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Cómo y por qué los clubes despiden a sus entrenadores: Charlas incómodas, retribuciones y despidos por WhatsApp

Nos acercamos al momento de las temporadas nacionales europeas en el que los clubes empiezan a pensar seriamente en su dirección a futuro. La Premier League inglesa es bien conocida por su "temporada de despidos", una avalancha de movimientos en la dirección que puede producirse en cualquier momento desde septiembre hasta fines de noviembre, en el periodo previo a la ventana de pases de enero.

Esta temporada, tres mánager de la Premier League ya han perdido sus puestos: Thomas Tuchel (Chelsea), Scott Parker (Bournemouth) y, la semana pasada, Bruno Lage (Wolves). La temporada pasada se batió un récord en la primera división inglesa cuando Ole Gunnar Solskjaer, de Manchester United, se convirtió en el sexto técnico despedido antes del 21 de noviembre.

Los clubes europeos tampoco son reacios a los despidos anticipados. El 7 de septiembre, Domenico Tedesco dejó de dirigir al RB Leipzig de la Bundesliga para ser reemplazado un día después por el ex entrenador de Borussia Dortmund, Marco Rose, quien había perdido su propio puesto en el verano. Por otra parte, fuentes de ESPN informaron que el Sevilla de La Liga española ha llegado a un acuerdo con el exentrenador Jorge Sampaoli para reemplazar a Julen Lopetegui, y Bayer Leverkusen destituyó a su mánager Gerardo Seoane para incorporar a Xabi Alonso.

A veces es una decisión fácil basada en los resultados; otras, surge de la nada. Pero ¿qué factores intervienen en la decisión de despedir a un mánager o un entrenador? El exdirector deportivo de Mónaco, Tor-Kristian Karlsen, ha pasado por ello. Aquí responde algunas de las preguntas clave sobre la forma en que un club decide desprenderse de su persona a cargo.

P. Ya hemos utilizado los términos "mánager" y "entrenador"... ¿Cuál es la diferencia entre ellos? ¿Existe un protocolo diferente para despedir a cada uno?

R. Mánager es la definición tradicional británica de una figura muy abarcadora y omnipotente que suele estar a cargo de todos los asuntos relacionados con la parte deportiva de un club de fútbol. Desde la gestión de la academia, pasando por los ojeadores y el reclutamiento, el departamento médico, hasta la preparación diaria, el entrenamiento y la composición del primer equipo, el mánager tendría la última palabra -o ejercería una fuerte influencia, como mínimo- en todos los asuntos.

A menudo ejemplificado por figuras de larga trayectoria como Sir Alex Ferguson (Manchester United) y Arsene Wenger (Arsenal), puede decirse que el mánager está a punto de quedar obsoleto, ya que la mayoría de los clubes -incluso en el Reino Unido- están adoptando un enfoque más diversificado en el que la mayor parte de las responsabilidades no relacionadas con el campo de entrenamiento o el día de partido son asumidas por un director deportivo.

El entrenador suele trabajar bajo la dirección de un director deportivo (o con él) y, por lo general, se encarga de los asuntos relacionados con el entrenamiento del equipo, como la preparación y la selección de la formación para los partidos y su dirección durante los mismos. Aunque también existen versiones híbridas de la función, el entrenador suele ocuparse de los aspectos tácticos en torno al primer equipo, mientras que rara vez se involucra (aunque a menudo se le consulta) en asuntos financieros o estratégicos.

Desde el punto de vista estructural, un mánager suele reportar directamente al propietario/junta directiva, mientras que el entrenador, en la mayoría de los casos, reporta al director deportivo. En caso de despido, el proceso no tiene por qué ser diferente, con la excepción de que el director deportivo puede ser el instigador y el que da las malas noticias al entrenador, mientras que el propietario o el presidente podrían comunicárselas al mánager.

Nota del editor: Durante el resto del artículo, nos referiremos al cargo de entrenador para evitar confusiones, a menos que hablemos de un ejemplo específico de mánager.

P. ¿Cuáles son algunas de las razones por las que un entrenador y un club se desvinculan? ¿Siempre es por los resultados?

R. Aunque los malos resultados son el catalizador más común de un despido, puede haber otras razones para un adiós anticipado, como una falta de alineación con la estructura deportiva principal del club, una razón esgrimida recientemente por Chelsea en la sorprendente destitución de Tuchel.

Manchester City se despidió de Roberto Mancini en 2013 al favorecer un enfoque más "holístico" en su estructura deportiva; el italiano había gozado de un rol más parecido al del mánager antes de la llegada del director deportivo Txiki Begiristain, pero fue prácticamente relegado a la condición de entrenador durante su última temporada antes de ser reemplazado por Manuel Pellegrini.

El choque de personalidades o la falta de sintonía -como las repetidas quejas públicas de Parker por la falta de fondos para fichajes en Bournemouth- también pueden contribuir. Sin embargo, si los resultados son satisfactorios, los desacuerdos internos o la falta de entendimiento entre los principales responsables de la toma de decisiones suelen pasar desapercibidos. Las verdaderas tensiones salen a la superficie tras unas cuantas derrotas.

P. ¿Cuánto tiempo lleva tomar una decisión? ¿Quién participa en la toma de esa decisión y quién toma la decisión final?

R. En realidad, la evaluación del trabajo de un entrenador es un proceso continuo y permanente. Tras una racha de cuatro o cinco partidos con malos resultados, las dudas empiezan a manifestarse y, a no ser que el club tenga un propietario o un director deportivo especialmente pacientes, quienes aprecien que llevar a cabo una estrategia a largo plazo conlleva altibajos, las cosas pueden suceder rápidamente.

Las repercusiones financieras de no alcanzar objetivos como la clasificación a la Champions League o evitar el descenso son tan amplias, que las decisiones difíciles nunca están lejos de la mesa. En el entorno actual de propietarios acaudalados e involucrados, que a menudo proceden de una cultura o un clima empresarial muy alejados del fútbol, suelen ser los que pagan las facturas (y que, al final, tendrán que cubrir también las indemnizaciones o los despidos) los que toman la decisión final.

En algunos casos, se consulta al director deportivo, quien puede incluso recomendar un cambio, aunque pocos directores deportivos tienen la autoridad para llevar a cabo el proceso. Normalmente es el descontento de los propietarios o de la junta directiva lo que pone en marcha el proceso.

P. ¿Los jugadores se involucran alguna vez? Si es así, ¿cómo y por qué?

R. Los jugadores de un club rara vez se involucran directamente en la evaluación de su jefe. Está fuera de su alcance evaluar a su propio líder, y animarlos a expresar sus preocupaciones -aunque algunos entrenadores modernos están encantados de recibir comentarios por iniciativa propia- podría enviar una señal de duda que, a su vez, podría afectar los resultados o la concentración. Sin embargo, la relación entre el entrenador y los jugadores está sujeta a una observación continua y hay múltiples formas de manejarla de manera menos obvia.

Las excepciones se dan, y ha habido casos en los que un jugador (o sus representantes) han disfrutado de una estrecha relación con los altos cargos de un club y, como resultado, han ayudado a planear la caída del entrenador. Por supuesto, esta situación no es saludable y socava toda la cadena de mando del club.

P. ¿Hay ocasiones en las que los clubes toman la decisión en la oficina directiva pero no se lo comunican al mánager hasta el final de la temporada? ¿Esto no se torna un tanto incómodo?

R. Puede suceder. Hay momentos en los que el puesto de un entrenador está menos asegurado de lo que se puede suponer desde afuera. Si la temporada termina en una decepcionante posición en la segunda mitad de la tabla, o si determinados objetivos no se han alcanzado a pesar de haber evitado el descenso, los clubes pueden comenzar a trabajar en la mejora de su staff de entrenadores de cara a la siguiente temporada desde febrero o marzo.

Algunas circunstancias constituyen una “transición oculta” particularmente delicada para las personas clave en las tomas de decisiones. El director deportivo – quien es típicamente responsable de los planes de sucesión y en general el aliado más cercano del director técnico – no tendrá más opción que jugar un rol perfectamente equilibrado entre respaldar convincentemente al actual entrenador mientras que (el proceso sólo debería ser compartido con un grupo selecto dentro de la principal jerarquía del club) busca su reemplazo.

En tales circunstancias, la atmósfera en el club se vuelve inquietante, como si se desparramara un aire de sospechas. Se puede escuchar a personas que preguntan por qué el director deportivo tiene que volar tanto por Europa para asistir a reuniones o por qué de repente está más escurridizo. Al mismo tiempo, los potenciales nuevos candidatos pueden ser vinculados con el club en los medios de comunicación – generalmente son filtraciones de los agentes y eso hace que sea prácticamente imposible encubrir una búsqueda que involucre a múltiples candidatos.

Este doble acto es uno de los aspectos menos atractivos de las tareas del director deportivo y uno que conlleva dilemas morales e implicancias prácticas. Pero hay ocasiones en las que son necesarios para cumplir con el objetivo de conseguir un nuevo staff de entrenadores de cara a la siguiente temporada.

P. ¿Cómo es la conversación de despido? ¿Qué es lo que se dice y, en este mundo moderno, siempre se hace en persona?

R. Si bien tener que informarle a una persona que se quedará sin trabajo nunca es agradable, los entrenadores más experimentados ya han pasado por esta situación y ya se dan cuenta que se viene el momento del despido o aceptan estoicamente que ser despedidos es parte de esta industria extremadamente exigente.

Otros, sin embargo, cuando el despido se da muy repetitivamente, pueden tener reacciones más emocionales. No hay dos reuniones que sean iguales. Algunos lo toman como algo personal y se niegan a decir una sola palabra antes de hablar con su asesor legal, mientras que otros simplemente se sienten aliviados de poner fin a una situación angustiante.

Si bien la mayoría de los clubes tiene la clase y la decencia de dar la noticia en una reunión en la que se convocan a las partes interesadas, uno ha escuchado más de una vez sobre entrenadores que se han enterado de la noticia vía email o por otros medios. Un ejemplo reciente es un director técnico de una de las principales ligas que fue informado de su despido con un mensaje de audio de WhatsApp.

P. Pero de todas maneras reciben una indemnización o llegan a un acuerdo, ¿no? ¿Por lo general es del valor de la duración de su contrato o es un monto fijo?

R. Puede variar. Mientras que algunos managers detallan todos los pormenores de la terminación de sus contratos cuando firman, otros se asesoran legalmente para hacer un acuerdo o para que les paguen lo que les queda por contrato (donde pueden quedar en una especie de “suspensión remunerada" hasta que se llegue a un acuerdo).

Para dar una idea de las cifras que se manejan para los grandes nombres, las cuentas de Manchester United muestran que José Mourinho recibió alrededor de £15 millones cuando fue despedido en diciembre de 2019, mientras que Chelsea pagó alrededor de £26m a Antonio Conte y su staff, además de las costas legales para despedirlo en 2018. Claramente, esas cifras descienden a medida que miras más abajo en la pirámide del fútbol.

Las leyes laborales nacionales entran en juego mientras que un despido sin el debido proceso puede llegar a complicar a los clubes en algunos países, pero muy pocos casos llegan a tribunales ya que por lo general los entrenadores tienden a preferir un acuerdo en el momento de su partida. En parte para negociar una suma de dinero abonada en una sola vez y también para que la cuestión no se dilate y no perjudique alguna oportunidad laboral que pueda surgir.

P. Una vez que son despedidos, ¿firman un acuerdo para evitar que escriban un libro o que les cuenten a los reporteros cómo sucedió todo?

R. La mayoría de los entrenadores de alto perfil dejan que sus asesores legales redacten el acuerdo con los directivos del club una vez que su destino ya está definido. Por lo general hay un embargo que no les permite hablar antes de que transcurra determinado período de tiempo, mientras que en algunos países hay cláusulas que prohíben que se cierren acuerdos para escribir libros o para hacer entrevista contando todos los pormenores. Sin embargo, a veces estas cláusulas son pasadas por alto en medio del período de luna de miel cuando llegan y después son usadas como herramientas de negociación cuando llega el momento del despido.

En estos días de filtraciones y comunicados de prensa, la verdad siempre llega al dominio público de una u otra manera. Pero en términos generales, muy raramente está en la intención de un entrenador pensando en sus futuros trabajos ser demasiado vehemente con respecto a su antiguo empleador.

P. ¿Los clubes siempre tienen una lista de posibles reemplazos? ¿La disponibilidad de algún mánager desempleado juega un factor en la rapidez de la toma de decisiones? ¿Y si es un proceso amistoso, un mánager puede colaborar en la búsqueda de su sucesor?

R. Tan desleal como pueda parecer, la mayoría de los clubes top tienden a seguir de cerca a los principales directores técnicos independientemente de la ausencia de un cambio inminente. Es una práctica un tanto sensible para una posición tan clave ya que tampoco puedes saber si tu propio empleado quizá pueda verse tentando por un club mejor, más grande y con más dinero. La preparación es primordial. En el nivel más alto, la disponibilidad de un candidato que hace tiempo es deseado podría dar lugar a una reacción temprana, pero en un club que funciona bien y es estable, que se preocupa por sus empleados y su reputación, tendría que suceder algo extraordinario para intentar reparar algo que no está roto. Absolutamente nadie llega con el éxito garantizado.

Las salidas amigables también existen, pero hablar de un posible sucesor no es un escenario que las partes estarían interesadas en discutir a menos que te estés retirando (tal como Sir Alex Ferguson hizo con David Moyes en Man United en 2013 – ¡aunque eso no terminó resultando tan bien!).

El fútbol es un negocio en el que se entremezclan las emociones y un despido puede ser comparado a la finalización de un matrimonio conflictivo, por lo que ni el club ni el entrenador saliente quizá estén en el estado emocional adecuado después de días desgastantes para enfocarse en otra cosa que no sea intentar terminar la relación con el menor daño extra posible. Además, ¿realmente estaría en el interés del entrenador saliente recomendar alguien que quizá haga una mejora instantánea o duradera en su reemplazo?