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TAMPA -- Los Arizona Cardinals están en el Super Bowl XLIII no sólo por lo que sucedió en el Juego de Campeonato de la NFC, sino por lo que sucedió hace 11 años, en el gimnasio de la Universidad de North Carolina State.
Están aquí porque un cazatalentos no se callaba sobre un corredor de la Universidad de Richmond que ni siquiera fue invitado al Combinado de Scouteo de la NFL.
Están aquí porque tomaron un avión para conocer a un guardia de la Universidad de Clarion (División II) en el 2003. Porque alguien en la organización dio seguimiento a un mariscal de campo supuestamente acabado, analizando su nivel de juego en partidos dentro de domos y en lugares de calor, en comparación con partidos jugados en, digamos, East Rutherford, New Jersey.
Están aquí porque no pensaron demasiado sobre su selección N° 3 global en el draft del 2004. Porque apostaron a un pateador de despeje que ya había estado con otros dos equipos en esta temporada. Porque estaban convencidos de que el especialista en devoluciones que reclutaron en la quinta vuelta del draft del 2007 podría llegar a convertirse en un receptor abierto de 1,000 yardas.
La diferencia entre llegar a la postemporada y una marca perdedora es tan delgada como un cordón de balón de fútbol americano. Los Cardinals, quienes estarán haciendo su primera aparición de Super Bowl, lo saben mejor que nadie. La franquicia tiene 88 años de antigüedad, y aún así ha llegado a los playoffs sólo siete veces, y sólo tres en los últimos 32 años. Es una organización familiar, con fracasos resonantes y cambios constantes (hay una fila de siete entrenadores en jefe diferentes desde 1989).
La transformación comenzó lentamente poco tiempo después de que Rod Graves fuera promovido a vicepresidente de operaciones en el 2002. Por mucho tiempo, los Cardinals eran una franquicia sin identidad filosófica. Todo lo que se sabía sobre ellos era que su dueño, Bill Bidwill, utilizaba corbata de moño, y que el equipo perdía y perdía muchos juegos.
Graves, quien más tarde sería nombrado gerente general en el 2007, emitió un mandato: los Cardinals se reconstruirían a través del draft, y siempre seleccionarían al mejor jugador disponible. No habría más selecciones basadas en la necesidad. En lugar de eso, utilizarían la agencia libre para llenar los puntos de necesidad de la plantilla.
La Fase 2 del plan era identificar un núcleo joven de jugadores al borde del estrellato, y luego intentar amarrar a esos jugadores con nuevos acuerdos, antes de que sus contratos originales expiraran. Fue un riesgo calculado. Si los jugadores fracasaban, Graves estaría en problemas. Pero si se desempeñaban conforme a lo esperado, o mejor, entonces los Cardinals podrían contar con esos jugadores en el mejor momento de sus carreras... y lo más probable es que fuera a un precio menor de lo que tendrían que pagar en el mercado abierto de la agencia libre.
"Rod estuvo realmente adelantado a la curva en eso", dijo Steve Keim, director de personal de los Cardinals. "No creo que Rod reciba suficientemente reconocimiento en esta liga".
El guardia Reggie Wells es uno de esos jugadores que recibió un contrato nuevo antes del fin de su acuerdo original. Lo mismo va para el apoyador Gerald Hayes, el profundo fuerte Adrian Wilson, el tackle defensivo Darnell Dockett y los receptores abiertos Larry Fitzgerald y Anquan Boldin. Sin embargo, Boldin ha demandado un contrato nuevo o un canje.
El punto es, este equipo de Super Bowl no sucedió por accidente. Bueno, quizás una pequeña parte sí sucedió por accidente, como la vez que Keim conoció por primera vez a un profundo de primer año en North Carolina State.
"Te ibas pensando: 'este chico tiene la oportunidad de ser algo especial'," dijo Keim, quien jugó para North Carolina State a mediados de los '90.
El chico era Wilson, quien se declaró para la NFL después de su tercer año colegial. Para entonces había alcanzado los 1.90 metros de altura y 102 kilogramos de peso, y corría las 40 yardas en 4.39 segundos.
Pero Wilson tenía varios huecos evidentes en su juego, por lo que seguía sin ser reclutado en la tercera vuelta del draft del 2001.
"Cuando lo conseguimos con la selección N° 64, yo estaba enloqueciendo", dijo Keim. "Mi cabeza --me rapo-- parecía la nariz de Rodolfo el Reno. Estaba encendida como un árbol navideño".
Keim desesperadamente quería que los Cardinals tomaran a Wilson. No necesitaban un profundo; ya contaban con Kwamie Lassiter y Pat Tillman. "Pero sobresalía en nuestra tabla de evaluaciones", dijo Keim.
El entonces entrenador en jefe Dave McGinnis vio el rostro colorado de Keim y empezó a reír. Finalmente, con la selección N° 64 global, los Cardinals tomaron a Wilson. Eso fue hace ocho temporadas y dos Pro Bowls. No sorprende que Wilson, el jugador con más tiempo con los Cardinals, fue divisado dando un abrazo a Keim después de que Arizona derrotara a Philadelphia en el Juego de Campeonato de la NFC.
"Ha pasado por muchos días malos", dijo Keim. "Ha tenido la oportunidad de ir a otros lugares. Pero Adrian ha impuesto el tono. Nos ayudó a cambiar nuestra filosofía de draft".
Lo mismo sucedió con Dominique Rodgers-Cromartie. Los Cardinals tenían la selección N° 16 del draft del 2008 y estaban considerando a varios corredores. Pero tras observar a Rodgers-Cromartie en el Senior Bowl, y luego en sesiones privadas, los Cardinals elevaron al esquinero de la Universidad de Tennessee State (División I-AA) a lo más alto de su tabla de evaluaciones.
"Después, se trataba de tener las agallas de jalar el gatillo el día del draft", dijo Keim.
Tomaron a Rodgers-Cromartie, pensando que aún podrían hallar a un corredor más tarde en el draft. Los Cardinals de antes podrían no haber sido tan pacientes.
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Hightower ha sido una sorpresa grata para los Cardinals
Gracias a uno de sus cazatalentos más experimentados, Jerry Hardaway, hallaron una gema en la quinta ronda. Su nombre: Tim Hightower.
Siete meses antes, Hardaway había llamado a Keim y presumido sobre Hightower. Luego, Keim recibió el reporte de Hardaway.
"Jerry le dio una calificación altísima", dijo Keim. "Me quedé pensado y le dije: 'Eso es alto para un corredor de Richmond. ¿Estás seguro?'"
Los Cardinals enviaron al entrenador de corredores Maurice Carthon a audicionar a Hightower. El veredicto de Carthon: "Este chico puede jugar".
No fue broma. El recluta N° 149 global inició siete partidos en la temporada, corrió para 10 touchdown de temporada regular, y es la razón por la que el titular Edgerrin James tiene las piernas más frescas.
Se trata de una plantilla de los Cardinals repleta de historias de éxito. Un día del 2003, casi por cortesía y sólo eso, Keim decidió observar video de un guardia de una universidad de División II de Clarion, llamado Reggie Wells. Cuando terminó, Keim se dijo a sí mismo: "Necesito viajar a Pittsburgh".
Los Cardinals seleccionaron a Wells en la sexta ronda del draft del '03. Ha realizado 74 inicios de temporada regular como tackle y guardia desde entonces.
Warner firmó un contrato por una temporada como agente libre en el 2005. Como mínimo, les daría a los Cardinals un mariscal de campo veterano que competiría por una posición titular. Como máximo, les daría una temporada como la actual.
"Tras su experiencia en New York con los Giants, quizás muchos lo descartaron", dijo Keim. "Nosotros pensamos que competiría por la titularidad, por su pedigrí. Y sabíamos que siempre había sido extremadamente efectivo jugando en un clima cálido. Si miras su marca en el domo de St. Louis, era un jugador perfecto".
Warner fue una de esas contrataciones de la agencia libre por necesidad. Lo mismo James, quien ayudó a aportar credibilidad a los Cardinals y una presencia veterana entre los corredores. Lo mismo el ala defensiva Bertrand Berry, quien llegó a los Cardinals en el 2004.
El esquinero nómada Ralph Brown dio a los Cardinals profundidad y una producción sorpresiva. El fullback Terrelle Smith, quien también ha pasado por varios equipos en la liga, ha encontrado un hogar y un puesto titular con los Cardinals. Lo mismo va para el pateador de despeje Ben Graham, quien está con su tercer equipo en la campaña. Se convertirá en el primer australiano en participar en un Super Bowl.
La llegada de Fitzgerald en el 2004 no fue por necesidad. Era el jugador N° 1 en la tabla de las evaluaciones de los Cardinals, pero llegó a Arizona después de que Eli Manning fuera reclutado 1° global por San Diego, y Oakland escogiera al tackle ofensivo Robert Gallery con la segunda selección.
Ese draft del 2004 ayudó a definir a este equipo. Los Cardinals tomaron al apoyador Karlos Dansby en la segunda vuelta, Dockett en la tercera, y al ala defensiva Antonio Smith en la quinta ronda. El equipo tenía a Fitzgerald, Dansby y Dockett con calificaciones de primera ronda.
"No hubo que pensar", dijo Keim de Fitzgerald. "sin lugar a dudas. Ya teníamos a Anquan Boldin. Ahora obligaríamos a los rivales a pensar en cómo defender en contra de ellos dos".
Nadie lo ha descifrado del todo aún. Y luego los Cardinals añadieron al receptor abierto Steve Breaston, en la quinta ronda del 2007. Reclutado principalmente como especialista para devoluciones de patada de salida y despeje, Breaston ha pasado de ocho atrapadas para 92 yardas como novato, a 77 recepciones y 1,006 yardas este año.
"Te quedas con tu sistema", dijo Keim. "Te quedas con tus creencias".
La sorpresa es que los Cardinals finalmente se dieron cuenta de que necesitaban un sistema. Y luego, gracias a personas como Graves, permanecieron fieles a sus creencias. Así que ahora están en el Super Bowl.
No es por accidente. Sino, por fin, por diseño.