La consagración de Napoli en esta Serie A tiene diversas explicaciones. La calidad de sus futbolistas, el funcionamiento forjado por Spalletti, la potencia de su hinchada, la mística de Maradona ausente, y algunas más. Otro motivo de este título, conseguido 33 años después de la última consagración en Italia, es el carácter multicultural de su plantel.
Si algo distingue a este Napoli campeón de los dos anteriores, además de que ya no cuenta con Diego Armando Maradona, es que la proporción de jugadores italianos en el equipo cambió drásticamente. Los italianos son, hoy, una minoría. En su vestuario coexisten 16 nacionalidades y se hablan, por lo menos, 14 idiomas. Los une el fútbol, el lenguaje universal.
Napoli, un campeón multicultural
En el plantel de Napoli campeón de la temporada 1986-1987, el primer Scudetto, Maradona era el único extrajero. Para la segunda conquista, la de 1989-1990, al argentino se sumaron dos brasileños, Careca y Alemao. El resto, eran todos futbolistas italianos.
En este Napoli campeón, modelo 2022-23, apenas hay 8 futbolistas azzurros. Está claro que los tiempos han cambiado, que en el fútbol actual las nacionalidades son apenas una formalidad burocrática, pero es un dato significativo para describir a este plantel tan multicultural.
Entre esos 8 italianos de este Napoli hay pocos titulares. Además de Meret, el 1 del equipo de Spalletti, el otro fijo es Di Lorenzo, su capitán y lateral derecho. Luego, aparecen Politano, Raspadori, Gaetano, Zerbin y dos arqueros suplentes (Gollini y Marfella), en orden de su relevancia como relevos.
También en notorio que apenas 2 jugadores de todo el plantel sean nativos de Nápoles. Uno es Gaetano que ingresó en 5 partidos en esta temporada de Serie A. Nunca fue titular y no juega desde marzo. El otro es Marfella, el arquero suplente que no sumó minutos. Ambos, muy jóvenes, no habían nacido la última vez que el equipo conquistó el Scudetto. Ellos, napolitanos, entienden más que el resto lo que significa que Napoli sea campeón.
Los caminos del fútbol confluyen en Napoli
Se hace evidente que las figuras de este Napoli vienen de los territorios futbolísticos más inesperados, algunos de los lugares más remotos del planeta. El de Spalletti es un equipo campeón repleto de extranjeros, como cualquiera equipo europeo que se precie. La diferencia es que esos extranjeros no llegaron como figuras de las grandes ligas de Europa o como promesas de las mejores canteras del mundo.
Este Napoli se construyó en un par de muy buenos mercados de pases a partir de una excelente política para captar talentos. Por un lado, buscado en competiciones poco visitados por los scouts de los equipos de primer nivel mundial. Por otro, apostando fuerte por jóvenes promesas que sólo necesitaban que alguien confiara en ellos.
Este plantel de saldo, que le dio a Napoli su tercer Scudetto, quedó conformado así como una sesión ordinaria de la Organización de Naciones Unidas. Spalletti conduce un plantel que, además de 8 italianos, tiene futbolistas de otras 15 nacionalidades. Tantas culturas diversas solo pueden confluir, de forma tan armónica, a partir de algo tan universal como el amor por el fútbol.
Entre todos ellos, la colectividad que se destaca es la polaca. Zielinski es el motor del equipo, el cerebro en el mediocampo. Además, está el juvenil arquero Idasiak y el veterano lateral Bereszynski. Europa del Este es una de las regiones que más talento le aporta a este Napoli. Otra figura que explica la virtuosa dinámica de funcionamiento es el eslovaco Lobotka. También está el macedonio Elmas, el primer suplente, le dio muchas soluciones a Spalletti de mitad de cancha hacia adelante.
Un párrafo aparte se merece la gran figura de este Napoli. El Diego reencarnado en Tbilisi. El georgiano Kvaratskhelia, un crack alto y diestro, de gambeta indetenible y velocidad supersónica. Un talento de esta época, que lo sabe todo en ofensiva, pasar, anotar y desequilibrar, pero, además, tiene una potencia física que lo convierte en el primer defensor cuando comanda la presión alta.
Un poco más al este todavía, Napoli encontró la solidez defensiva que temió perder con la millonaria venta de Koulibaly a Chelsea. En la liga turca, Spalletti dio con un central surcoreano que había sido pretendido por Tottenham. Le dieron la oportunidad y Kim Min-jae superó todas las expectativas. Fuerte, rápido, inteligente. Buen pase y buen juego aéreo. El 3 napolitano lo tiene todo. Tras esta brillante temporada, como el muro napolitano, se lo considera el mejor defensor del mundo.
Luego, claro, hay que hablar de África. En aquel continente, Napoli encontró lo que le faltaba en las últimas temporadas: una potencia goleadora arrolladora. La descubrió en la figura del nigeriano Osimhen, un futbolista que ya había mostrado condiciones en Lille pero que con Spalletti, en un entorno mucho más favorable, liberó todo su potencial anotador.
Además, el biotipo africano le dio a Napoli soluciones en la mitad de la cancha. El camerunés Anguissa es otra pieza clave en la mediacancha napolitana. En esa sala de máquinas también tiene lugar, de a ratos, el franco-congoleño Ndombelé. Incluso hubo espacio para el franco-argelino Zedadka, que pudo dar respiro a los volantes titulares en un par de partidos.
Napoli también se nutrió de América, una cantera habitual para los grandes campeones europeos. Sin embargo, no buscó cantidad sino calidad. En este plantel no falta la santa trinidad sudamericana: Hay un goleador argentino de recambio (Simeone), un fuerte central brasileño (Juan Jesús) y un potente lateral uruguayo (Olivera). De norteamérica llega el aporte ofensivo, el picante que Spalletti tenía en las bandas pero no lograba aprovechar del todo para abrir defensas. El mexicano Lozano se mostró en un nivel superlativo en esta campaña, aún mejor que la anterior. Cuando todas las piezas encajaron fue inevitable verlo brillar.
Con estos talentos surgidos en 4 continentes, material de resago, poco valorado en su lugar de origen, Spalletti armó esta maquinaria futbolística suprema que es Napoli. Su coronación como campeón de la Serie A, 33 años después de su última conquista, es merecida y esperada. Pero, además, es muy probable que cambie para siempre la forma en la que se conforman los planteles en Europa. Como pocos, este equipo expuso que al fútbol se juega bien en todo el planeta. Que hay joyas en cada potrero, incluso los más insólitos. Que solo hay que saber buscarlas y juntarlas. El fútbol hará el resto.