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Esto no es fútbol, esto no es México

No existe más cierre a este fatídico episodio sino con la justicia. Se necesitan explicaciones. Basta de medias tintas.

Trágico. Atroz. Indigno. Son muchos los adjetivos que nos mantuvieron despiertos la noche de este sábado y muchas las imágenes de una violencia tremenda, desmedida, que nos hacen replantearnos qué somos como sociedad. Lo que sucedió en Querétaro nos trae a la moral la penosa afirmación de que para algunos la vida vale menos que un partido de fútbol. Lo que vimos fue aberrante. Da terror pensar de lo que son capaces un grupo de delincuentes en nombre de algunos colores. No. Eso no es fútbol. Y si me lo permiten, eso tampoco es México.

Durante las tragedias hemos visto cómo este país, al que me permito desde hace más de una década llamarle nuestro, ha dejado el singular para abrazar el más solidario plural. Ese nosotros, todos, que nos ha hecho estar por encima de las peores circunstancias. No. Me niego a pensar que esto es lo que somos. Una fuente de violencia sin control capaz de arrinconar a un ser humano hasta quitarle la vida. Y seguirlo machacando en el suelo, cuando ha perdido su dignidad humana.

Y más allá de la reflexión de valores es momento de responsabilidades. Desde el más humilde “yo” hasta escalar a los hombres de pantalón largo encargados de velar por el “nosotros”. Porque el fútbol, el deporte y la vida nos sigan perteneciendo. La impunidad es la enemiga de la evolución. No existe la justicia sin culpables ni culpables sin condena.

Hoy es una noche negra que debe encendernos la luz. Basta de impunidad. De poner el negocio por encima de la vida. Basta de tibiezas. La justicia y los castigos deben, como deberían siempre, estar a la altura. Porque la Liga y los responsables de los clubes deben responder a las familias. Y sobre todo los asesinos. Es momento de evaluarnos todos y ver el por qué después de una pandemia que casi nos destruye, después de invasiones y guerras no es la empatía y el valor a la vida lo que nos domina.

No. Esta noche es triste. Y nada podrá cambiarla. Pero es necesaria la justicia. No existe más cierre a este fatídico episodio sino con la justicia. Con la respuesta a quienes hoy han perdido un miembro de sus familias. Se necesitan explicaciones. Basta de medias tintas.