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El Toros Neza que cubrí... Y pocos saben

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Nildeson Silva: "Nadie habla la verdad, que también en el equipo todos eran fiesteros" (3:55)

El exdelantero de Toros Neza declaró que, con antidoping, la mayoría de los jugadores que militaban con él no podría jugar. (3:55)

MÉXICO -- Era mágico. Mis primeros años en los medios de comunicación en aquel glorioso Excélsior. Era muy difícil, si no es que imposible ganarse un lugar como reportero en aquella redacción de grandes plumas. Mi deseo y anhelo por ‘reportear’ futbol era tanto que pedía, a como diera lugar, ir a un campamento de futbol.

No había forma. “Tú eres ayudante de redacción”, recuerdo me decía mi jefe Fernando Gutiérrez, un periodista extraordinario y con unas columnas deportivas demoledoras que se llamaban ‘Hay que decirlo” o ‘Gloria Mundi’. Una pluma insuperable.

Era la época en que si querías ser parte del grupo de periodistas de la fuente fubolera era muy complicado. La ‘Vieja Guardia’, como se le conocía, no me bajaba de “pen...”, porque me veían ahí solitario en la sala de prensa de la Federación Mexicana de Futbol (Abraham González) sin hablarle a nadie y en busca de la ‘nota’ --la que regularmente se me iba-- porque no me ponía de acuerdo con ese grupo que entonces manejaba los medios... Y la información del futbol.

Ese deseo de trascender desde abajo lo aterricé en un equipo al que nadie quería cubrir: Toros Neza. Fundado en 1991 un cuadro al que se tenía que cubrir hasta el Estadio Neza 86 en una travesía de 2 horas treinta minutos de camino desde mi casa hasta el inmueble. A veces para informarme que se había cancelado el entrenamiento sin previo aviso y nuevamente de regreso a casa para entrar a las 16:00 hrs a la redacción deportiva del llamado Periódico de la Vida Nacional sin nada que escribir para los lectores.

Toros sorprendió al mundo del futbol de la mano de un puñado de jugadores que deslumbraban con el paso del tiempo. Un regordete fantástico llamado Antonio 'Turco' Mohamed, un defensa aguerrido como Miguel ‘Piojo’ Herrera, un habilidoso mediocampista/delantero como Germán Arangio o un portero de la talla del recién fallecido Pablo Larios. ‘Cubrir’ a los mexiquenses cada domingo era apasionante. La fuerza con la que su afición los apoyaba no la he visto en mucho tiempo.

El Toros Neza del exitoso empresario Juan Antonio Hernández, un dirigente con mucha personalidad, que pagaba centenarios a sus jugadores, dueño de Autofin, una empresa que ‘adjudicaba’ automóviles a las personas que se metieran a esas famosas subastas. Difícil en el diálogo con la prensa. Se le acusaba de tratar a los jugadores como ‘autos’, porque les rebajaba sueldos cuando empezaron los malos resultados y las indisciplinas.

Me viene a la memoria mucho un día en que se hablaba de la venta del equipo. Estábamos en su oficina algunos reporteros. Recuerdo que en medio de preguntas punzantes se me hizo fácil cuestionarlo “Sr. Hernández ¿es verdad que usted tiene en venta al equipo por una cantidad de 5 millones de dólares?” Se me quedó viendo fijo a los ojos. Me retaba con la mirada. Me respondió: “siéntate por favor --lo cual hice educadamente-- para recetarme un “¿tú me lo vas a comprar? Mi respuesta fue inmediata. “No, como cree señor”. Hernández cinceló la breve charla con un “entonces por favor no preguntes pen...”.

El Neza que tenía como tesorera a una persona de nombre ‘Jovita’ y un presidente, hoy mi amigo al paso de los años, como Félix Martínez, el hombre que daba la cara en el equipo cuando las cosas no marchaban bien. Era el que sacaba las castañas del fuego y el primer dirigente que se le ocurrió la idea de bajar sueldos.

Recuerdo aquel vestidor del estadio en el que un día entré tapizado de mensajes de superación personal que los entrenadores ponían en sus paredes. En aquella época terminaban los partidos y teníamos que bajar por una escalera que nos conducía incluso hasta la cancha para hacer las entrevistas y posteriormente las ruedas de prensa.

Ahora que escuché el audio de ese ‘killer’ llamado Nildeson de Melo, un goledador que brillaba más por su indisciplina que por sus goles, se me vino a la mente una ocasión en la que hubo un zafarrancho en aquellos vestidores. Era un Toros Neza-León que dirigía Carlos Reinoso, un técnico que ya había pasado como estratega de los llamados ‘astados’ (94-95). Fue una contundente derrota de los Esmeraldas. Humillante. Cuando tomaba la puerta que da al túnel de acceso a vestidores todo era un caos. Recuerdo que un colega me gritó: ‘córrele Mohamed (Toros Neza) le acaba de soltar una cachetada a Reinoso, a quien había dirigido anteriormente. En la marabunta de gente y de gritos nunca voy a olvidar los de Reinoso, detenido, cual camisa de fuerza, con la cara enrojecida, que entre varias personas gritaba.”¡Háganle el antidoping a Mohamed! ¡Háganle el antidoping a Mohamed!”, vociferaba sin parar.

Aseguran quienes estaba ahí que el ‘Maetro’ estaba vuelto loco. Que el ‘Turco’ había salido del vestidor para recetarle una buena bofetada --no me consta-- yo había llegado tarde a la acción, pero lo que si vi y escuché fueron los gritos desaforados de Carlos Reinoso... Luego nadie quiso tocar el tema y se desvaneció como tantas cosas que pasan en el futbol.

Con el paso de los años fui a desayunar con un personaje muy ligado al equipo que ya había desaparecido, luego de su doloroso descenso. El conjunto que robó reflectores quedó anclado en la historia del futbol mexicano. Disputó una final de la mano de Enrique ‘Ojitos’ Meza y rompió con todos los paradigmas y estereotipos habidos al salir todos teñidos del cabello y posteriormente con máscaras para la foto oficial del juego. Las ideas, aseguran, eran de Antonio Mohamed un líder nato que movía todo el vestidor.

En esa charla, dicho personaje al que omito su nombre por respeto, me comentó algo que me dejó perplejo cuando hablamos de Toros Neza. “Si yo te dijera todo lo que se hacía en ese equipo y ustedes (prensa) nunca se enteraron te irías para atrás”. Sí, me habló de los mismos excesos que hoy denuncia Nildeson de Melo y más. Desenmascaró a personajes que merecían mi respeto. Me reveló nombres y partidos en los que los jugadores entraban al campo ‘prendidos’, pero que esa historia jamás iba a salir a la luz porque la guardaba con llave en el baúl de los recuerdos. “Códigos del futbol”, me decía.

Esa tarde, en un café de Coyoacán, se me vino abajo el recuerdo de varios de aquellos héroes futbolísticos que vi y reportee. Me quise y me quiero quedar con esa histórica fantástica de héroes poderosos que cada 15 días me obligaban a acudir al Neza 86 para cubrir sus hazañas. Sinceramente hoy no podría asegurar nada de lo que revela Nildeson de Melo. No lo vi, no me consta. Yo cubrí un equipo involvidable para mi historia como profesional del periodismo.

Si esos escándalos de Toros Neza, como aquél asalto al internacional Bebeto en una avenida de Neza, en el que tuvo que interceder su compañero para liberarlo, hoy se supieran en medio del auge de las redes sociales su fama trascendería fronteras.

Me quedo con los astados a los que un día le fui, me puse su playera y presumía ser un Toro-Chiva porque ese equipo robó el corazón del futbol y hoy late su recuerdo con la misma intensidad de hace un par de décadas.

Ojalá algún un día un club de Liga MX alcance ese colorido. Lo dudo. Toros Neza nació y murió como grande y ahí debe quedar sepultado... Aunque hoy Nildeson de Melo revele lo que era un secreto a voces y nunca se pudo comprobar.