Alemania, en el deporte más popular del mundo, está obligada por su historia y su grandeza a tomar una decisión ahora que vive uno de sus momentos más críticos de los últimos años
MÉXICO -- La reciente y por demás escandalosa derrota de la Selección Nacional de Alemania, Die Mannschaft, ante España en la última jornada de grupos de la UEFA Nations League, supone una calamitosa ofensa al orgullo futbolístico alemán y una mancha terrible a la hoja de vida de un director técnico que logró lo que pocos consiguen desde el banquillo: incluir su nombre en la selecta lista histórica de los entrenadores campeones del mundo.
Luego de su triunfo en Brasil 2014, Joachim Löw obtuvo su derecho para sentarse en la mesa de los grandes estrategas alemanes junto a Josef Herberger, Helmut Schön, Franz Beckenbauer, Jupp Derwall, Hans Hubert Vogts y Otto Rehhagel. El nacido en Schönau, Baden-Württemberg, el 3 de febrero de 1960, se hizo del cargo del seleccionador nacional luego de haber sido asistente de Jürgen Klinsmann en el Mundial de Alemania 2006.
Con la encomienda de renovar a un equipo que no había logrado el objetivo de ganar la Copa del Mundo en casa, Löw se apuró en trazar un ambicioso plan a largo plazo para obtener, sí o sí, el bello y más codiciado trofeo a nivel de selecciones. Y lo hizo acompañado de Hans Dieter Flick, un exfutbolista prematuramente retirado de las canchas cuyo mayor logro hasta ese momento había sido dirigir por cinco años al TSG Hoffenheim de la tercera división germana.
Los resultados positivos fueron casi inmediatos. Dos años más tarde, en la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, clasificó a su selección a la gran final en Viena contra España ante la cual perdieron por la mínima diferencia. Con el boleto en la mano para acudir al Mundial de Sudáfrica 2010, “Jogi” sabía perfectamente que no se convertirían en campeones, todavía, porque cuatro años eran insuficientes para hacer madurar su idea futbolística en una joven generación de jugadores que encabezaban Philip Lahm, Bastian Schweinsteiger, Thomas Müller y Mesut Özil, pero aun así se accedió hasta las semifinales y repetir a la postre el tercer lugar que habían obtenido en el 2006.
Una nueva Euro llegó en el 2012, ahora en Polonia y Ucrania. El equipo se estaba fortaleciendo y nuevos nombres se incorporaban a la plantilla como los de Manuel Neuer, Matts Hummels, Sami Khedira y Toni Kroos. El resultado final no fue el esperado porque terminaron estrellándose con la Italia de Mario Balotelli en semifinales y no consiguieron disputar el trofeo Henri Delaunay como era el deseo de Löw. Sin embargo, la semilla había comenzado a germinar y los jóvenes habían adquirido la experiencia y madurez suficientes para llegar al Mundial brasileño como uno de los principales candidatos. El trabajo desde el banquillo de Joachim hasta ese momento había sido plenamente reconocido por los dirigentes de la Deutscher Fussball Bund (DFB) y la confianza depositada en él se consolidó con la conquista del tan deseado y largamente esperado cuarto título mundial.
Ocho años de trabajo habían dado resultado. Con números casi perfectos, la Selección Alemana de Joachim Löw era la mejor del planeta. Su prestigio estaba en lo más alto. Los galardones y reconocimientos se acumularon en la vitrina de su casa. Todo era miel sobre hojuelas.
Sin embargo, al concluir el Mundial de Brasil, Hans Flick deja el cargo de entrenador asistente para emprender su propio vuelo y demostrarse asímismo y en otro ámbito, su capacidad y experiencia acumuladas tras el telón, privando de esta forma a su amigo Jogi, del tan valioso y muchas veces necesario consejo que un director técnico requiere, tanto en los buenos como en los malos momentos. El lugar de Flick fue ocupado por Thomas Schneider, exjugador del Vfb Stuttgart.
Con una renovación de contrato que lo ligaba con Die Mannschaft hasta la Copa del Mundo Rusia 2018, Joachim comenzó a preparar la defensa del título. Antes del Mundial, se jugó la Euro de Francia 2016 donde los alemanes cayeron ante los anfitriones en semifinales. Al término de la cita gala, los federativos le extendieron un nuevo contrato hasta el 2020 a pesar de que comenzaron a escucharse voces que criticaron el planteamiento extrañamente defensivo mostrado por el equipo teutón durante el torneo. Un año más tarde, en 2017, Löw sorprende a todos al apostar por una juvenil selección que presentó en la Copa FIFA Confederaciones de 2017 y la que, contra todo pronóstico, ganó por primera vez para Alemania con jugadores como Timo Werner, Leon Goretzka y Joshua Kimmich.
El panorama para los campeones era más que alentador de cara al torneo ruso. Con una innovadora mezcla de sangre joven y futbolistas consagrados, Alemania aspiraba al bicampeonato. Pero llegó la catástrofe. Löw y los suyos fueron echados en la primera ronda sellando la peor actuación para una Selección Alemana en un Mundial en la historia. Insólito. No estaba en el guion hacer el ridículo. Una verdadera desgracia. Sin embargo, la DFB le reiteró su apoyo y ambas partes decidieron cumplir con lo pactado por escrito.
Los malos resultados, sin embargo, continuaron más adelante en la UEFA Nations League. Quizá presionado por ello, Joachim Löw tomó una decisión en el 2019 que hoy toma relevancia de cara a la reciente y patética derrota ante España. Borra de golpe y porrazo los nombres de Thomas Müller, Matts Hummels y Jerome Boateng. No serán convocados más. Completamente incomprensible sobre todo por el gran momento que vive Thomas con su equipo, el FC Bayern München, actual campeón de la Champions League. Mismo caso de Boateng, quien recuperó su fortaleza y forma física en la zaga bávara. Y Hummels, por favor Jogi, es un líder indiscutible en el Dortmund.
¿Se le acabaron las ideas a Löw? ¿Perdió la credibilidad con sus jugadores? ¿Los nuevos convocados no tienen la suficiente capacidad para defender con honor el escudo de Alemania? ¿Habrá sido Hans Dieter Flick el verdadero artífice de los más recientes éxitos de la Selección Alemana? ¿O será que acaso, la debacle futbolística de los tetracampeones mundiales vista de pantalón largo y tenga como nombres los de Oliver Bierhoff, director deportivo de la Selección Nacional, o el de Fritz Keller, presidente de la DFB?
Alemania y su representativo nacional en el deporte más popular del mundo, está obligada por su historia y su grandeza, a tomar una decisión ahora que vive uno de sus momentos más críticos de los últimos años. Postergarla, como se ha empeñado en hacerlo, le puede costar muy caro