MAZATLÁN -- La Serie del Caribe regresó a La Perla del Pacífico después de 16 años, y el comienzo, al menos, no fue como sucedió en aquel 2005, y no porque los Venados de Mazatlán no estuvieran en el terreno de juego, sino por la pandemia del COVID-19 que azota al mundo.
La Serie del Caribe 2021 arrancó en el puerto sinaloense a las 10:40 horas de la mañana (12:40 ET) con el juego Panamá vs Venezuela, con un estadio desolado, y prácticamente con una tribunas con más camisas amarillas de los voluntarios, que los colores de los equipos de Federales de Chiriquí y Caribes de Anzoátegui.
Raro, para una fiesta de la Pequeña Serie Mundial Latinoamericana en una plaza de la Liga Mexicana del Pacífico, pero la razón no es que se jueguen cinco jornadas de tres partidos diarios por primera vez en territorio mexicano, sino que el COVID-19 ha causado sus estragos al limitar las asistencia a un 45 por ciento en un aforo de 16 aficionados.
En el amanecer, por los pasillos del estadio, lo que más llamaba la atención, era el caminar de varios voluntarios con Megáfonos colgados en sus hombros y a gran volumen, con el anuncio de las medidas a tomar en el estadio a consecuencia del coronavirus.
Mantener la sana distancia era el principal anuncio, no amontonarse en los pasillos, solo transitar por ellos, era otras de las recomendaciones ante un primer juego que tuvo a 761 aficionados de acuerdo a la asistencia oficial.
Y ante el silencio de la mañana en el primer juego, el despertar llegó en el segundo encuentro entre Puerto Rico y República Dominicana con un puño de aficionados contados de cada equipo, que levantaron un poco de bullicio, sobre todo al ver en el terreno de juego a dos grandesligas, Robinson Canó y Yadiel Molina.
El sonido local alentaba a las pequeñas porras a hacer ruido, pero la poca cantidad que los representaba --a diferencia del pasado en que viajaban a montones desde el Caribe-- hacia que volviera el silencio, más del lado de Puerto Rico al caer ante Dominicana.
El dominicano Canó levantó los gritos de los aficionados con par de imparables, el boricua Molina con un doblete por la raya del prado izquerdo y con un batazo a lo más profundo del Estadio Teodoro Mariscal por el jardín central capturado en la franja de advertencia ante la barda marcada con los 400 pies de distancia.
Canó realizó varias jugadas de “Grandes Ligas” y se llevó los aplausos en su primer turno en que dio hit en el primer inning, mientras que Molina también fue recibido con una gran ovación, aunque se ponchó para el primer out del segundo episodio.
La asistencia mejoró a 1,882 aficionados sentados con su sana distancia, y solo juntos los que son familia.
Llegó la noche, con un viento helado que no se había sentido en Mazatlán en largo tiempo, con la inauguración del evento con cantantes de ópera que hicieron recordar a artistas mazatlecos y de Sinaloa como Pedro Infante, Ferrusquilla, Lola Beltrán, Luis Pérez Meza, Banda El Recodo de Cruz Lizarraga, los Tigres del Norte y Banda MS.
El público, sin pasar más de 5 mil y acomodados a distancia a lo largo y ancho del estadio, fue deleitado con las canciones íconos de cada uno de ellos y al final la lluvia de juegos pirotécnicos llenó el cielo cercano al malecón de Mazatlán, a la espera del juego estelar.
Para entonces, ya se veía un estadio con más aficionados, para ver a los flamantes campeones de la LMP, Tomateros de Culiacán, que pisaron suelo mazatleco alrededor de las 13:00 horas locales y llegaron al estadio cinco horas después para enfrentar a Caimanes de Barranquilla, de Colombia.
Saltaron al terreno con poco más de 24 horas después de iniciar el último juego de la Serie Final de LMP ante Naranjeros de Hermosillo, al cual vencieron el sábado 7-6 en 10 episodios.