los resultados y la convicción parecen decir que sí. Y el fútbol francés, que necesitaba competencia real, lo celebra.
