"Pelé es miope y tiene un problema en la cadera, por eso no será convocado para la Copa del Mundo de 1970". Palabras más, palabras menos, eso fue lo que dijo el entrenador de Brasil, Joao Saldanha, pocos meses antes del Mundial de México. Como no podía ser de otra manera, aquello fue tomado casi como un sacrilegio en todo el país y el DT fue despedido días después. Aunque Edson Arantes do Nascimento casi no había jugado en las dos Copas anteriores, todavía era el gran ídolo de la torcida y todos esperaban que a los 29 años de edad se despidiera del equipo nacional con otro título.
La Confederación brasileña despidió a Saldanha -reconocido militante comunista- con el visto bueno del gobierno militar y contrató a Mario Zagallo, quien ya había dirigido al equipo entre 1967 y 1968. La llegada del Lobo no provocó grandes cambios. De hecho, en un amistoso disputado el 26 de abril en Río de Janeiro, Pelé fue al banco de suplentes y utilizó la camiseta trece. La Verdeamarela empató 0-0 contra Bulgaria, lo que casi obligó al técnico a devolverle la titularidad a O Rei.
Entonces, Zagallo tuvo la idea gracias a la cual nació el para muchos mejor Seleccionado de todos los tiempos. Días antes del Mundial, el entrenador reunió a Rivelino, Gerson, Tostao, Jairzinho y Pelé en la habitación de éste último y les confirmó que en México jugarían los cinco juntos. Sí, cinco futbolistas que en sus clubes jugaban "de Diez" conformarían la delantera del Scratch. El líder futbolístico y espiritual de ese grupo de fenómenos iba a ser quien luego se destacaría como el mejor jugador del campeonato: Pelé.
Durante el torneo en México, el "craque" de Santos no tuvo una posición fija y se movió por todo el frente de ataque, lo que desconcertó a los rivales y les dio siempre una posibilidad de descarga a sus compañeros. Brasil fue una verdadera maravilla en los seis partidos, con Pelé como el principal responsable de eso. Aquel niño que había deslumbrado en Suecia doce años antes ya era un futbolista maduro, inteligente, seguro de sí mismo y rodeado de atacantes que hablaban su mismo idioma.
En el debut, la Canarinha goleó 4-1 a Checoslovaquia con un gol de Pelé. Tras el partido, Zagallo afirmó: "El disparo de Pelé desde el centro del campo en el saque inicial ante Checoslovaquia fue la forma de Pelé de decirle a Saldanha y al mundo que su vista estaba perfecta".
Luego llegó el partido más duro del certamen, frente a los campeones reinantes. El equipo no brilló pero fue efectivo y venció 1-0 a Inglaterra con tanto de Jairzinho. En el cierre de la primera fase, Pelé convirtió dos goles en la victoria 3-2 contra Rumania.
El partido de los cuartos de final fue quizás el mejor que un equipo jugó jamás en una Copa del Mundo. Con un Pelé maravilloso, que jugó e hizo jugar y volvió loca a toda la defensa peruana, Brasil superó por 4-2 al conjunto sudamericano y se metió en semifinales, donde lo esperaba otro adversario conocido: Uruguay.
Contra la Celeste se vio una nueva función de Pelé y sus amigos, que vencieron por 3-1. Así llegaron a la gran final, frente a Italia. "Me impresionó mucho Pelé, quien se constituyó en el constructor de los cuatro goles, de acuerdo con lo observado desde mi posición", dijo tras el partido el arquero italiano Albertosi y a eso hay poco que agregar. El ídolo de Santos volvió a brillar y el Scratch goleó 4-1.
"Yo había pensado para darme ánimo: Pelé es de carne y hueso, como yo. Estaba equivocado", afirmó el defensor Tarciso Burgnich después de la consagración de Brasil como campeón del mundo. Y tenía razón, porque lo hecho por Pelé en esta Copa del Mundo escapa a todas las leyes de la naturaleza, es como si por tres semanas aquello que parecía imposible se hubiese vuelto real.
"Esta fue mi última Copa, soy el hombre más feliz del mundo", exclamó Pelé en medio de los festejos. Fue la mejor despedida para un jugador único.