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El adiós a un Rey: Cuando Pelé jugó su último juego en EU

Pelé fue cargado alrededor del Giants Stadium por sus compañeros del Cosmos luego de su último juego hace 40 años. George Tiedemann/GT Images

Hace cuarenta años, Nueva York y el mundo deportivo le dijeron adiós "a un rey".

Cuando escuchamos a Shep Messing, actual jefe de analistas de los Red Bulls de Nueva York-Nueva Jersey, pero entonces guardameta de 27 años del Cosmos de Nueva York, describir el partido final de Pelé, no parece ser el gran final de un astro deportivo, sino el de un ícono global, un estadista, una figura casi religiosa.

Enfrentamiento amistoso entre el Cosmos, el último equipo de Pelé, y el FC Santos, el club de fútbol brasileño por el cual se convirtió en leyenda, el partido final de Pelé del 1 de octubre de 1977 no fue un simple partido de fútbol, sino un verdadero suceso. Que el Cosmos haya ganado 2-1 carece de importancia.

Pelé había llegado al Cosmos de la North American Soccer League (Liga de Fútbol Estadounidense) en 1975 a raíz de una intervención de Henry Kissinger, que se sentó con este grande del fútbol en un café y lo convenció de que llevara sus talentos a los Estados Unidos. El argumento: Ven a Estados Unidos desde Brasil y cambia el panorama deportivo para siempre.

“Esa es la razón por la que vino al Cosmos”, dijo Messing. “Puedes ir a España, a Italia y ganar un título, pero si vienes al Cosmos, te ganarás a un país”.

Y él lo hizo, finalmente.

Meses antes de jugar el partido final de su novelesca carrera frente a 77,000 fanáticos que lo adoraban en el Estadio de los Giants, cubriéndolo de amor mientras sollozaba después de su discurso de despedida, Pelé y el Cosmos acostumbraban a jugar frente a un público de 10,000, o tal vez 20,000 personas. No eran, como dijo el ex defensor del Cosmos, Werner Roth, "un éxito".

Pero Nueva York se estaba tambaleando a fines del verano de 1977 a causa de una sofocante ola de calor y apagones, y por el asesino serial Son of Sam, que puso de rodillas a la ciudad.

Pelé y el Cosmos se encargarían de poner a Nueva York nuevamente de pie, y a lo grande. Comenzaron ganando – esto después de que las primeras dos temporadas con Pelé en el club habían sido relativamente tranquilas – y se ganaron a la ciudad. La primera fila de las butacas del Cosmos se convirtió en la ubicación más solicitada de la ciudad. Deja lugar, Studio 54, hay una nueva atracción candente en la ciudad.

“En pocas palabras, Pelé hizo que el fútbol se convirtiera en "cool”, dijo Messing. “A los partidos asistían Mick Jagger, Elton John, Robert Redford. Muhammad Ali, estuvo en el mismo campo de juego para ese partido final y, en esa época, las dos personas más reconocidas del planeta eran ellos dos. Ali saludando a las tribunas, enviándoles besos, haciendo lo que Muhammad Ali sabía hacer, y tan pronto como entró al vestuario ... actuó como un niño. Miraba con admiración a Pelé. Fue muy interesante ver cómo toda su actitud cambió”.

Ese partido final, según su compañero de equipo Werner Roth, fue la "culminación de una aventura de tres años que creo que ninguno de nosotros olvidará".

Pelé jugó el primer tiempo de su último partido para el FC Santos – convirtiendo un gol, el último de los 1,281 goles de su carrera – y luego cambió de camiseta y jugó para el Cosmos en el segundo tiempo. No era el Pelé de antaño, pero su compañero de equipo Bobby Smith dijo, "Todavía había destellos de la magia que veíamos en él. Lo vi hacer cosas que no he visto hacer a ningún otro jugador de fútbol”.

“Le enseñé a jugar al baloncesto cuando tenía, ¿tal vez, 36 años?” dijo Messing. "Bueno, le enseñé en Fort Lauderdale y él me dijo, '¿Se me permite saltar?' Tomó la pelota y, aunque él mide 1.72 m, 1.75 m como mucho, la volcaba. Me obstruía con las dos manos. Era un deportista como no vi otro. Incluso en nuestro partido final en el Estadio de los Giants, no lo demostró durante los 90 minutos, pero tuvo destellos”.

Durante el segundo tiempo, cuando Pelé estaba jugando para el Cosmos, comenzó a diluviar. El 2 de octubre, un periódico brasileño se publicó con el siguiente título: “Hasta el cielo estaba llorando”.

“Ese día fue un día triste”, dijo Smith. “Estábamos despidiéndonos de él y yo no quería que terminara. Fue un honor cada día. Nunca nos pareció que fuera un compañero de equipo. Era todo tan extraño. Nunca lo consideré un hombre común”.

Cuando llegó el final del partido, el campo de juego estaba empapado y Messing corrió hasta donde estaba Pelé junto con el guardameta Erol Yasin y lo levantó en andas para dar una vuelta de la victoria alrededor del campo.

“Todavía estoy enojado. Yasin no lo sostenía en absoluto", dijo Messing. "Estaba cargando 68 kilogramos en mis hombros. Me esforzaba tratando de sostenerlo. Dimos la vuelta, el público estaba enloquecido, volvimos al punto de partida y cuando iba a dejarlo en el suelo, se inclina y me dice, ‘Shep, una vez más’. Le dije, 'No puedo dar otra vuelta'”.

Ese fue el tipo de recepción que Pelé recibió y no solo en el campo de juego.

Cuando llegó a Nueva York, sucedió algo parecido a lo que había sido la Beatlemania una década antes. Aproximadamente 20,000 personas lo recibieron en el aeropuerto, dijo Messing.

En esa época, Estados Unidos todavía no había aceptado totalmente al fútbol. El deporte estaba creciendo desde la base, al encontrar su lugar en las ligas juveniles y escuelas secundarias de todo el país. Las universidades lo estaban introduciendo gradualmente. Todavía faltaban dos décadas para el inicio de Major League Soccer.

"Fue un detalle de ironía realmente increíble", dijo Roth, "que el más grande jugador de todo el mundo terminara su carrera en un país que era uno de los que menos apreciaban ese hermoso deporte".

A principios de 1977, Pelé recibió la apoteótica recepción que merecía de una gran cantidad de otros países, cuando el Cosmos se embarcó en una gira mundial que incluyó paradas en China y Japón.

Messing dice que el equipo podía viajar a lugares remotos de China o India, "donde no había radio, ni TV, ni periódicos y, sin embargo, la noticia de que Pelé estaba allí correría de boca en boca, y aparecerían 20,000 personas para verlo".

"El mundo quería despedirse de él", dijo Messing.

Para sus ex compañeros de equipo del Cosmos, ese verano de 1977 sigue siendo un recuerdo vívido. Un relámpago en una botella, le dicen. La mejor época de sus vidas. Y según parece, de la de Pelé.

“Pelé siempre me dijo, y estoy seguro que también lo dijo a otras personas, que lo mejor que había hecho en su vida fue venir a Estados Unidos”, dijo Messing. “Hacemos presentaciones juntos y siempre que se acerca a un micrófono él dice, ‘Saben’, con una sonrisa, ‘estoy un poco enojado, porque viajo por todo el mundo, China, Japón y todos me preguntan, "Pelé, ¿qué puedes decir de tu época con el Cosmos?" Nadie me preguntó sobre las tres Copas de Oro con Brasil. Todos quieren saber acerca de mí y del Cosmos'”.