Rodolfo Rodríguez, legendario exarquero de Nacional y la Selección Uruguaya, habló en el programa Minuto 1 (Carve Deportiva) de la muerte de Waldemar Victorino, y del acompañamiento que deberían tener los exjugadores que trajeron gloria a los clubes y a la historia de la Celeste.
Victorino, icónico exjugador de Nacional con quien fue campeón de la CONMEBOL Libertadores y la Copa Intercontinental, murió el martes 29 luego de estar internado tras un intento de suicidio. Rodríguez señaló que era una noticia impactante, “sorprendente y triste”, y señaló que en las horas posteriores a enterarse del hecho, repasó historias junto a Victorino, y rememoró momentos que compartieron dentro y fuera de la cancha. Contó que ambos se criaron en el barrio del Cerro de Montevideo, y que iban juntos a entrenar en sus primeros pasos en la Selección Uruguaya. Hablando sobre cómo era adentro de la cancha, dijo que como arquero sabía que Waldemar y sus compañeros iban a resolver las situaciones de ataque, y destacó un triste hecho de que toda la línea ofensiva de aquel Nacional multicampeón ya falleció, sumándose al caso de Victorino los de Julio César “Cascarilla” Morales, y Alberto Bica. “Él difícilmente iba al choque, era muy inteligente, muy pícaro en la cancha y fuera también. Era un tipo de barrio, que se crio en el Cerro, muy cerca del estadio Tróccoli, en un barrio de gente trabajadora, como parte de una familia humilde, pero con unos valores muy bien conseguidos y desarrollados a lo largo de su vida”, expresó.
También contó que Victorino “siempre buscaba los espacios libres, no iba al choque”, que “difícilmente dribbleaba a dos o tres jugadores, sino que él estaba para la estocada final (...) Olfateaba que la pelota podía derivar hacia tal lugar y ahí estaba él, anticipaba, era muy rápido, tenía muy buen salto, se elevaba en el momento justo, o a veces lo hacía antes y quedaba suspendido en el aire, tenía una importante potencia de piernas. Eso hacía la diferencia: ver las jugadas antes que sucedieran. Llegó a un conocimiento con Bica, con ‘Chico’ Moreira y con ‘Cascarilla’ que era fundamental, sabían los tiempos del centro, dónde iba a caer, y también los rebotes. Aprovechaba esas ocasiones. No era como Wilmar Cabrera, que iba más al choque, Victorino difícilmente estaba lesionado porque no lo agarraban en la pelota dividida, era muy inteligente y rápido, y al no ser tan grande eso le daba su ventaja para moverse”, explicó.
Consultado sobre qué momento en conjunto de sus carreras cree que fue el más fundamental, dijo que Victorino “apuntó a ser diferente”, por lo que el que más tiene grabado fue su definición en la final Intercontinental contra Nottingham Forest. “El sobrepique que hizo en Japón cuando le hizo el gol a Peter Shilton. Recibió la pelota y no le pegó de primera, ya que Shilton había cerrado, sino que picó en un pie, dio un salto y le pegó después. Esa décima de segundo hizo la diferencia entre que la pelota entrara o no. Él estaba para ese tipo de cosas en la cancha, que sorprenden, que nadie esperaba. En ese caso nos dio el título del mundo. Si uno ve el gol, la diferencia está en ese sobrepique sobre una pierna, que es muy difícil que un delantero haga, salvo que tenga la capacidad y el don como él tenía”, dijo Rodríguez.
El exarquero también habló sobre el tema de la salud mental de los exjugadores, y cómo se puede trabajar en ese sentido para evitar que episodios así se vuelvan a registrar. Rodríguez reconoció que “es un tema duro y profundo”, y que no todos los futbolistas se preparan de la misma manera para el día en que se termina su carrera. Contó que él también lo sufrió durante muchos años, que no quiso dar entrevistas durante casi una década, y que no tenía voluntad ni para salir a correr. “No fue nada fácil. Vivís de viajes, concentraciones, con la presión para ganar, y cuando uno se relaja a veces no sabe mucho donde está parado, no sabe qué hacer con esa adrenalina que tenías toda la semana permanentemente. Y si pudiste jugar en un grande o en un equipo ganador, donde tenés obligaciones, se hace más difícil. Hay que prepararse, a algunos muchachos, por desgracia, las cosas no les salieron bien, no tuvieron la suerte de estar rodeados por gente que los ayudara”, indicó.
Apuntó a que “es necesario” que la Mutual y los clubes brinden su apoyo, y repasó cómo se da el tratamiento a las antiguas glorias en el Santos, otro equipo donde jugó muchos años. “El reconocimiento que el club tiene hacia ellos es una cosa digna de destacar. Voy cada tanto y me reciben bien, pero los ídolos brasileños son respetados día a día. Tienen apoyos de todo punto de vista, y eso es bueno porque se sienten identificados con el club, con la ciudad, lo quieren, se hacen eventos y son invitados. La gente más grande les enseña a sus hijos y les cuenta historias de ellos. Ese respeto que hay en Brasil es algo que acá deberíamos manejar un poquito mejor a todo nivel, principalmente para quienes tienen más necesidades”, expresó. “Tenemos que abrir los ojos, dieron mucho por el país y los clubes, y en contrapartida, no han recibido lo que creo que merecen”, añadió.
También aportó que en Santos existe un salón donde los socios del club pueden ir a comer antes de los partidos, se muestran en una pantalla grandes momentos de la historia de la institución, y también se invita a estos referentes para que compartan con la gente. “Son empleados del club, entre comillas, el club mensualmente los ayuda, no sé si a todos o a los que tuvieron su pasado. La gente los adora, y los padres y los abuelos les cuentan historias a los hijos: que Pepe hizo esto, que Clodoaldo esto otro... y el club los llama para eso. Es una familia, es una manera de ayudar, de dar una mano, más que ponerlos de portero en un lugar, es algo más sutil y ayuda un poco al ego, es mostrar lo que significaron para el club, y los ves felices de estar ahí con la gente. Esas cosas quizás no sean mucho, pero cuando la vida no te da todo lo que uno quiere, puede ayudar a evitar problemas que a la larga terminan sucediendo”, comentó.