LOS ÁNGELES -- Las maneras de Stephen Curry son de genio con los pies en la tierra. Ese genio no tarda en aparecer durante su calentamiento previo a los partidos. Tras realizar ejercicios de estiramiento agarra dos balones y los bota a una velocidad estratosférica. Se los pasa de una mano a otra, por detrás de sus piernas y entre ellas. El talento se prepara para otra noche brillante, de liderazgo innato.
El ser humano con los pies en la tierra y humildad incuestionable también aparece pronto a escena. Saluda a sus rivales, a los árbitros y a sus propios compañeros. En la distancia corta, Curry es un tipo afable, con aires tímidos pero seguro de sí mismo. Verle desplegar un básquetbol tan espléndido y comprobar su sencillez cuando más allá de la duela engrandece más aún su figura.
El Jugador Más Valioso de la temporada pasada sirve de inspiración - Damian Lillard se mira en el espejo de Curry y se ve con posibilidades de ser el tercer armador en lograr el galardón desde Steve Nash hace 10 años. Y mientras otros observan a Steph con los ojos bien abiertos, él se prepara para otra temporada en la que quiere repetir éxitos. Y ahí vuelve a reflejar una seguridad fruto de la confianza en sí mismo y en el equipo. El sábado pasado comentó en ESPN Digital que está convencido de que Golden State Warriors marcarán una era similar a la de otros equipos como San Antonio Spurs, Miami Heat o Los Angeles. Cuando al base se le mete una idea en la cabeza, no hay quién se la quite.
El último juego de pretemporada de los Warriors fue ante Los Angeles Lakers. No tuvieron piedad los vigentes campeones de la NBA y dejaron entrever que el plantel ya está en modo temporada regular. Hasta 39 puntos de diferencia sacaron los Curry, Klay Thompson y compañía a los angelinos. El armador alcanzó 24 puntos en 28 minutos gracias a 9-14 en tiros de campo y 4-8 en triples. Cuando Curry empieza, no para. En constante comunicación con el coach, el interino, Luke Walton, tiene un muelle en su muñeca. Le entran casi todos los lanzamientos y a base de rachas de infarto y asistencias imposibles consigue que sus compañeros estén conectados en todo momento.
La paciencia ha sido una de las claves del éxito de Curry, que con 27 años de edad está en el momento más dulce de su carrera. Las dificultades para ascender fueron varias, sin embargo todo sirvió para que creciera como jugador y forjara un ímpetu de lo más singular. Durante su primera temporada en los Warriors (2009-10), quedó a las puertas de ser el Novato del Año. En su lugar, Tyreke Evans acabó llevándose el premio. En la campaña 2011-12, la lesiones lastraron el año del armador. Pasó por quirófano para tratarse el tobillo en dos ocasiones y tan solo participó en 26 de 66 juegos en la temporada del 'lockout'.
Al año siguiente, los directivos de los Warriors le hicieron sentirse querido. Un contrato de cuatro años y 44 millones de dólares le colocaban como una de las piedras angulares de un proyecto que buscaba la consecución de un campeonato. Luego llegó su primera aparición en el Juego de las Estrellas (2013-14), el récord de la franquicia de mayor número de triples anotados en menos intentos y la consecución de un anillo y un JMV.
En una liga que sirve como tierra de grandes, el pequeño Curry ha sabido no sólo sobrevivir, sino también despuntar en una posición poco agraciada. Llegar a lo más alto no es fácil, pero menos aún es mantenerse. Él ha tenido madera para tocar la cima, y por carácter y calidad también la tiene para quedarse donde está.