DOHA -- El 80 por ciento de los residentes de Qatar son inmigrantes. Solo algo más de 500.000 de sus 2.300.000 habitantes nacieron en suelo qatarí. Por eso, cuando se habla de la "Copa del Mundo árabe" se incurre en, al menos, un acto reduccionista. En realidad, el de 2022 será el Mundial árabe y también hindú-bengalí.
El máximo evento cultural del planeta es, ante todo, un encuentro de culturas. El fútbol funciona como una excusa para que la humanidad se reúna durante algunas semanas en el mismo territorio y con un propósito en común. Los pueblos son los protagonistas de este campeonato. Lo son en los estadios y en las calles. Antes, durante y después de los partidos. Con sus banderas, que no siempre son las de su hogar de nacimiento.
Después de unos días en Doha ya es posible expresar algunos pensamientos. Uno de ellos está relacionado con el sentimiento de nacionalidad. Quizás, reconocerse hijo de una determinada patria sea algo mucho menos burocrático que el mero hecho de haber nacido de uno u otro lado de una frontera, o incluso de tener algún tipo de herencia ciudadana. Quizás, alguien es argentino, inglés, brasileño o francés por elección. Por admiración. O por fútbol.
En Qatar viven casi 700.000 inmigrantes de India, más de 260.000 de Bangladesh, 250.000 de Nepal y 235.000 de Pakistán. Más de la mitad de la población del anfitrión del Mundial es oriunda de estos cuatro países. A tres días del comienzo de la Copa, los turistas aún no llegaron de forma masiva, por lo que las calles de la capital son propiedad de quienes aquí viven y trabajan. Ellos son los que le han puesto color a la previa.
Por la mañana y la tarde casi no hay clima mundialista. Aquellos que le han dado vida a estos días fueron los que en esas horas trabajan. Lo hacen en la industria petrolera, en la de servicios, en la hotelera y en la de construcción. La fuerza laboral de uno de los países más ricos del mundo vivirá el evento como propio porque así será.
Una de las grandes polémicas de la semana anterior al partido inaugural entre Qatar y Ecuador fue la supuesta "contratación de hinchas" por parte de la organización. En diversos medios internacionales se publicaron imágenes de un desfile de hinchadas con la sugerencia de que en realidad los protagonistas fueron aficionados pagos. La noticia generó tanto revuelo que el Comité Supremo de Entrega y Legado de Qatar 2022 (SC) se pronunció al respecto y negó el hecho.
Más allá de la palabra oficial y del asunto particular de dicho desfile, no es difícil darse cuenta de que la mayoría de los hindúes, bengalíes, sudaneses y paquistaníes que agitan banderas ajenas a sus países de nacimiento lo hacen por convicción. Son hinchas de esos seleccionados. Aman a Lionel Messi, a Neymar, a Harry Kane tanto como los que han mamado la cultura nacional desde el nacimiento.
Es conocida la descomunal fascinación que se vive en Bangladesh e India por la Selección Argentina. Imágenes de Diego Maradona y Messi adornan las calles de los pueblos más remotos, ubicadas a decenas de miles de kilómetros de Buenos Aires y Rosario. En diversos reportajes se ha abordado este tema, pero jamás había quedado tan en evidencia como quedará en este Mundial.
Lo mejor para ejemplificar la situación es tomar un par de experiencias individuales. Eck y Sumeet son amigos. Nacieron en Mumbai pero trabajan en Doha desde hace un par de años. Una de las razones por las que eligieron este destino para emigrar fue el Mundial. A horas de que llegue la fecha marcada con fuerza en su calendario, ambos esperan con ansiedad el arribo de la delegación albiceleste a su búnker de la Universidad de Qatar. Aman a Messi, conocen toda su vida y ni siquiera hace falta preguntarles si fueron "contratados". Ellos, con un gran grupo de compatriotas, son una hinchada organizada. Con un líder que coordina aliento y canciones propias.
La espera por el seleccionado argentino fue una buena muestra de cómo convivirán los grupos de oriundos con los simpatizantes "foráneos". Mientras los y las argentinas que viajaron con el único objetivo de seguir la Copa y aquellos que viven aquí bailan cumbia, entonan el himno nacional y gritan estrofas surgidas de los tablones de los estadios bonaerenses, cordobeses o tucumanos, los "extranjeros" hacen sonar bombos y alaban a Lionel Messi. Esa mixtura será la música del Mundial.
Más allá del ejemplo, Argentina no será el único equipo que contará con ese tipo de apoyo. Los hindúes, bengalíes y paquistaníes han elegido también otras camisetas para sentirse representados. Brasil e Inglaterra están arriba en ese ránking. India, el segundo país con mayor cantidad de habitantes del planeta, y Bangladesh, el más densamente poblado, jamás disputaron el máximo campeonato y no parecen estar cerca de hacerlo. Por eso, los futboleros de esa nacionalidad tienen la costumbre de embanderarse. Y lo hacen sin concesiones.
En 2010, Qatar fue confirmada como sede de este certamen. Cinco años antes, la inmigración, sobre todo de hombres en edad laboral, comenzó a crecer de forma acelerada. El país debía construir ocho estadios y montar una infraestructura única, ya que los 64 partidos se jugarían en un espacio geográfico muy reducido. Pero el camino fue muy difícil.
Organizaciones de derechos humanos denunciaron maltrato en los ámbitos de trabajo desde que se colocó la primera piedra de las obras. Amnistía Internacional expresó que "miles de obreros migrantes han muerto de manera repentina e inesperada en Qatar pese a superar las pruebas médicas obligatorias antes de viajar al país" y a pocos días del comienzo de la Copa volvió a solicitar indemnizaciones.
Nada podrá ocultar los abusos ni las muertes. El Mundial tendrá esa mancha para siempre. Sin embargo, los amigos, compañeros y familiares de las víctimas son los mismos que hoy cantan en las calles. Ellos serán también protagonistas del evento cultural más movilizante de todos. Y, aunque es imposible no recordar a los damnificados, a pocas horas de que al fin llegue el 20 de noviembre de 2022 que cada habitante de esta región ha esperado con ansiedad también vale la pena visibilizar a los hinchas que por primera vez en su vida podrán ver a sus ídolos en acción.