La Selección Argentina es hoy el campeón del mundo y el mejor equipo a nivel global, pero nada de esto hubiese sucedido sin una victoria inolvidable en el mítico Maracaná, escenario del duelo de este martes ante Brasil por las Eliminatorias a la Copa del Mundo 2026.
El día que cambió la historia
Aquel 10 de julio de 2021, la Albiceleste ganó 1-0 y conquistó la Copa América, cortando 28 años de sequía y quitándole la enorme mochila de la espalda a una generación comandada por Lionel Messi, quién consiguió su primer título con la Selección.
Otro de los que tuvo su merecida redención fue Ángel Di María, autor del tanto de la victoria y héroe de dicha final con una definición muy a su estilo, por encima del cuerpo de Ederson con un remate de emboquillada.
Esta final, con un marco muy particular, con un puñado de hinchas privilegiados que presenciaron el partido y en el medio de las restricciones por COVID-19, parecía ser el escenario ideal para la consagración del local y sobre todo de Neymar, quien no había podido estar en la Copa América 2019 por lesión, pero Argentina impuso condiciones desde temprano y consiguió la ventaja gracias a Di María, a los 22 minutos, tras una muy buena asistencia de Rodrigo De Paul, para luego defenderla a base de buen funcionamiento y orden.
Una de las críticas que venía recibiendo este equipo era que no podía mantener la regularidad en los 90 minutos y se iba desinflando con el correr del encuentro, a pesar de buenos inicios. En este partido se quebró esto, a pesar de soportar embates de Brasil, comandados por un Neymar casi imparable.
El triunfo en el Maracaná marcó un verdadero antes y después para Argentina, con la consolidación de Lionel Scaloni al frente de la Selección y la conformación del plantel que terminó ganando la Finalissima contra Italia y, más tarde, el Mundial de Qatar, con algunas incorporaciones.
El entrenador argentino se la jugó con varias apuestas por las que fue criticado y señalado. Los ingresos de Emiliano Martínez y Cristian Romero fueron las principales. Quizás, estas individuales empujaron el cambio de signo.
'Dibu' se convirtió en el dueño absoluto del arco albiceleste. Fue figura en varios partidos, además de su inolvidable tanda de penales en semifinales frente a Colombia. 'Cuti' se transformó en el socio ideal de Nicolás Otamendi en la zaga central, complementándose el uno al otro de una forma muy natural, como si hubiesen jugado juntos durante años.
El mediocampo tuvo un trío inamovible con De Paul, Leandro Paredes y Giovani Lo Celso, que se combinaron perfectamente para aportar el equilibrio, el despliegue, la marca y la creación de juego que tanto necesitaban los atacantes para desequilibrar.
El ataque combinó al capitán con otra cara nueva y apuesta del DT como Nicolás González, quién aportó desequilibrio y frescura en ataque y la consolidación de Lautaro Martínez como el 9.
Esta consagración significó no solo acabar una sequía de 28 años sin títulos, sino romper un muro muy pesado para referentes históricos que consiguieron algo que merecieron varias veces en el pasado. Atrás quedaron las frustraciones de Brasil 2014 y las Copas Américas 2015 y 2016.
Aún no sabían lo que les deparaba un año más tarde en Qatar, pero este equipo inició en el Maracaná un camino que no se detuvo hasta alcanzar la cima del mundo y lo hizo en uno de los escenarios más icónicos del deporte y ante el rival soñado.