Mientras los líderes de las Grandes Ligas discuten el plan para jugar una posible temporada especial en medio de la pandemia del coronavirus, José Ramírez entrena para tratar de vencer la ansiedad por regresar urgentemente a un diamante de béisbol.
"Estoy ansioso por volver a jugar", dijo Ramírez a ESPN Digital desde Arizona, donde ha estado acuartelado por cerca de cuatro meses.
"Extraño estar con todos los muchachos, el equipo, somos como una familia por pasar tanto tiempo juntos. Extraño estar con ellos. Extraño estar jugando en el terreno y tener a los aficionados gritando en las gradas. Es algo que extraño mucho", agregó el estelar antesalista dominicano de los Cleveland Indians.
Ramírez se reportó en febrero a los entrenamientos de los Indians en Goodyear, en los suburbios de Phoenix, y decidió quedarse allí, en lugar de regresar a su país, cuando las Grandes Ligas interrumpieron sus operaciones a mediado de marzo por temor al coronavirus.
Después de entrenar en una instalación privada por dos meses, Ramírez regresó recientemente al complejo deportivo que Cleveland comparte con los Cincinnati Reds durante la primavera, cuando las autoridades locales autorizaron una reapertura sujeta a estrictos protocolos de salud y distanciamiento social, mientras Estados Unidos sigue liderando las macabras cifras mundiales del COVID-19.
"Realmente es muy diferente, porque en el complejo no estamos tan preocupados por el coronavirus. Hay mucho cuidado, es muy diferente al lugar donde estaba entrenando", dijo Ramírez. "También están las facilidades, un gimnasio muy bueno, los trainers trabajando con uno. Todo es mucho mejor", apuntó.
El quisqueyano contó que los Indians tienen dos grupos de trabajo, uno en Cleveland y el otro en Arizona. En Goodyear, Ramírez y otros jugadores que permanecieron en el área, asisten de tres en tres cada hora diariamente, mientras aguardan por un posible acuerdo entre los dueños de equipos y la Asociación de Peloteros de Grandes Ligas para jugar una temporada recortada, que inicialmente no tendría aficionados en las gradas.
"En realidad será bastante difícil porque los fanáticos son el motor de nosotros, los que le ponen sazón al juego, pero tendremos que acostumbrarnos a estar sin ellos por algunas semanas, dijo Ramírez sobre jugar sin fanáticos.
"Hasta en los partidos interescuadra tenemos personas. No tener público será una experiencia increíble, algo que no experimentamos anteriormente ni en pequeñas ligas", agregó.
Si hay una temporada de algún tipo en el 2020, Ramírez y el torpedero puertorriqueño Francisco Lindor son extremadamente vitales en los planes de Cleveland, que sigue siendo uno de los mejores conjuntos de las ligas mayores, pese a que el año pasado cambió a los lanzadores estelares Corey Kluber y Trevor Bauer y perdió por media temporada al derecho venezolano Carlos Carrasco por leucemia.
Ramírez, de 27 años, saltó a la estelaridad en el 2016 y compitió por el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2017 y 2018, pero bateó .218 con 24 extrabases y un OPS de .652 en 84 juegos en la primera mitad del 2019. En la segunda mitad, no obstante, recuperó el toque y bateaba .327 con 34 extrabases y OPS de 1,105 cuando se quebró la mano derecha el 24 de agosto.
El batedor ambidiestro conectó dos cuadrangulares y remolcó siete carreras en su partido de regreso, exactamente un mes después, contra los Chicago White Sox, pero no pudo evitar que los Indians (93-69) perdieran una gran batalla contra los Oakland Athletics y Tampa Bay Rays por los puestos comodines del joven circuito.
"Estoy en muy buenas condiciones físicas y hambriento por jugar béisbol, listo para ayudar a los Indians y divertir a los aficionados. Estoy ansioso por regresar al campo", dijo Ramírez.