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Copa América: México, el caos que vive en torneos importantes

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Marco Fabían duda si fue el momento adecuado para Jaime Lozano de tomar a la selección mexicana (2:29)

El exjugador del Tri apoya el proceso del Jimmy, pero acepta que está en riesgo si tiene una mala Copa América. (2:29)

Dos mundiales fuera por incompetencia de los futbolistas. Un desastre en 1978 y otro en 2022 por incompetencia de los técnicos. Y dos más por perversidad y corrupción de directivos: los Cachirules y la implosión de La Bomba 2023-2024.


LOS ÁNGELES -- Las hecatombes no son nuevas en el futbol mexicano. Argentina ’78. Haití ’73. Honduras ’81. Los Cachirules ’88. Qatar ’22. Y… ¿Oppenheimer ‘24? Y sin embargo, se mueve, no se extingue.

Dos mundiales fuera por incompetencia de los futbolistas. Un desastre en 1978 y otro en 2022 por incompetencia de los técnicos. Y dos más por perversidad y corrupción de directivos: los Cachirules y la implosión de La Bomba 2023-2024.

Este martes, México Sub-23 queda fuera del cuadro de honor del Maurice Revello, y se confirma que México no tendrá más amistosos antes de la Copa América. ¿Tendrá el cinismo Ivar Sisniega de salir a colgarse el oprobio de un quinto o sexto lugar? La ignorancia soporta todo.

Por otro lado, ¿se imagina usted el clima de la concentración del Tri en San Diego? Bajo una miseria depresiva, tras los papelones ante Uruguay y Brasil, aunque sus corifeos insistan en que hubo una mejoría “sustancial”, “promisoria” y “alentadora”.

En el primer caso, la generación perdida, o la degeneración vigente, de Ricardo Cadena, iba como carne de cañón a un torneo, en el que enfrentó a selecciones a las que acuden otros países con planteles Sub-21 o Sub-20. De estos emisarios actualizados del fracaso preolímpico, ¿cuántos realmente llegarán al Mundial 2026?

En el caso de la “Tri-agedia Mayor”, no sólo desperdicia jugar un partido de preparación ante Bolívia, sino que ahora le espera el monasterio de la frustración y las penurias tras no servirles, ni siquiera, como dignos sinodales ni a Uruguay ni a Brasil.

¡Carajo! Qué pena con las visitas.

Enclaustrados, en el purgatorio de sus propios fracasos, tratarán de lamer sus heridas los seleccionados nacionales, mientras Jaime Lozano intenta una cura multidisciplinaria que parece imposible.

Porque el Jimmy tiene mucho que trabajar con este mamotreto, con este armatoste que le entregaron en la plancha de autopsias a 11 días de debutar en la Copa América.

Insisto: se vieron tontorrones los dirigentes del Tri, principalmente los supuestamente avezados, abusados y aguzados, Duilio Davino e Ivar Sisniega: tienen juegos en Estados Unidos en los próximos días, al menos ocho selecciones de Concacaf y Conmebol, con las que podrían haber sostenido un cuarto y hasta un quinto juego de preparación.

Lo curioso, lamentable e imperdonable, es que también se le escapó la tortuga al mismo Lozano, y a la empresa SUM, que está siempre ávida, ansiosa, voraz, insaciable, por sacarle las tripas a los villamelones aficionados mexicanos, que, ya se vio, no defraudaron en su ciego fanatismo en los partidos en Denver y en College Station.

Irrefutable: los supuestos listillos, se vieron tontillos, porque pudieron –y debieron– concertar un partido esta semana y otro más la semana siguiente. Sume las opciones: Argentina, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Guatemala, El Salvador, Perú, y hasta Ecuador, porque ya la FIFA ha permitido los amistosos aún entre rivales de grupo en competencia inmediata.

Pero, decidieron tener en cautiverio, rumiando su crisis, su autocompasión, su impotencia, su incompetencia, a los desahuciados seleccionados mexicanos. Cuánta fetidez despedirá en su interior.

Por lo pronto Jimmy tendrá que vestirse de taxidermista y Frankenstein para darle vida a los fiambres, emocionales, futbolísticos, físicos y atléticos, que heredó después de las sobajadas balompédicas que sufrieron sus atolondrados futbolistas.

Y, ojo: no se critica a los rivales enfrentados. Un privilegio rozarse con este Uruguay de Marcelo Bielsa, y con la pléyade de futbolistas brasileños, eso sí, dirigido por un técnico de medio pelo. Magníficos sinodales. México tal vez pudo sacar provecho, pero, seguro para charrúas y amazónicos, no representó ningún beneficio. Fue como sacar a pasear a una mascota remolona, y nada más.

Pero, Jaime Lozano deberá hacer milagros para resucitar a un equipo que defiende muy mal, y que de atacar, no ataca. Cualquiera con dos neuronas activas, entiende que los goles a Brasil se debieron a que los amazónicos ya se habían ido del partido, y regresaron sólo para poner orden con el 3-2.

Y más allá de las debilidades tácticas y futbolísticas, será difícil para Lozano convencer a cada jugador de que aún puede resarcirse y alcanzar algunos la mejor versión de su capacidad. La referencia más patética es la de Edson Álvarez. Es un jugador de altísimo nivel en la Liga Premier, no desentona en absoluto, por el contrario, sobresale. Llegó en ritmo pleno, pero fue cómplice al menos en cuatro goles de los siete que recibió México.

¿Qué ocurre con algunos futbolistas que son leones en casa y anquilosados gatos bodegueros en el Tri? Es, además, una Selección Mexicana sin intensidad.

Y esto lleva, inevitablemente, a recordar la histeria con la que el afligido y menesteroso Gerardo Martino fue a suplicarle al técnico uruguayo Guillermo Almada, sobre cómo era capaz de dotar de la intensidad, el vértigo, la disciplina, la concentración y la devoción en cada partido con los jugadores del Pachuca.

“Lo intento (en la Selección Mexicana), pero no puedo”, dijo la sollozante Magdalena argentina encarnada en el Tata Martino.

¿Será tiempo de que Jaime Lozano tome un vuelo a Pachuca para conocer esos secretos o será tiempo de que llegue Guillermo Almada al Tri y el Jimmy se quede como auxiliar para que aprenda esos secretos?

Ese es el escenario: por un lado, la generación perdida de Ricardo Cadena, con destino al limbo del futbol mexicano, y los Once del Patíbulo, que en realidad son 26, segregados en la fosa común de sus remordimientos, eso sí, en la bellísima ciudad de San Diego.

Nada nuevo pues. Otra obra maestra de la “desinteligencia” deportiva de la FMF. Nada cambia entre Los Cachirules de 1988 y la implosión de La Bomba, de este Oppenheimer 2024.