BARCELONA -- “El fútbol profesional es algo parecido a la guerra. Quien se porta demasiado bien, está perdido”. La afirmación se le atribuye a Rinus Michels, conocido como ‘El General’ o ‘Mister Marmol’, entrenador de cabecera en el fútbol holandés y en el FC Barcelona al que dirigió durante dos etapas en los años 70 del pasado siglo, que alcanzó la inmortalidad a partir del Mundial de 1974 y que en 1988 dirigió a la Holanda que ganó la Eurocopa. Personaje imprescindible para entender la modernización del fútbol, se cumplen 15 años de su muerte.
Considerado el padre del fútbol total, a Michels le galardonó la FIFA como ‘Entrenador del Siglo’ en 1999 por su contribución a la modernización de este deporte, cuando su figura, ya retirado, era absolutamente venerada en Holanda y tan respetada como estimada en el mundo entero.
Delantero que entre 1946 y 1958 jugó más de 300 partidos con el Ajax y que fue 5 veces internacional con una selección entonces de segunda o tercera fila, en 1965 se hizo cargo del banquillo del club de Amsterdam sustituyendo al inglés Vic Buckingham, otro técnico de leyenda y que entre sus logros invisibles destacará por siempre al debutar en el primer equipo a Johan Cruyff, el 30 de noviembre de 1964.
Michels se convirtió en entrenador del Ajax en 1965 y enlazando tres títulos de Liga consecutivos dio forma a un equipo que bajo el liderazgo de Cruyff y la compañía de Keizer, Suurbier, Swart o Vasovic alcanzó en 1969 la final de la Champions League (entonces Copa de Europa) que perdió (4-1) ante el Milan pero dio paso a la mejor generación de la historia del fútbol holandés.
Alcanzó a disfrutar de la gloria con el título continental de 1971 ganando al Panathinaikos por 2-0 y fue reclutado por el Barcelona, donde sucedió en el banquillo otra vez a Vic Buckingham y perfeccionó el cambio de sistemas en los entrenamientos del equipo que ya había instaurado un año antes el técnico inglés.
Su primera época en el Camp Nou siempre será recordada por el título de Liga de 1974, acabando una sequía de 14 años, y por ser una pieza fundamental en el fichaje de Johan Cruyff un año antes, cuando se abrió la puerta a la llegada de jugadores extranjeros al fútbol español.
Apodado ‘Mister Marmol’ por su fuerte carácter que le llevó a enfrentarse a algunos futbolistas de la plantilla, dejó el Barça en 1975 para volver al Ajax, donde solamente permaneció un accidentado curso antes de regresar al club azulgrana hasta 1978, despidiéndose con la conquista de la Copa del Rey y marchando junto a Cruyff a Estados Unidos para dirigir durante una temporada a Los Angeles Aztecs. Entre 1980 y 1983 entrenó al Colonia en Alemania, país en el que se despidió de los banquillos a nivel de clubs en 1989.
LA NARANJA MECÁNICA
Su legado en forma de títulos a nivel de clubs quedó para la posteridad, con el Ajax por encima de todo, pero su personalidad futbolística trascendió todas las fronteras en cuanto se hizo cargo de la selección holandesa, sustituyendo al checo František Fadrhonc en marzo de 1974, en puertas de un Mundial que convertiría al equipo orange en la gran sensación.
Holanda cayó derrotada en la final del torneo (2-1) por la anfitriona Alemania Occidental pero pasó a la posteridad como la gran vencedora moral de aquel campeonato por la magnífica puesta en escena de sus jugadores, al mando de Johan Cruyff, en el terreno de juego.
Tras una primera fase en la que venció por 2-0 a Uruguay y a Bulgaria por 4-1, empatando sin goles frente a Suecia, Holanda pasó a la final imponiéndose en la segunda fase a la RDA por 2-0, aplastando a Argentina por 4-0 y derrumbando a la campeona Brasil por 2-0 en un partido mítico que disputado en Dortmund concedió al equipo el apodo de la Naranja Mecánica y la admiración mundial.
Michels abandonó la dirección del equipo nacional tras aquel Mundial pero dejó la semilla de un juego ya intocable, al que no renunciarían sus sucesores antes de volver para dirigir en la Eurocopa de 1988, que Holanda conquistó bajo el embrujo de jugadores como Gullit, Van Basten, Koeman, Rjkaard, Van Breukelen o Muhren, derrotando en una semifinal legendaria por 2-1 a Alemania y por 2-0 a la Unión Soviética en la final.
“Nadie me ha enseñado tanto como él. Siempre admiré su liderazgo y le echaré mucho de menos” le despidió Johan Cruyff a su muerte, de la que se cumplen 15 años este tres de marzo.