<
>

Los Directivos también juegan: Los Pumas al borde del precipicio

La eliminación del descenso, multipropiedad, entre otras cosas, ha dejado de interesar el futbol al aficionado.

Qué difícil es generar círculos virtuosos en el futbol, qué fácil es crear círculos viciosos en el futbol.

Debido a la incertidumbre de los resultados, se requiere de una operación elite de las instituciones. Equipo que no crece, equipo que no genera, equipo que no compite se estanca, teniendo una alta posibilidad de desaparecer en el mediano y largo plazo.

La eliminación del descenso, multipropiedad, entre otras cosas, ha dejado de interesar al aficionado, que ven como muchos equipos han venido a menos en sus aspiraciones, en su nivel, en donde varios se han tirado a la hamaca.

En esta ocasión me gustaría tomar el tema de los Pumas. Históricamente, el equipo que representa a la UNAM, se mantenía a flote con base en bajos presupuestos generando sus propios recursos, y si era el caso, con un patronato que absorbía la pérdida.

Tras la muerte del Ingeniero Aguilar Álvarez (cambio de liderazgos y grupo de trabajo -club e ICA-), el equipo de la Universidad ha dado más tumbos en su administración, en su operación. El modelo de gestión equilibrado de antaño (no forzosamente ganador de títulos), se fue con la partida del Ingeniero y su gente.

Tiene muchos años que el equipo de futbol es visto por la Universidad y sus empleados como una piedra en el zapato.

El rector decide qué persona debe dirigir los destinos del equipo profesional (presidente), una decisión que pasa más por lo político que por otros aspectos en teoría más relevantes, y que tiene como consigna número uno la autosuficiencia. La UNAM bajo ninguna circunstancia invierte o absorbe pérdidas del club.

Desgraciadamente muchos de los encargados de la institución, no sólo no tienen la menor idea de lo que es gestionar un equipo, sino que, con sus decisiones erradas, por decir lo menos, han empujado a los Pumas al precipicio, dejando arcas vacías, contratos por derechos de tv de risa, deudas impagables, proyectos sin terminar (hotel cantera), fuerzas básicas destruidas, plantel de baja calidad y claro está, promotores ricos.

En las últimas épocas, en términos de operación, de modelo de ingreso, se lograron corregir algunos aspectos, aunque sigue habiendo mucho por cambiar y no queda claro si hay capacidad y una intención clara de tal cambio.

Parecen perdidos en medio del desierto. Viven en el desgaste del día a día, sin nadie que piense en Planeación Estratégica, en el mediano y largo plazo, sin un líder capaz que señale el camino.

La benevolencia del torneo, su sistema de competencia, la irregularidad de los participantes y una corta gestión exitosa bajo el técnico Lillini que con poco logró mucho (final de liga y de CONCACAF), maquillaron la realidad del equipo.

La lista de directivos, trabajadores, entrenadores y jugadores, es larga. Pocos han dado resultados. El modelo anterior se terminó hace rato. El problema es que el nuevo modelo, por llamarlo de alguna manera, no sirve, por lo que propongo lo siguiente:

Premisa N.1

Hay que retomar el modelo anterior, es decir, buscar un líder que sepa de gestión de entidades deportivas, de futbol, muy ligado a la universidad, con credenciales impecables, capaz de formar un grupo de trabajo altamente competitivo.

Premisa N.2

Generar una empresa paralela al club, en la que la UNAM tenga participación en su consejo, para que se administre y opere el equipo, generando sus propios recursos (venta derechos tv, radio, publicidad estática, ventas playeras, alianzas estratégicas, compra venta jugadores; es decir, con fines de lucro, que se maneje de manera independiente.

Premisa N.3

Cambiar sus actas constitutivas, su perfil jurídico, convirtiéndose en un club social-deportivo, de tal forma que los alumnos y exalumnos de la UNAM puedan adquirir-ser socios- accionistas- del equipo, teniendo voz y voto en las juntas ordinarias y extraordinarias, a cambio de una cuota anual que credencial y entrada a partidos de local (sólo liga).

Premisa N.4

Dar en comodato al equipo a un empresa o grupo de empresas que inyecten recursos y operaren el equipo, contando con objetivos muy claros, con políticas de operación, metas deportivas y económicas.

¿Usted, por cual vota?