<
>

A salvar el boxeo en el 2015

El título de esta columna no fue elegido al azar. Esa frase: "salvar al boxeo", es la única que le cabe al tamaño de la misión que tienen por delante Gennady Golovkin, David Lemieux, Miguel Ángel Cotto y Saúl "Canelo" Álvarez. Una misión titánica con el objetivo de limpiar las ruinas de lo que dejó Floyd Mayweather, tras anunciar su retiro y luego de un 2015 para el olvido.

Es que el 2015 no solo trajo consigo el mayor fiasco de la historia boxística mundial, aquél triste 2 de mayo en que Floyd enfrentó a Manny Pacquiao en Las Vegas. El 2015 también trajo el show sin gracia de su última pelea y sus insólitas manifestaciones del adiós. Como la de que "se va siendo el mejor de la historia" o de que "hizo a lo extraordinario verse ordinario". En el juego de construir un legado verbal, claramente fueron frases elaboradas y teatralizadas ante una platea indiferente. Nadie salió a refrendarlas ni defenderlas. Fueron tan desafortunadas que han recibido lo único que podrían recibir: indiferencia.

Floyd no hizo lo extraordinario verse ordinario, simplemente, transformó en ordinario lo que pudo ser extraordinario. Él dijo que hizo ver a boxeadores de nivel A, como boxeadores de nivel D. Y eso es una completa utopía. El boxeo elusivo, la esgrima boxística es para este deporte una especie de virus que necesita de otro cuerpo para alojarse. O sea, no sobrevive por sí mismo. En este caso, los elusivos o los que el fanático, despectivamente, suele identificarlos como: "los correlones", existen gracias a que delante suyo siempre se para un rival que sale a dar espectáculo, sale a dar golpes y no tiene miedo de recibirlos.

¿Alguien se imagina a dos boxeadores clase "A" elusivos como Mayweather, frente a frente? Seguro no se lanzarían ningún golpe, seguro se pasarían los doce asaltos esperando a que el otro atacara para hacerlo ver como un clase "D". Obviamente existen los toreros porque existe el toro, al cual el torero hace ver como el estúpido o "clase D". Pero al final, el show es del toro que se la juega, nunca del que solo espera sin arriesgar. Floyd existió gracias a la guapeza de quienes enfrentó, que subieron a jugarse, a dar show. "Floyd nunca peleó, solo escurrió el bulto". ¿Eso fue lo extraordinario?

Mayweather habló de que "ha roto records, que ha trascendido y ha cambiado al boxeo y los que quedan deben intentar igualarlo, asumiendo que él ha conquistado una hazaña parecida a la de Rocky Marciano. Infelizmente, eso no fue así y será imposible que pueda ocurrir en el futuro cercano. Marciano llego a la marca de 49-0 en apenas ¡ocho años! y hubo años (1949) en que disputó once peleas. Su promedio de KOs fue de otro mundo: 88% . El pobre Floyd necesitó diecinueve años para llegar a las 49 -0, con un triste 53% de KOs y sin mandar a la lona a nadie en los últimos ocho años. Así mismo y como se lo dijo a Bernardo Osuna de ESPN, justificando a Andre Berto como su último rival, "sin importar a quien escogiera, los críticos tendrían algo que decir". Él lo dijo: "escoger rivales". ¡Vaya mérito extraordinario!

Más que superar a Floyd Mayweather, los que quedan deberán hacerlo olvidar rápidamente. Especialmente hacer olvidar a los fanáticos el terrible 2015 que a todos Floyd nos ha hecho padecer. Y es necesario, explicar esto último, antes de tratar de descifrar hasta qué punto los GGG, Canelo, Cotto o Lemiux pueden salvar las migajas de este año y arrojarle un buen salvavidas al boxeo en su conjunto.

Normalmente cuando una gran figura le dice adiós al deporte, el antes, el durante y el después de la despedida suele acaparar toda la atención mediática. Ese no es el caso de Floyd Mayweather. Un minuto después de su última pelea, ya nadie lo recordaba. Los ojos del boxeo estaban puestos en lo que resta por ver en este 2015. Y por más que Floyd se haya retirado autoproclamándose como el mejor de la historia, su último año en este deporte le pudo haber infringido al mismo un daño irreparable. Y la razón de ese daño, fue, es y será el enorme fiasco en el que terminó la pelea de mayor recaudación en la historia, la Mayweather vs. Pacquiao.

Ese combate, entre otras hazañas, ayudado por la multiplicación que permiten las redes sociales, ha sido el más criticado de la historia. Castigado por igual por prensa y fanáticos, que se sintieron humillados en su credibilidad y confianza. Hasta el día de hoy, somos muchos los que en su despedida, esperábamos de Floyd un gesto de humildad, mediante un simple pedido de disculpas. Por ese y por todos los errores cometidos, dentro y fuera del cuadrilátero. Ello no ocurrió, entonces el daño del MayPac deberemos guardarlo sin anestesia y llamándolo como merece: "el fiasco del siglo"

La pelea fue una caricatura de batalla de título, entre dos hombres que pasaron doce asaltos jugando a no golpearse frente a una platea de millones de televidentes en todo el mundo. Y si en esa pelea, lo malo fue la aburrida exhibición ofrecida, peor fue lo que vino después, cuando se supo que Manny Pacquiao había mentido "al no declarar una lesión en el hombro en el cuestionario que llenó antes de la pelea" . Lesión que le obligó a pasar por una cirugía después del combate. O sea, mintió, no tenía condiciones de pelear y subió al ring consciente de ello.

Por si eso no bastara, en la víspera de su adiós definitivo, ESPN reportó que a Mayweather, un día antes de su pelea contra Pacquiao, le aplicaron una inyección intravenosa. "De acuerdo a un reporte del portal SB Nation, ello fue permitido por la Agencia Antidopaje de Estados Unidos a pesar de estar en contra de las reglas de la WADA que la USADA dice seguir. El contrato que Mayweather y Pacquiao firmó con la USADA para cubrir el protocolo de pruebas de drogas para el combate permitía exenciones de uso terapéutico, pero la USADA emitió la exención de Mayweather para el uso de las intravenosas tres semanas después de la pelea, lo cual es inusual".

Lo primero (la mentira de Pacquiao) hoy es motivo de varias demandas colectivas y es posible que el caso de la inyección, por más que la USADA dijo que todo fue legal y Floyd no tuvo la delicadeza de hacerlo saber antes de la pelea, también será parte de todos esos líos en los estrados.

Lo peor de toda esa historia y aquí viene la razón para mencionarlo, es que al boxeo en su conjunto, ese combate le provocó un daño terrible. Especialmente a su credibilidad y afectó en demasía el crecimiento sostenido que se venía constatando. Mucha gente que llegó al boxeo ante la invitación a ver "una gran pelea", se fue desencantada y con cien dólares (del PPV) menos en su bolsillo.

En una columna y video que fue publicada un mes antes del MayPac yo advertía que "....si además de no colmar las expectativas, la pelea como espectáculo se vuelve una invitación al bostezo, será necesario iniciar temprano el recuento de los daños. No habrá nuevos fanáticos ni tampoco fanáticos habituales dispuestos a seguir financiando el desastre" .

Ese desastre se produjo y ahora, debemos rezar para que alguien se encargue de salvarlo.

LOS SALVADORES

¿Y qué viene ahora? No hace muchos días, la batalla entre Leo Santa Cruz y Abner Mares, en Los Ángeles y por ESPN, nos mostró que cuando hay dos hombres que se la juegan, cuando el cuadrilátero alberga una guerra y "no una carrera sin obstáculos", el fanático responde y le brinda su respeto a los dos guerreros: vencedor y vencido. Sin embargo hay otro público, el que llega a sumarse a la platea, que ni con eso lo convencemos.

A ese público lo convencemos dejándolo satisfecho, prometiéndole y cumpliéndole. Promoviendo un plato de primera y sirviéndole un plato de primera. Y eso es lo que están vendiendo ahora mismo, las próximas peleas de PPV que acaparan toda la atención.

Ya en octubre y en un Madison Square Garden que tiene casi todos sus boletos vendidos, Genaddy Golovkin y David Lemieux, seguramente, van a promover una explosiva pelea, donde lo que no faltará será acción de la buena. Son dos púgiles agresivos, que no eluden el intercambio y cuyo ADN boxístico se sustenta en una sola premisa: acabar con el enemigo en base a puro golpeo. La previsible emoción de esa pelea, sumada a la atención planetaria sobre la promesa de un espectáculo digno del boxeo que atrapa a todos por igual, puede ser el primer tiempo del partido que necesitamos ganar para recuperar el interés por el boxeo como show de multitudes.

En noviembre llegará el otro gran evento de PPV, la pelea entre Miguel Ángel Cotto y Saúl "Canelo" Álvarez. También son rivales agresivos, de boxeo acosador y cuya actitud en el ring es reconocida. Por encima de su buen o mal desempeño: los dos salen siempre a dar espectáculo.

De esas dos batallas dependerá el saldo positivo del 2015. De acuerdo con la reacción de los fanáticos luego de esos combates, sabremos si el boxeo conseguirá recuperarse o por el contrario, comprobaremos que las secuelas del MayPac, son tan graves, que el mayor legado de Floyd Mayweather, habrá sido dejar en terapia intensiva al deporte que lo hizo multimillonario.

Ojalá que eso no ocurra.