El equipo azul dice que conformó su equipo para la temporada 2022-23 con una “nueva mentalidad” enfocada en la capacidad de conseguir buenos turnos y tener la mayor cantidad de corredores posibles en las bases.
Cada año, los seis equipos de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM) hablan de sus planes de conformación de equipo y cuáles son sus fortalezas de cara al inicio de los torneos de la pelota invernal. Todos señalan que las escuadras armadas con los talentos nativos e importados buscarán jugar de una manera determinada y que esa es la clave para ganar el torneo.
Ese es un diálogo normal y correcto desde el punto de vista anímico para llevar un mensaje de que cada equipo saldrá a competir a sus fanáticos, pero como es sabido, los planes casi nunca salen como se esperan cuando de béisbol se trata.
Durante la presentación de la temporada de los Tigres del Licey, todo ese discurso fue dado (como era de esperarse), pero unas palabras dadas por el gerente del conjunto, Audo Vicente, sobresalieron. Parafraseando lo dicho por el directivo, el equipo azul hizo contrataciones basadas de peloteros importados con un perfil similar: que trabajaran los turnos, hicieran buenos contactos, pero, sobre todo, que fuese propensos a negociar bases por bolas.
En una liga donde no se produce tanto poder (y en muchas oportunidades los líderes de cuadrangulares de las temporadas no llegan ni siquiera a 10), es una idea adecuada apostar por turnos de calidad y no tanto por la producción de cuadrangulares. De hecho, la cruda realidad es que, desde la salida de Juan Francisco del plantel azul, el equipo no ha tenido un jonronero puro.
De hecho, desde 2020 (año en que cambiaron a Francisco), los Tigres quedaron terceros ese año con 21 jonrones (a 14 del líder) y terceros la pasada campaña con 17 (a 8 del líder). Sin embargo, su capacidad de embasarse ha sido de las peores de la liga desde ese entonces.
Con un porcentaje de embasarse (OBP) de .300 en la pasada temporada, el Licey fue último en ese departamento, por lo que hace todo el sentido del mundo que la mentalidad cambie con respecto al tipo de bateadores que quieren tener en la alineación.
Ciertamente, un juego no se gana por el solo hecho de embasar corredores, se necesitan anotar carreras, pero turnos de calidad y un flujo constante de hombres en las almohadillas asegura que los contactos puedan producir carreras con más facilidad o aprovechar posibles errores defensivos que les permitan avanzar corredores o anotar, en especial cuando se trata de corredores en posición de anotar, instancia en la que los Tigres del Licey fueron últimos en carreras impulsadas (71) y cuartos en promedio de bateo (.224) durante la campaña 2021-22.
El nuevo enfoque de los Tigres habla positivamente de la forma en la que se decidió estructurar el equipo. Quedará ver si pueden ejecutar su plan con las piezas que conforman el plantel de jugadores.