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Monterrey, un andén más en la vida gitana de Javier Aguirre

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'Vasco' Aguirre tuvo un divertido momento en su presentación con Rayados (0:52)

El flamante técnico de 'La Pandilla' bromeó muy a su estilo al momento de colocarse el jacket para la fotografía oficial. (0:52)

LOS ÁNGELES -- Saluda el ocaso con todo ese bienestar de su nuevo amanecer. Habla del futuro, como si ya hubiera ocurrido en el pasado. “A mi edad (62 años)”. Lo repite en su comparecencia oficial como técnico de Rayados de Monterrey.

Claudica como trashumante. A este Marco Polo futbolero, asegura, se le agotaron los misterios. Javier Aguirre Onaindia Arraskaeta Landeta Goyado Alberdi Uriarte Garechana y Lanetarzúa especula que ya no espera ofertas de otro continente. Sin embargo, íntimamente, este lobo viejo, pero no cansado, aguarda secreta y utópicamente desafíos de manadas sin líder en la Liga Premier o en el Calcio. El niño que le perdura dentro, aún se duerme con semejantes fantasías.

Adicto a justificar las decisiones del Clan Aguirre, con expresiones como “no sé, mano, pregúntale a mi vieja”, El Vasco confiesa ante los medios que Silvia, su esposa y la vela mayor de su navío aventurero, le ha pedido anclar en tierra firme. Dos años en Monterrey. La última incursión gitana. The Last Dance.

¿Regresar a dirigir a México es un estigma para Javier Aguirre? ¿Es un retroceso o simplemente este sabio elefante ha elegido Monterrey como la catacumba exquisitamente lujosa para sepultar los descalcificados huesos de un técnico que nunca, nunca, insiste, quiso ser técnico?

Desdeñó la MLS por detalles. No fue por pesos y centavos. El Vasco Aguirre entendió que las reglas de etiqueta de la liga estadounidense terminan por castrar al futbol y al hombre amante del futbol. Vivir atemorizado por un salario es meter en una jaula a este personaje, cuya tarjeta de presentación es arrogantemente precisa: “Sigo siendo el mismo cachondo, majadero, irrespetuoso de siempre”.

Había sido insistente Javier Aguirre Onaindia Arraskaeta Landeta Goyado Alberdi Uriarte Garechana y Lanetarzúa en su exilio. “No pienso regresar a dirigir a México”, había dicho y recalcado. No se veía en un banquillo en el futbol de México, su país, ese país que alguna vez, aseguró, haber sufrido porque estaba “muy jodido”.

La conferencia de prensa con Rayados se apegó a su estilo. No dice todo lo que piensa, porque ahora ya piensa todo lo que dice. El Vasco disfruta este tipo de apariciones. Las vive con glamour. Las siente como un desafío. Con ínfulas de gato callejero se dispone a juguetear con ratones curiosos que alguna vez le apuntaban con bayonetas en sus libretas y plumas, y hoy sólo hacen clic en un botón que activa microchips. Recuerdo varias sesiones en su etapa de técnico nacional que duraron más de una hora. Esa mezcla vasco-chilanga lo convierte en un charlador, en un tahúr capaz de ir del albur a la respuesta enigmática, si es necesario, responder sin respuestas.

A pesar de esa insistencia de “a mi edad”, Aguirre sabe que Europa, o cualquier otro continente, vía Monterrey, o mejor dicho, vía el éxito con Monterrey, siguen estando a unas cuantas horas de vuelo en Primera Clase, especialmente para un tipo capaz de echarse a dormir en cualquier rinconcito donde lo cobije una conciencia tranquila. Hacer que Rayados monte otra procesión gloriosa desde Plaza Sésamo en el Parque Fundidora hasta su estadio, pondría a gorgorear su nombre en los continentes en los que ha estado.

Y no se trata de que Monterrey sea campeón, se trata de que Javier Aguirre vuelve a ser campeón. Eso significaría que (“a mi edad”) la pasión sigue en turbulencia, que el técnico que nunca quiso ser técnico, mantiene ese frenesí, esa vehemencia, esa hambruna sadomasoquista indispensable para lidiar con 23 seres humanos tan distintos entre sí, desde caballeros, hasta pelafustanes, pero que están más antagonistamente hermanados que Caín y Abel por un mismo cordón umbilical poderoso: el futbol.

Monterrey apostó todas las cartas de la desesperación al talante más costoso posible y disponible. La gente de Rayados vio al entrenador que necesita porque lo identificó en sus más poderosas horas de naufragio, de derrota, de victoria competitiva, aunque no deportiva. Sí, la gente de Monterrey lo descubrió en su pasaje asfixiante, estresante, pero exultante, a final de cuentas, con el Leganés, con el drama del Leganés, aún con su descenso, patrocinado por los intereses mezquinos del VAR y su pleitesía al Real Madrid.

Ahí, Monterrey vio al hombre que necesita. Ahí, comprobó que Javier Aguirre se sigue estremeciendo con el futbol, por el futbol, del futbol y para el futbol. Si en la agonía del Leganés fue capaz de desbordarse bajo el delirio y los arrebatos de la pasión por estar al mando de un equipo que oscilaba entre el desahucio y la extremaunción, seguramente podría potenciar semejantes pasiones ante la exquisitez y refinamiento del equipo más rico, pero no tan poderoso de México.

Por eso (aún “a mi edad”), Javier Aguirre Onaindia Arraskaeta Landeta Goyado Alberdi Uriarte Garechana y Lanetarzúa sabe que regresar a banquillos de otro continente no es tan disparatado. Monterrey, lejos de ser una anécdota de retiro en su carrera, le permitiría, como dice su cantante favorito, José Alfredo Jiménez, “sacar juventud de mi pasado”.

En parte, por eso eligió a Rayados sobre las lucrativas y dispendiosas musas de la MLS. Sabe que con Monterrey está más cerca de organizar a un plantel aspirante a campeón que en ese submundo del futbol que suele ser la liga estadounidense, bien descrita alguna vez por Paco Palencia: “Parece que juegan al rugby, primero van por el ‘mono’ y luego por el balón”.

Su llegada, su primera conferencia de prensa, su pasado con podios y desastres, con hazañas y fracasos, ha agregado un generoso elemento a la Liga Mx. Los compungidos aficionados rayados, de repente, se atrevieron a salir del ostracismo subterráneo, donde los sumergió este 2020. La irrupción de Aguirre y el reciente fracaso de Tigres, los coloca desde cero hacia el 2021. Las redes sociales recolectan el altercado pasional. La afición felina, aterrada, usa el cochambroso caso de amaño –del cual fue absuelto-- contra Aguirre, mientras los regios especulan un Campeonísimo que gane los cuatro trofeos.

El Vasco entiende esa vorágine, a la cual se suma por ese perfil pendenciero tan suyo. “Nos comprometemos a hacer todo lo posible por ser campeones”, dijo en su presentación. Su discurso será muy distinto en el vestidor. El hombre de los grises matices ante los micrófonos, lo vive y lo ve sólo en blanco o negro, en el confesionario del vestuario.

Y aunque la cartelera ya está formalizada, entre Tuca Ferretti y Aguirre, los conflictos mediáticos y dialécticos proliferarán tan morbosa como generosamente al paso de los juegos. Porque, hoy, en palabras de Pep Guardiola, El Vasco pasaría a ser el “pu... amo” de los entrenadores de la Liga MX, a la espera del golpe de timón que pretenda dar Cruz Azul. ¿Cree alguien que Miguel Herrera, por ejemplo, no se siente ya incómodo?

Como puede verse, el escenario es de malas noticias para Silvia, la guía genuina de este gitano de sangre vasca y malas mañas chilangas. Javier Aguirre Onaindia Arraskaeta Landeta Goyado Alberdi Uriarte Garechana y Lanetarzúa arrojó el ancla en la árida ciudad de Monterrey, pero la brújula de las tempestades sigue apuntando a Europa… o más allá.