Aspirar a ser el mejor es uno de los peores vicios del mundo moderno; para serlo, forzosamente necesitas de los demás
MÉXICO -- ¿Cuántos de ustedes se despiertan todos los días con el afán de ser el mejor en el entorno donde se desarrollan? En nuestros días, donde al parecer se premia u obtiene beneficio únicamente quien está hasta arriba es bastante común que nos domine el deseo de ser el mejor.
Algunas veces es tan firme nuestra convicción y el apetito por lograrlo que nos mantenemos con disciplina tras ese objetivo. En otras ocasiones, invadidos por el ego, seleccionamos situaciones para destacarnos que parecerían tener cierta relevancia, pero al darnos cuenta del costo caemos en la cuenta que no vale la pena.
Aspirar a ser el mejor es uno de los peores vicios del mundo moderno. Para ser el mejor forzosamente necesitas de los demás, como si su fracaso o su “no logro” te colocara a ti con mayores probabilidades de éxito. En el deporte querer a toda costa ser el mejor es una trampa sutil que suele nublarnos de lo realmente trascendente para madurar nuestras capacidades. Si buscas ser el mejor siempre necesitarás del espejo de los que te rodean para reflejar tu crecimiento. Si exploras “simplemente”, todos los días, superarte a ti mismo, ser un mejor tú, te aseguro que recorrerás un camino mucho mas ligero, en paz, y que más temprano que tarde te acercará a ese éxito que ahora será únicamente consecuencia.
Personalmente, durante mucho tiempo, debo de aceptarlo, esta ansia por ser el mejor me ha impedido disfrutar lo esencial de la vida, en especial mi propio crecimiento. Medir tu progreso teniendo como parámetro al vecino es bastante engañoso ya que esta satisfacción por creer haberte superado puede ser causa de una disminución en el desempeño de tu “rival”. Es característico de competidores débiles en hacer poco análisis después de la victoria. La alegría, vanidad y orgullo tras haber vencido hace que nuestra objetividad desaparezca. ¿Realmente por qué triunfé? ¿En qué versión de mí mismo me presenté? ¿Del marcador/producto final, cuánto fue realmente mérito mío? Son sencillas preguntas que los contendientes próximos al fracaso olvidan hacerse.
Solamente he hecho referencia al plano personal, pero esta realidad (claramente “realidad” para quien escribe) es totalmente aplicable para el trabajo en equipos. Tenemos, por un lado, al equipo que a toda costa quiere estar por arriba del rival y se enfoca en lo mínimo necesario para superarlo (su progresión/mejora está directamente relacionada con el nivel del adversario próximo), o incluso espera el fracaso o infortunio ajeno para ser utilizado como escalón y obtener así lo deseado.
En el otro extremo (que no debería de ser tan lejano, es cuestión de cómo se enfoca) está el bando de los que optan por llevar esa mirada al interior y orientan su energía, conocimiento y tiempo a su mejoramiento personal y como conjunto. Este segundo grupo, a corto plazo, no tiene mayores, pero tampoco menores, probabilidades de éxito, de eso no tengo duda. Lo que también estoy seguro es que el transitar durante la competencia de un equipo que trabaja por el fortalecimiento interno con un claro mapa de cómo lograrlo, será un contendiente honesto debido a que podrá explotar de esta forma todo su potencial.
En el profesionalismo las reglas están puestas, y sí, solo ganar sirve. No pretendo convencerlos de filosofía en extremo positivista y que mientras ustedes estén tranquilos lo demás es lo de menos. Cuando se compite la aspiración final, hasta el tope tope, hasta arriba de todo, debe de ser resultar ser vencedor. Pero cuidado, construyamos esa escalera escalón a escalón.
El sabor de la victoria es inigualable, pero dependiendo los peldaños que se hayan utilizado para acceder a ésta es la probabilidad de que volvamos a alcanzarla. De igual forma, con el compromiso y el gran desafío que conlleva la disciplina de todos los días ser mejor (mejor que tú ayer, mejor que tú hace dos minutos, mejor que tú el partido anterior) la satisfacción al triunfar es doble, ya que, además de vencer al rival, dentro de ti existe el gozo y honorabilidad de haberte desafiado.