Solo duró una temporada la aventura de James Rodríguez por Everton y la Premier League. Tuvo un inicio esperanzador y su fichaje despertó grandes expectativas a mediados de 2020, pero con el correr de los meses su ángel se fue apagando hasta que tanto él como el club decidi óque la salida era la única solución.
Siempre hay vida más allá del Real Madrid. Lo entendió James en 2017 cuando partió al equipo alemán y en 2020 por segunda vez, ignorado por Zinedine Zidane. Con el orgullo de crack maltratado, apretó la mano tendida por Carlo Ancelotti para comenzar de cero en la Premier League.
Sin pretemporada y con el vértigo del debut encima, James se puso la camiseta 19 de Everton. La expectativa de su llegada ignoró los plazos de adaptación en un torneo receloso de las segundas oportunidades.
El comienzo fue bueno. Líder, cuatro victorias consecutivas, goles, precisión en la pelota quieta, empate con el campeón Liverpool y fútbol práctico bajo la ley de toco y sigo. Ese rendimiento permitió la ilusión de pelear arriba para volver a jugar copas de Europa. El equipo mostró más ambición. Se olvidó de los complejos y se llevó por delante a los poderosos.
Pero en un momento la pantorrilla lo agobió y redujo su participación en la titular. Sin embargo, se acercó a la regularidad de su primera temporada con Bayern Munich, la mejor de su paso por Alemania. En esa Bundesliga jugó 1625 minutos, 23 partidos (19 como titular) y marcó siete goles. Con Everton, hizo 1776 minutos en 23 partidos (21 como titular), anotó seis goles y puso cuatro asistencias.
Su mejor partido lo jugó contra el campeón Liverpool en Anfield. Con un pase de primera dejó mano a mano a Richarlison para la primera anotación de esa victoria 0-2, que conseguía desde 1999.
El gol más valioso lo marcó en el empate 3-3 contra Manchester United en Old Trafford. Un reflejo de su categoría para controlar la pelota, cambiar de pierna y definir de zurda.
Ese encuentro de comienzos de febrero marcó la cadena de molestias en su pierna derecha hasta el final del campeonato. Alcanzó a jugar cinco fechas más después de la pausa por la Eliminatoria europea con buen nivel pero no resistió.
En su temporada en Everton, creó 40 ocasiones de gol (líder de equipo) y 11 grandes ocasiones. Además, pateó 37 veces, 18 de las cuales fueron al arco. Tocó un promedio de 72 balones por partido y dio 52 pases por juego, con una efectividad del 53 por ciento.
Cuando estuvo bien, su influencia en el equipo fue absoluta y se probó el traje de líder. Lástima que las lesiones y luego la salida de Ancelotti precipitó un adiós demasiado rápido.