“El grito es una salvajada, no es un grito del que se pueda sentir orgullosa la población mexicana, tiene un claro contenido homofóbico, o sea no se trata de decir una palabra para elogiar a un portero por su orientación sexual; entonces creo que tiene que ver con los complejos y los primitivismos del futbol mexicano y de su afición, con un machismo que ha alentado este tipo de conductas a lo largo de muchísimos años, y es reprobable”.
Juan Villoro
La pandemia trajo consigo un sinfín de lecciones, conciencia, adaptabilidad y resistencia, entre otras, y el deporte no ha estado exento de esta metamorfosis obligada. Sin embargo, en algunos casos parece que no hubo aprendizaje alguno.
No es tema menor que en dos partidos de la Selección Mexicana Sub 23 que disputa un boleto para los Juegos Olímpicos en Guadalajara, el grito homofóbico “¡Ehhh, puto!” que ha provocado multas y advertencias a la Federación Mexicana de Futbol por parte de la FIFA, haya reaparecido.
Los estadios permanecieron cerrados prácticamente un año, y en algunas plazas como es el caso del Jalisco, apenas se pudo reabrir para este torneo con el 25 por ciento de la capacidad de su aforo... ¿Y qué pasó? Que un sector de esa afición, porque no se puede generalizar, de nuevo ha lanzado el grito cada que el portero rival despeja.
En el primer partido de México en el Preolímpico ante República Dominicana no habían pasado ni 20 minutos y la consigna ya se había escuchado hasta en tres ocasiones, y de poco sirvieron los esfuerzos del sonido local que emitió la petición: "No a la discriminación".
Y frente a Estados Unidos sucedió otra vez, ahora bajo el amparo de un roce entre el portero visitante, David Ochoa, y el defensa mexicano Johan Vázquez.
Queda claro que el grito no se va a erradicar por decreto ni por avisos en los altavoces de los estadios, pues quienes lo emiten no sienten vergüenza alguna, todo lo contrario, les resulta divertido y hasta es una forma de desahogo.
Los esfuerzos de la FMF han sido insuficientes, pues con anuncios en los que participan distintos comentaristas de futbol no alcanzó en el pasado para obtener resultados y no pasará ahora, así ingrese solamente el 25 por ciento de la afición.
En la Copa Confederaciones de 2017 Rusia puso el ejemplo a seguir. En el partido México-Nueva Zelanda un sector de aficionados mexicanos no atendió los protocolos de conducta y seguridad en el inmueble, y tras lanzar el “Ehhh, puto” cuando despejó de meta el portero neozelandés Stefan Marinovic, dos de ellos fueron identificados y los sacaron del estadio, además de que los multaron con 15 mil rublos (unos 5 mil pesos mexicanos en ese entonces).
Vaya ironía, hubo tolerancia cero en un país con un gobierno abiertamente homofóbico.
El camino en el que se apela a la conciencia y a tener una conducta ejemplar no tiene pinta de funcionar una vez más en México. Y ni Guadalajara ni la afición del Estadio Jalisco se pueden enorgullecer de ser la sede en donde surgió el grito, y ahora quienes lo lanzan nuevamente con la reapertura de los inmuebles deportivos.
Hasta que no haya un castigo severo como lo sucedido en la Copa Confederaciones, esos aficionados renuentes no van a entender.
“Lo que debemos tratar de hacer los mexicanos es tratar de cambiar de costumbres y encontrar otros gritos de guerra. Es falaz la explicación de la Federación (FMF) de que pertenece al folcrore, porque los mexicanos ya no somos acomplejados y decimos gritos homofóbicos porque forma parte de nuestra tradición”, dijo en una entrevista hace algún tiempo el escritor mexicano Juan Villoro.
Hay miles, seguramente millones de aficionados al futbol en México que siguen añorando volver a un estadio, y unos cuantos que ya gozan de este privilegio deciden revivir viejas y lamentables prácticas.
Sí, la pandemia ha dejado mucho aprendizaje, pero ciertamente no en todos los casos.