Steffi Graf logró en 1988 el Golden Slam. Había ganado los cuatro Major, es decir, el Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open, y sumó la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Seúl. Memorable.
Tenía 18 años al inicio de 1988, pero ya había sido campeona de Grand Slam, el año previo en Roland Garros, y se había subido a lo más alto del ranking mundial de la WTA. Apoyada en su fuerte mentalidad, firme y ganadora, empezó el derrotero. En enero le ganó la final del Abierto de Australia a la estadounidense Chris Evert por 6-1 y 7-6 (3). Así empezó su proeza...
En junio, la alemana, dueña de una derecha letal, considerada por casi todos la mejor de la historia derrotó por un categórico 6-0 y 6-0 a la rusa Natasha Zvereva en la final de París, previo triunfo sobre Gabriela Sabatini en una semifinal por demás atractiva.
Alemania tuvo en su figura al más destacado tenista nacido en su país. Oriunda de Mannheim, la rubia deleitó a millones en las décadas de 1980 y 1990 y marcó tendencia.
El 14 de ese mes, Graf cumplió 19 años y ya tenía tres títulos de Grand Slam en su palmarés, pero su marcha no se detenía: se adjudicó su primer Wimbledon venciendo en la definición a la mítica checo-estadounidense Martina Navratilova, por entonces la N°2 del mundo, por 5-7, 6-2 y 6-1.
El 11 de septiembre, en Nueva York, la alemana completó el Grand Slam calendario al superar a Sabatini. La argentina, N°4 del mundo en aquel momento, le dio batalla pero fue éxito de la europea por 6-3, 3-6 y 6-1. Así, Graf se convirtió en la segunda mujer en la era profesional en obtener los cuatro Major del mismo año, tras la australiana Margaret Court en 1970.
Apenas unas semanas después, el 1 de octubre, en Seúl, Graf se impuso otra vez a Sabatini al ganarle 6-3 y 6-3 en la final de los Juegos Olímpicos. Sin dudas, una proeza histórica. Hoy, a 36 años, su hazaña jamás pudo copiarla una mujer o un varón en el tenis de singles.
En su genial carrera, Graf logró 22 títulos de Grand Slam, con 107 copas en total. Pero lo hecho en Seúl seguirá grabado a fuego en la historia del deporte. No solo del tenis.