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Josema Giménez: la historia del zaguero de Uruguay que lleva las huellas de la vida marcadas en la piel

La vida lo puso a prueba a Josema. Perdió una hermanita. Su padre fue sometido a una operación de riesgo y lo marcó con una frase al pie de la camilla: “M’hijo, yo ya cumplí. Ahora te toca a vos”. Y a corta edad asumió el rol de padre de otra de sus hermanas. Las huellas de la vida las lleva marcadas en la piel. Por aquello de que “la letra con sangre entra”, tiene tatuados en su cuerpo todos esos momentos.

Como el del día del debut con la Selección mayor. La mañana siguiente al partido contra Colombia en el Centenario, setiembre de 2013, José concurrió a un tatuador para registrar en su cuerpo una nueva marca de la vida.

Pero ese día me mostró el tattoo más significativo de su vida. “Este tatuaje es muy particular, el nombre de mi hermana que está en el cielo”, expresó y se besó la muñeca donde está grabado el nombre de Verónica, la hermanita que perdió.

La historia de José María Giménez se empezó a escribir en Toledo, una ciudad del departamento de Canelones. Allí, con apenas 3 años, ya empezaba a correr detrás de la pelota en el club Toledo Juniors. Su mamá Yudy, religiosamente, armaba el mate todas las tardes para acompañarlo a la cancha.

Luego de un paso frustrado por Nacional AUFI, recaló en Danubio, el club que le dejó la franja negra grabada en la piel. Allí realizó todas las formativas.

QUERÍA DEJAR EL FÚTBOL

En determinado momento la vida se puso dura. Después de entrenar, Josema concurría al liceo a estudiar. Se tenía que tomar dos ómnibus para volver del Complejo de Danubio a Toledo. Un día le pidió al técnico, Daniel “Abuelo” Martínez, si podía hablar con él. “Mire le quería decir que voy a dejar el fútbol...”, expresó el chico.

El Abuelo Martínez miró el cigarro que estaba fumando, lo tiró al piso, y lo pisoteó. Tomó del hombro a Giménez y le dijo: “Amigo, ¿usted qué está pensando?”. La charla duró media hora y lo convenció.

En el programa Derechos Exclusivos de Radio Uruguay, Martínez recordó aquella vivencia que tuvo con Josema. “Como yo tengo un comercio por General Flores, me acuerdo que Josema me decía: ‘¿Me puede arrimar hasta General Flores y Belloni así me tomó el ómnibus para llegar al liceo?’. Al final lo terminaba llevando hasta Toledo porque sabía que tenía que entrar al liceo. Y la primera vez que lo llevé me quiso dar la plata del boleto. Y lo saqué volando: ‘José, dejate de joder, bajate de la camioneta que te voy a dar una trompada. Andá, andá”.

Al poco tiempo aquel chiquilín fue llamado para debutar en el primer equipo de Danubio. Era noviembre de 2012 cuando, con 17 años, lo pusieron de marcador lateral.

Por ese entonces, vivió el episodio de su papá que debió ser intervenido de un coágulo en el cerebro. Asimismo, su hermanita quedó embarazada a los 15 años. Josema se hizo cargo del niño Franco Gianluca como si fuera su padre, de acuerdo a lo revelado en el libro Vamos que vamos.

NOS VAMOS AL MUNDIAL

A pocos meses de ser confirmado en la lista de jugadores que representaría a Uruguay en el Mundial Sub-20 de Turquía 2013, Giménez fue sorprendido por un llamado que cambió su vida. Su representante le dijo que armara la valija que se iban a Madrid.

“Viajo a España sin saber nada, me dijeron que era un viaje, cuando llego a Madrid me dicen que el Atleti me quería fichar. Fueron muchos sentimientos encontrados, más alegría que tristeza. La tristeza era por mi familia, sabía que me iba a alejar de ellos, pero la alegría de cumplir uno de los sueños de mi vida, ir a un equipo grande, de los más importantes del mundo”, reveló en una nota en el sitio oficial del Atlético.

El chico firmó contrato y regresó a realizar la preparación para el Mundial juvenil. En el equipo de Fabián Coito, pasó de ser suplente a titular. Josema deslumbró.

Pero las sorpresas no terminaban ahí. Las Eliminatorias clasificatorias para el Mundial de Brasil 2014 se ponían duras y las amarillas se acumulaban en el plantel uruguayo. El nombre de Giménez apareció entre los convocados, junto con sus compañeros sub-20: Gastón Silva y Emiliano Velázquez.

EL DEBUT CON LA CELESTE

Y ocurrió lo impensado. Uruguay venció a Perú en Lima, pero perdió a tres de sus defensas titulares: Diego Godín y el capitán Diego Lugano, por acumulación de tarjetas amarillas, y Martín Cáceres por lesión.

Cuatro días después la Celeste recibía a Colombia en el Centenario. El técnico Óscar Tabárez lo sorprendió mandándolo a la cancha para marcar nada más ni nada menos que a uno de los mejores goleadores del Mundo como Radamel Falcao.

Aquel día, 10 de setiembre de 2013, Lugano lo sacó a caminar por la cancha antes del partido. Le dijo que jugara tranquilo y no mirara las tribunas. Cuando cantó el himno se le aflojaron las piernas y se le escaparon algunas lágrimas.

Josema no salió más del plantel. Fue al Mundial de Brasil 2014 como suplente, pero la lesión del capitán Diego Lugano, lo metió en el equipo. En 2018 defendió a la Celeste en su segundo Mundial. Allí quedó para la historia su llanto en pleno partido contra Francia. Uruguay quedaba eliminado y a Josema le brotaron las lágrimas en la cancha. Sentimiento puro.

En Atlético de Madrid se ganó su lugar. En su primera temporada, 2013-14, apenas participó en un partido liguero y dos de la Copa del Rey, pero fue campeón de LaLiga.

Con el paso de los años conquistó una Supercopa de España (2014), una Liga Europa (2018) y una Supercopa Europea (2018).

La vida puso a prueba a Josema. Superó obstáculos. Se cayó y se volvió a levantar. Tiempo después de estar en España, el zaguero pasó a visitar a su extécnico en las juveniles de Danubio, Daniel Martínez, aquel que lo llevaba hasta Toledo para que no perdiera el día de liceo.

“Apareció en una camioneta igual a la mía, para mostrármela”, recordó el Abuelo que lo miró y le dijo: “Te das cuenta, José, hace unos meses me quisiste dar la plata del boleto y hoy me venís a mostrar tu camioneta, te das cuenta de lo que es el sacrificio…”.