1988 se trataba de un año especial. El amateurismo empezaba a ceder y, luego del acuerdo entre dos poderosos, el Comité Olímpico Internacional y la Federación Internacional de Tenis, regresaba el tenis a los Juegos Olímpicos ya en forma oficial y, más allá de algunas ausencias, con los mejores del planeta en acción en Seúl.
Incluida Steffi Graf que ya se había consagrado en los cuatro títulos del Grand Slam ese mismo año. Y Chris Evert, dueña de 18 majors, que por ese entonces firmaba: “Estoy segura de que ganar los Juegos Olímpicos es tan terroríficamente excitante como ganar Wimbledon".
La temporada tampoco pasaba desapercibida para Gabriela Sabatini. Una de las deportistas más importantes de la Argentina completaría el mejor año de su carrera hasta ese momento. Ya había capturado cuatro títulos pero no de la magnitud de Boca Ratón, Roma, Montreal y el Masters de fin de año, conquistados aquella temporada.
Esos logros hicieron que quedara en un segundo plano la gran actuación en el lejano oriente, donde solamente cayó en la final por 6-3 y 6-3 con la invencible Graf (72-3 fue su récord en 1988) y en donde terminó consiguiendo sus únicas victorias en Juegos Olímpicos. La medalla de Gabriela Sabatini se trataba de la primera presea para una mujer argentina luego de 40 años.
“Era mi primer Juego Olímpico y el tenis volvía a ser deporte oficial después de muchos años. Disfruté mucho de estos Juegos porque salía de lo habitual del circuito y estar con todos los deportistas argentinos fue muy enriquecedor. La experiencia fue muy linda y para mí inolvidable”, le contaba a ESPNTenis.com cuando se cumplían 25 años del logro.
Era el regreso del tenis olímpico, ausente desde 1924. “Fue una experiencia increíble y muy motivadora. Me levantaba a la mañana y ya veía a muchos atletas entrenándose. La energía de la Villa era maravillosa. Pude compartir con algunos atletas argentinos como con las chicas de hockey o los varones de vóley. También tuve contacto con deportistas italianos, españoles, de todo el mundo. Era una época difícil para seguir manteniendo el contacto ya que no existía este boom de redes sociales ni emails”.
Las sensaciones fuertes comenzaron desde un comienzo para la surgida en River Plate, que llegaba a Corea del Sur junto a su padre desde Nueva York, donde había disputado el US Open. “Estaba muy enfocada ya que no dejaba de ser una competencia en la que estaban las mejores”. Pero además, con apenas 18 años era elegida la abanderada de la delegación en la Ceremonia de Apertura: “Era muy difícil tomar conciencia de la dimensión que eso significa siendo tan joven, fue un honor y un orgullo que me hayan elegido para representar a mi país y a mis colegas deportistas”.
La medalla tuvo mayor mérito si se tiene en cuenta que además perdió en el debut en pareja con Mercedes Paz pero luego de jugar cuatro horas y media con le desgaste que eso implica: “El dobles era muy importante porque lo jugaba con Mercedes Paz que era una amiga y en los Juegos Olímpicos el dobles es otra oportunidad para ganar una medalla. Me hubiera gustado mucho traer esa medalla con Mercedes”.
Gaby, que luego aceptó el honor de ser Athlete Role Models de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, era consciente de que un logro en Seúl no era solo personal, sino también para la delegación albiceleste. Sin embargo, no se conformó con su tercer triunfo, por los cuartos de final ante Natasha Zvereva, lo que le aseguraba el podio: “Un Juego Olímpico es diferente a un torneo WTA porque aun no ganando la competencia te llevás una medalla. Pero yo siempre estuve enfocada en ganar el torneo. Estando en ese lugar tenía muchas ganas de llevarle una medalla a la Argentina”.
El 6-1 y 6-2 ante la búlgara Manuela Maleeva en semifinales ratificaba su gran momento. Y repasando sus sensaciones por aquellos tiempos, no quedan dudas de que hoy valora mucho más aquellas vivencias: “Como el tenis no era parte de los Juegos Olímpicos, durante mi infancia no tenía la ilusión de poder ganar una medalla olímpica, con lo cual era difícil tomar conciencia de la importancia que tenía. Además, la medalla plateada que gané me la dieron luego de perder la final y la posibilidad de ganar la de oro. Por eso en el momento no lo disfruté tanto. Hoy en día, la tengo como uno de mis trofeos más queridos. Fue muy gratificante poder ganar esa medalla para mi país y para el deporte argentino. Los Juegos Olímpicos para mí fueron y son muy especiales y se siente una energía diferente. Aun hoy me emociona mucho cuando veo a los deportistas argentinos en los Juegos”.