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Los cruceros de Qatar, convertidos en hoteles, son fiestas con alcohol las 24 horas durante el Mundial

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Los fanáticos de la Verdeamarela crearon una canción llena de historia, con los logros y presencias en los mundiales. ¿Van por otro título en Qatar? (1:21)

La experiencia que representa vivir el Mundial en un crucero atracado en el muelle de Doha, con fiestas que nunca terminan

DOHA, Qatar – La puerta corrediza de cristal de la piscina de La Plage se abre. Cruzo el umbral, y parece que he sido transportado a otro mundo, ubicado a miles de kilómetros de Qatar.

Ha transcurrido poco más del mediodía y el alcohol fluye de todas las formas posibles. La gente está tumbada sobre las sillas, durmiendo la resaca o, quizá, descansando del partido de la noche anterior. Y hay más piel expuesta al sol que la que se vería en meses aquí en Doha, lo suficiente como para mantener a un dermatólogo empleado por el resto de su vida.

Sí, estamos en Qatar (el diminuto país musulmán y conservador, actual sede de la Copa Mundial), pero éste no es uno de sus hoteles o espacios públicos. Por el contrario, es el crucero MSC World Europa, atracado en el recién renovado muelle de cruceros de Doha. No es necesario reservar una habitación o disfrutar de las comodidades del barco. Por la bicoca de 50 dólares se puede adquirir un pase de un día; sin embargo, para quienes pernoctan allí, es uno de esos lugares donde la fiesta nunca se acaba.

“Este sitio es como Las Vegas sobre agua, hombre. Ha sido increíble”, afirma Marc Laszcz, de 28 años, agente inmobiliario residente de San Diego. “Hemos pasado aquí como una semana y hemos gozado a lo grande. Parece que llegaras a la Franja de Las Vegas, entras a uno de los Bellagio. Este sitio nunca duerme. Funciona las 24 horas”.

“Los galeses y británicos están en el bar, siguen de fiesta. Después se duermen, se despiertan, siguen de marcha, se duermen aproximadamente a las 4 o 5 de la mañana. Nos despertamos a las 7 porque ha salido el sol y esto no para nunca. Lo pasas de maravilla. Y estamos aquí para alentar a los chicos de la roja, blanca y azul”.

Cómo un crucero se convirtió en hotel provisional

Cuando el Comité Supremo de Qatar empezó a analizar formas de dar cabida a más de un millón de visitantes para el Mundial 2022, la capacidad hotelera era motivo de gran preocupación en Qatar, país que sólo podía albergar una pequeña fracción de dicha cifra. Por ello, los organizadores dieron con una forma novedosa de aliviar parte de la presión a la industria hotelera de la ciudad: convertir cruceros en hoteles flotantes.

El MSC World Europa (uno de los tres trasatlánticos de la línea MSC traídos a Qatar) cumple con todos los requisitos para servir como hotel y algo más. La nave es gigantesca: más de 1.000 pies de largo y 223 pies de alto con 22 cubiertas. Tiene capacidad para 6.700 pasajeros, aunque según indica un representante de servicio al cliente a bordo, en la actualidad sólo está medio lleno. Sin embargo, la nave cuenta con todo el personal necesario, que prácticamente se desvive para atender a los pasajeros. Un miembro del staff incluso insistió en cargar mi bebida por mí mientras me desplazaba de una mesa a la otra. Y lo que más complace al Comité Supremo es que el buque funciona con Gas Natural Licuado (GNL), el gran producto de exportación de Qatar.

Entonces, ¿cómo es la vida dentro del crucero?

“Ha sido maravillosa”, expresa Kody (44 años), proveniente de Vancouver, Columbia Británica (Canadá) y que disfruta del Mundial junto a su esposo Dean y sus dos hijos. “Hasta cierto punto, es el Día de la Marmota en lo que al buffet se refiere; pero en cuanto al ambiente, nada se compara. Es maravilloso tener tanta gente, de un montón de países distintos, congregados en un mismo sitio”.

Para Cayhan Movaghari y Peter Dethier, ambos de 25 años y provenientes del área de Washington, D.C., esa oportunidad de mezclarse de cerca con unas auténticas Naciones Unidas de hinchas ha sido la mejor parte de compartir en el barco. “Hemos desayunado con gente de Australia”, dice Movaghari. “Hemos tomado copas con gente de México, de Portugal. Hay gente iraní increíble en el barco, lo que ha sido maravilloso. En general, ha sido fantástico”.

Tampoco se sabe con quién te puedes topar.

Nawaz Hussein ha viajado para asistir al Mundial junto a su hermano Mohammed Ali (pronunciado “como el boxeador”, dice Ali con una sonrisa) y su sobrino Rian Hossein. Muestra con orgullo una foto que se hizo en el barco con Jorge Burruchaga, autor del gol que le dio el triunfo a la selección argentina en la final mundialista de 1986 contra Alemania. Los tres provienen de Chennai, India, y están presentes para disfrutar al máximo cada minuto de este Mundial.

Ali (58 años) se maravilla ante el juego mostrado por los países árabes en lo que va de torneo. Por su parte Hussain (30 años) elogió a Canadá a pesar de la derrota sufrida por los Reds ante Croacia esa misma noche. “Todos jugaron bien, por encima de las expectativas”, indicó. La idea de utilizar un crucero como hotel le dejó una grata impresión. “Generalmente, construyen la infraestructura y luego se desperdicia después del torneo”, indica Ali. “Por eso, toda la idea de traer cruceros, albergar a miles de personas y luego devolverlos cuando ya no los necesitan… creo que es genial”.

Un sitio donde no hay fiesta es en el casino del barco, que está iluminado pero completamente vacío mientras paso por él, con la excepción de dos camareros solitarios que no tienen a nadie a quien servir. Parece salido directamente de una escena de “El Resplandor” y casi espero que uno me pregunte: “¿Cómo va todo, señor Torrance?” En vez de eso, uno de ellos me explica que el casino está cerrado porque el barco no se encuentra en aguas internacionales. Esa parte del barco deberá esperar hasta su primer viaje oficial al mar, previsto para finales de diciembre.

A pesar de lo extraño que suena la idea de pernoctar en un crucero para el Mundial, ésta tiene sus méritos que van más allá de tener una cama donde dormir. Para muchos visitantes, Qatar es una gran desconocida, incluyendo la estricta aplicación de las normas sobre el consumo público de alcohol. Cuando el Comité Supremo decidió, sólo dos días antes del torneo, que no se vendería alcohol en los estadios, para algunos fue la gota que derramó el caso. Sin embargo, la nave tiene prácticamente todo lo que se pueda necesitar.

Brian Tott y Mike Andrews han pasado pocas horas en el barco, luego de haber pernoctado anteriormente en uno de los hoteles de Doha. Pero ya se sentían como en casa. “Estábamos contentos con nuestra decisión una vez prohibieron el consumo de alcohol en los alrededores de los estadios”, indica Andrews.

El MSC World Europa hasta se ufana de tener su propia cervecería a bordo, que “servirá una gama de cervezas ‘Oceánicas’ hechas con agua marina desalinizada”, según indican los materiales promocionales que buscan atraer a aquellos deseosos de tener la plena experiencia “en el mar”.

Asimismo, existe un aspecto de seguridad que atrajo a algunos turistas a permanecer dentro de este hotel flotante, aunque todo parece indicar que Doha ha hecho honor a su reputación de ciudad increíblemente segura.

“Cuando reservamos hace un par de años, creíamos que valdría la pena, especialmente con la mentalidad (de Qatar) sobre la bebida. Es una opción más segura”, expresa Mark (38 años), diseñador de sistemas de seguridad y que proviene de las afueras de Londres. “Si vamos a un crucero, tienen montones de bares, tendrán montones de restaurantes. Si todo sale horriblemente mal afuera [de este barco], tendremos este espacio seguro para volver”.

“No tienes que pasar demasiado tiempo bajo el sol si no quieres. Pero es raro estar en un clima tan cálido en noviembre, especialmente cuando se habla con amigos que están en casa y nos cuentan lo mal que está el clima”.

La idea de tener tantos seguidores del futbol tan cerca podría crear cierta tensión, especialmente con el “coraje líquido” tan fácilmente disponible. Sin embargo, la experiencia de los huéspedes que fueron entrevistados por ESPN para el presente artículo indican que dichas tensiones han quedado al mínimo.

Víctor Suárez (32 años), propietario de una empresa de “salas de escape” ubicada en Ciudad de México, disfruta de su almuerzo en Kaito, restaurant de sushi de la nave, con su pareja Mabel Guerra, diseñadora de modas de 32 años. “Éste es el desayuno”, indica Guerra. Ella cuenta que el intercambio entre hinchas ha sido cordial, especialmente en el bar Master of the Seas. “Todos visten las camisetas de sus selecciones y empezaron a cantar sus coros”, afirmó. “Los brasileños empezaron a luchar contra los argentinos. No de mala manera, solo cantando. Fue muy divertido”.

El precio de dormir en un crucero durante el Mundial

La nave sirve, incluso para las personas que no disfrutan de la vida nocturna. Después de todo, este barco funciona principalmente como hotel.

Esa misma noche, me encuentro con Joao Silva y Roberta Carmo, oriundos de la ciudad brasileña de Belo Horizonte (“La ciudad del 7-1”, expresó Silva, en referencia a la derrota sufrida por Brasil ante el seleccionado de Alemania en las semifinales de la Copa del Mundo de 2014). Denominan la experiencia de pernoctar en un crucero como “sorpresa agradable”, considerando su cercanía a la ciudad y sus atracciones. Sin embargo, existe un problema.

“No hay restaurantes veganos”, expresa Silva. “Comemos en la ciudad”.

Los niños también son bienvenidos al barco. Steven van Hoof (36 años), nativo de Amberes (Bélgica) y que actualmente reside en la urbe surafricana de Ciudad del Cabo, pernocta en la nave junto a su hijo de 12 años.

“A mi esposa no le gusta el futbol y mi hijo cumple 12 años. Le prometí que haríamos uno de esos viajes de chicos”, afirmó. “Pasó de tres días a tres semanas. Así que nos quedamos durante todo el torneo, viendo 23 partidos, que es la única ventaja de tener el Mundial en Qatar. Parece que todos los estadios, puedes correr de uno al otro”.

El costo del viaje varía ampliamente, pero sigue siendo costoso. Para la última semana de la Copa del Mundo, las habitaciones varían de 347 dólares la noche hasta más de $2.500. Las habitaciones interiores apenas tienen espacio para guardar equipaje.

“Es una caja”, expresó el londinense Mark sobre su camarote.

También están el costo de los alimentos y bebidas. Ciertas investigaciones profundas e intensas conducidas por este reportero pueden confirmar que una cerveza cuesta aproximadamente 15 dólares.

“Es costosa”, expresó Garrett Jones (28 años), contador residente de Boise, Idaho. “El alojamiento en sí no estaba mal, pero la comida ha sido mucho más cara en el barco comparado a si vas a Souq Waqif. Allí la comida es mucho más barata”. (Souq Waqif es el mercado callejero más antiguo de Doha y una atracción popular de la ciudad).

Van Hoof agregó: “El barco te afecta, pero también lo hace cualquier vacación. Creo que el Mundial es una vez cada cuatro años y mi hijo sólo cumple 12 años una vez así que bueno. Sólo hay que asumirlo”.

En esta noche en el Master of the Seas, los hinchas croatas disfrutan el frío de la noche que les trajo la victoria 4-1 sobre Canadá. Sin embargo, una pareja alemana mira ansiosa los momentos finales del encuentro de su selección contra España. Mientras me acerco a la barra, entablo conversación con un hombre que viste una camiseta de Luka Modric, aunque resulta que no es de Zagreb o Split; sino de Boise, Idaho.

Me presenta a Kyle DePinna (34 años), artista residente de Portand, Oregon. De Pinna lleva todo el día sufriendo un poco: tenía entradas para el partido entre Alemania y España; pero luego de pasar seis días consecutivos asistiendo a los partidos, cayó fatigado y cedió sus boletos. Una excursión en jet ski le quitó la sensación de haberse perdido algo.

“Fue el mejor momento de mi vida”, afirmó. “Creí que llegaríamos tarde y acabamos llegando justo al amanecer. Así que montamos unos 30 minutos mientras se ponía el sol. Tomé fotos y videos increíbles”.

Cuando el silbato suena para poner punto final al partido entre Alemania y España, se vacía la cubierta de la piscina de La Plage, donde la gente veía la acción en una pantalla gigantesca. Algunos se quedan a bailar al ritmo de “Oye como va”, mientras otros se retiran hacia el interior del barco para comer o seguir bebiendo. La fiesta continúa.