César ‘Chino’ Huerta tiene pasta de ídolo, pues es de esa estirpe de futbolistas que condimentan el talento con la vergüenza deportiva, la perseverancia, el espíritu de lucha y altas dosis de corazón.
César Huerta pelea cada balón como si fuera el primero… O el último. El ‘Chino’ no escatima esfuerzo alguno, no conoce los límites.
Es de esa estirpe de futbolistas que condimentan el talento con la vergüenza deportiva, la perseverancia, el espíritu de lucha y altas dosis de corazón.
Fue necesario que conociera la amargura del desprecio en su propia casa —Chivas— y después deambular entre Monarcas y Tijuana, para finalmente encontrar el sitio en el que fue valorado y recibió las oportunidades que necesitaba para demostrar que no era una eterna promesa.
En esta historia, además del mérito del jugador, resultaron fundamentales Andrés Lillini, quien pidió su fichaje para los Pumas bajó el argumento de que en otros clubes no habían entrenado bien al ‘Chino’, y Antonio Mohamed.
El ‘Turco’ apostó desde el minuto uno por Huerta, quien sólo era visto como un actor secundario que estaba a años luz de aspirar a convertirse en protagonista.
Sabedor de que podía ser uno de sus últimos trenes, el ‘Chino’ por fin pudo cristalizar los esfuerzos de su madre que apoyó incondicionalmente su carrera, y comenzó a forjar una verdadera trayectoria en Primera División.
Entre sus actuaciones en la recta final del torneo pasado y lo que va del actual, el atacante reunió los merecimientos suficientes para tener su primera convocatoria a la Selección Nacional y trasladó su extraordinario momento al debutar con un golazo que significó el 2-2 en el encuentro amistoso ante Australia.
Para nadie es un secreto que está convertido en el alma de los Pumas e incluso Mohamed acaba de declarar que “no tiene techo, es realmente diferente a cualquier jugador de esta liga”.
Además, ponderó su capacidad para escuchar, aprender y mejorar con base en el trabajo, al tiempo de ser un ejemplo para sus compañeros, pues lejos está de perder el piso o sentirse por encima del resto.
El domingo pasado en CU, luego de gestar una espectacular remontada ante el líder San Luis con un golazo, César Huerta se ‘graduó’ como ídolo de la afición universitaria que coreó el “Chino, Chino” para enaltecer a su nuevo héroe.
Claro está que no ha ganado nada, pero por fin le puso rumbo y orden a su carrera. Tiene talento, carisma, le sobran ganas y las páginas están en blanco.
Puede ser tan solo el inicio de la historia de una figura. Al tiempo.